Simply Red se dan otra oportunidad
Simply Red acaban de lanzar al mercado su 11ª obra de estudio: Big Love (East West Records). Y eso a pesar de que el grupo de Manchester anunció su desaparición en 2010.
Los miles de discos vendidos a lo largo de veinticinco años de carrera (treinta si no se quita el lustro que la formación anduvo por los márgenes imprecisos de las disoluciones de boquilla) han dejado un poso de regusto musical en el interior de Mick Hucknall (alma mater de Simply Red).
El cantautor británico decidió acabar con la mejor banda de soul blanco (blue-eyed soul) en 2010, cuando los miembros de la misma alcanzaron el punto máximo de las desafecciones profesionales. En ese momento, el pelirrojo trovador de Something Got Me Started sintió que su inspiración no corría pareja a la del resto del grupo. Realidad por la procedió a darse a sí mismo y a sus compañeros una extensa temporada de aire fresco, para llenarla con proyectos más particulares.
Pero el tiempo ha transcurrido, y el gusanillo de los pretéritos triunfalistas ha vuelto a avivar la llama de la creación en el compositor de For My Babies. Fruto de ello ha surgido el decimoprimer álbum de estudio de Simply Red. Un disco repleto de buenas intenciones, aunque algo monocorde, que lleva por título Big Love (East West Records).
SIMPLY RED EXPLOTAN LOS ENCUENTROS MELOSOS
Al escuchar el nuevo trabajo de Hucknall y sus colegas, resulta difícil pensar que un día fueron representantes activos del post-punk ochentero, con el que alumbraron el extinto team bautizado The Frantic Elevators. Por aquel entonces, Mick se hallaba subyugado por la fuerza y la rebeldía de los mitos del berrido estilístico en Reino Unido, tales como los eternos Sex Pistols; y asentaba sus líricas juveniles dentro los paisajes psicodélicos de los baretos perfumados con aguardiente y sudor.
Pero el manager de MH pronto se dio cuenta de que el timbre del chico daba para mucho más, que para magrear su dicción en lucha contra los guitarreos portentosos. Semejante postura marcó la senda de encaminar el futuro del chaval de la pelambrera rizada hacia las melodías vestidas de soul británico, las cuales dieron sentido y cuerpo a Simply Red.
Ya desde sus comienzos, Hucknall y sus amigos apuntaban alto, con sus sonidos esculturales y sus letras con mensajes encendidos. Ingredientes que expusieron su evidente pegada a través de hits como Money’s Too Tight (To Mention) y el vibrante The Right Thing.
Sin embargo, poco o nada queda de esa pretérita euforia en los cortes de Big Love. Mucho menos contestatarios que entonces, SR abandonan la épica guerrera, para acomodar sus melodías a los siempre agradecidos ritmos de salón; como si trataran de concitar una nostalgia mucho más cercana del millonario Stars, que de las afrentas guturales de los primeros años.
En este sentido, Mick no duda en dar mayor protagonismo a los instrumentos orquestales, todo para diseñar un escenario de music hall que enfatiza sentimientos tan envolventes como el amor, la muerte, la vida y el jugueteo existencial. Dentro de ese proceso afectivo, el single Shine On vale como fiel exponente del amable discurso que vierten los de Manchester. Un leitmotiv omnipresente al que se acogen baladas de profundidades líricas -aliñadas con unos toques de singular sentimentalismo- tales como Daydreaming, Big Love, Love Wonders, Each Day y Dad.
Y así, hasta completar las doce songs del esperado compacto: estaciones versiculares, que surgen de la autobiografía -colectiva y adulta- de Simply Red. Con estos masajes auditivos, los compatriotas de The Beatles escriben un diario con estribillos sin páramos sombríos, siempre tendidos en las luminosas atmósferas de los productos carentes de aquelarres asfixiantes.
Vídeo de “Shine On“, por Simply Red
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