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Scott Fitzgerald fue un rapsoda intenso, de ritmo directo y recorrido profundo. Así lo muestra el volumen Poemas de la edad del jazz, que acaba de publicar Visor Libros. Un conjunto de líricas cotidianas en las que el autor de El gran Gatsby exhibe sus pasionales batallas juveniles, con las estrofas de naturaleza existencial como única armadura. Este texto supone una de las novedades más llamativas para celebrar el Día Mundial de la Poesía.
Antes de los cócteles de famoseo propiciados por El Gran Gatsby y de las zozobras literales experimentadas en el Hollywood de la mercadotecnia creativa, la pluma del responsable de Suave es la noche bebió la inspiración de las ilusiones perdidas, las mismas que encarrilaron sus pasos hacia el oficio de los autores de historias entristecidas por la desesperación.
Francis Scott Key Fitzgerald (St. Paul, Minnesota, USA, 1896- California, Los Ángeles, 1940) comenzó a concebir universos de frases a través de la poesía: un cosmos que el entonces adolescente imaginó con las figuradas esencias de un hiperrealismo de símbolos cercanos y enloquecedores, a pesar de su aparente normalidad. Por medio de esos laberintos de sensitivos trazos, el estadounidense vertió su desencanto activo desde las quince primaveras, con composiciones tan iluminadas como Football. Manual de filosofías heridas, que Francis Scott apuntaló con odas destinadas a aclarar -en la medida de lo posible- el tenebroso tapiz de su propia identidad.
Con semejante empeño por radiografiar los anhelos y sueños del joven Fitzgerald, el profesor Jesús Isaías Gómez López traduce un conjunto importante y poco conocido de los trabajos del gran novelista y dramaturgo, producidos antes de ser uno de los baluartes de la llamada Generación Perdida. Todo un regalo que permite acceder a la antesala de la genialidad de este avezado narrador, alumbrado con un impactante curso profesional.
SCOTT FITZGERALD, EL RAPSODA INTERRUMPIDO
“Poesía es cualquier cosa que pervive como el fuego en mi interior, tal cual es la música para el músico, o el Marxismo para los comunistas…” Esta frase, pronunciada por el marido de Zelda Sayre con la finalidad de definir su relación con el arte del verso, marca el cuerpo de cada una de las estrofas contenidas en Poemas de la era del jazz.
A la sombra de sus Relatos de la era del jazz (al que pertenece el popular cuento El curioso caso de Benjamin Button), los ripios esculpidos en el libro editado por Visor gozan de la fuerza de los ganchos directos al cerebro del lector. Unas veces paródicas y divertidas, otros despiadadas y críticas, las rimas de Fitzgerald atienden a sus indagaciones por acercarse al denominado American Way of Life: un estilo de comportamiento mimetizado por sus compatriotas de la clase media-alta, tan vacío como hedonista y tan preocupado en lo material como carente de atavíos ancestrales.
En ese paisaje de simas aceradas, las frases del colega de Ernest Hemingway desbordan cromatismo en grises apremiantes, siempre disfrazadas con el dandismo posicional del writer de las depresiones colectivas.
“Enséñame un héroe y escribiré una tragedia“, solía afirmar FSKF, cuando acercaba su inigualable pluma a las entrañas de los seres humanos. Unos personajes deformados por la realidad que, en sus historias, cambiaban su reconocible piel cosmopolita por la de náufragos del bienestar y la autodestrucción. Metamorfosis de vodevil, que resulta demasiado verosímil bajo las atmósferas jazzísticas.
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