Robert Galbraith, el pseudónimo usado por J. K. Rowling para crear al detective Cormoran Strike, presenta el segundo título de su currículo literario: El gusano de seda (Editorial Salamandra).
En el momento en que J. K. Rowling dio por finiquitado al personaje de Harry Potter, una nueva página se abrió en la carrera profesional de esta millonaria británica de cuarenta y nueve años.
La narradora alumbrada en Yate era completamente consciente de que con el adolescente mago se habían acabado los fenómenos de masas, y que sus obras posteriores gozarían de una atención más moderada.
Quizás por eso, la mente de la escritora comenzó a atisbar historias de géneros diferentes, y a aplicar su talento en relatos concebidos primordialmente para un público más adulto, respecto al que solía consumir las entregas de HP.
Cual Agatha Christie del siglo XXI, parece que Joanne ha escogido el thriller policíaco como el vehículo principal para dar rienda suelta a su inagotable creatividad. Una apuesta que la writer isleña empezó a explorar con la aparición de Una vacante imprevista.
No obstante, y pese al cambio de tercio, Rowling se sentía un tanto cohibida por mostrar un lavado de cara tan evidente con la utilización de su propio nombre. Una sensación extraña que la mamá de Harry esquivó con la personificación de un alter ego invisible: un señor con espíritu a lo Gorilaz, al que la dama de las letras bautizó como Robert Galbraith.
Así, liberada de cualquier peso con el triunfalista pretérito, J. K. ofreció a su neonato y fantasmal colega un personaje de marcados rasgos y con distintivo de saga: Cormoran Strike.
El canto del cuco (Planeta) fue la primera de las investigaciones de este tipo amargado, quien perdió una pierna en la guerra de Afganistán.
Un individuo con rasgos a lo Luther que ahora afronta su segundo cometido: laberinto que desarrolla el libro El gusano de seda (el cual salió a la venta en España el pasado 18 de marzo, bajo el paraguas de la Editorial Salamandra).
ROBERT GALBRAITH SE HACE MAYOR
La prosa directa y visual del inexistente Galbraith construye en la nueva trama todo un universo de traiciones y crímenes en las penumbras del misterio. Un infierno de sombras y muerte que se activa con la desaparición de Owen Quine: el cual se ha esfumado de la noche a la mañana, y al que su esposa echa en falta.
La mujer de Quine evita a la policía por miedo a que no la tomen en serio, por lo que contrata los servicios de Strike y de su joven ayudante Robin Ellecott. Ambos comienzan las pesquisas, y descubren que el individuo estaba a punto de editar un texto que arruinaría la vida a un montón de personas.
El asunto se complica en demasía cuando la pareja de detectives encuentra el cadáver del intelectual, asesinado de manera cruel y horrible. Señas de brutalidad explícita que indican la firma de un famoso psicópata.
Como hebras que deshacen el figurado capullo de un gusano de seda, las sorpresas saltan con precisión a la vuelta de cada capítulo, y contribuyen a mejorar las virtudes de un relato en el que pocas cosas son lo que parecen. Elementos esenciales para el entretenimiento que han animado al canal BBC One para iniciar la adaptación, a la pequeña pantalla, de las aventuras de Cormoran Strike.
Si todo sale como está previsto, la futura serie -que producirá Brontë Film and TV– será una estación más para sellar la mayoría de edad de Robert Galbraith; quien volverá a travestirse como J. K. Rowling para firmar los distintos episodios.
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