Ryan Adams sale de su prisión
Ryan Adams ejerce de trovador de poesías agridulces, en Prisoner (PAX AM/ Blue Note Records): el decimosexto álbum de su extensa carrera, el cual acaba de salir al mercado.
El artista estadounidense encierra en el CD un puñado de letras surgidas de los paisajes cambiantes de su profunda inspiración folk y soul, siempre acompañado por guitarras hipnotizadoras y percusiones aguerridas.
El ex de la actriz Mandy Moore actuará en Madrid el próximo 7 de julio (en el Mad Cool), y en Barcelona al día siguiente (en el Festival Cruilla).
Unas cadencias de pop refulgente envuelven los mensajes estilizados del mítico creador nacido en Jacksonville.
El rapsoda huidizo y metafórico de Heartbreaker asienta sus lágrimas de metal en las superficies dobladas del folk de carretera y cañada, como si estuvieran enfundadas dentro de un equipaje sonoro con peso específico en el terreno de las tragedias cotidianas.
Ryan Adams elabora su decimosexto trabajo de estudio (el primero con temas inéditos, desde 2014) con los ingredientes apasionados de unas cuerdas somnolientas y dulzonas, afinadas en los figurados dominios de un Bruce Springsteen con la electricidad a medio voltaje.
Las composiciones del norteamericano acontecen como cartas destinadas a receptores aquejados de desidia crónica, constantemente aguijoneados por la insatisfacción voluntaria y paciente de los espíritus inquietos.
De esta manera, Prisoner se presenta ante los oídos del personal como una elegía de atmósferas románticas, teñidas con unas pinceladas de claroscuros ralentizados en el tiempo y el espacio, como eternos asteroides orbitando en el universo de las decepciones humanas (siempre recurrentes en su curso, y nunca susceptibles de ser amortiguados por la conciencia).
RYAN ADAMS COLOREA SUS GRISÁCEOS ATARDECERES
La esperanza, mediada por la desgana de caer en comportamientos clonados, parece adueñarse del álbum en el inicio del mismo, con la impactante y rítmica tonada Do You Still Love Me?
Pero pronto sucumbe ante los abismos de las asunciones perdidas, incendiadas por los infiernos interiores del corte bautizado Prisoner (uno de los mejores del disco).
Con declaraciones a voz cambiada del tipo de “soy un criminal“, Ryan Adams da buena cuenta de sus musas distorsionadas por la desidia, y contagiadas por las tentaciones blue grass. Unas ninfas de infelicidades pretendidas, que potencian sus aquelarres de resignación a través de la garganta rota y underground del ilustre vecino de Carolina del Norte.
Nada parece especialmente novedoso en los versos libres de RA; aunque esa seña de identidad poética y afectiva otorga un valor extra a su obra, alentada por la contundencia instrumental y vocal de un artista confiado en el don de la sobriedad, sin concesiones a la galería ni a las modas especialmente discordantes con su ADN.
Así lo muestran cortes tan alentadores como el apocalíptico Doomsday, el sorprendente Haunted House o la bella y estriada balada Broken Away.
Tal es el curso musical de Prisoner, el cual se cierra con un telón de singulares holguras existenciales, titulado enfáticamente We Disappear.
La impecable factura técnica y la genialidad lírica de Adams hacen que el decimosexto trabajo del antiguo miembro de Whiskeytown se perciba con las alas de los productos diseñados para empapar los sentidos.
Y esa característica maximiza la evidente calidad de una obra horneada en las plataformas de las lógicas enfermizas, perturbadas por la tristeza de laboratorio.
Vídeo oficial del tema Do You Still Love Me?, por RyanAdamsVEVO