Ralph Fiennes licua las simbólicas lágrimas de Henrik Ibsen
Ralph Fiennes explota sus virtudes escénicas al frente de The Master Builder. El protagonista de El paciente inglés arranca los aplausos del público asistente al Old Vic londinense, subido a lomos de un personaje antipático y huidizo. Un hombre oscuro y complejo, que el dramaturgo noruego Henrik Ibsen bautizó con el nombre de Halvard Solness.
La existencia viene a ser como una carrera de fondo, en la que solo hay metas volantes. Y en esa competición por sortear los diferentes obstáculos que aparecen en la pista, los individuos definen su realidad de manera circunstancial.
Ibsen imaginó esos momentos de elección humana como abismos, donde la acumulación de los errores cometidos pasa factura en forma de ilusiones embarradas. Así lo experimentaron, en su amargura silenciosa, Hedda Gabler y Nora Helmer; y de similar manera, lo percibe el falsamente feliz Halvard Solness.
David Hare versiona en toda su amplitud el simbolismo sociológico que desgranan las palabras de Henrik Ibsen, inscritas en The Master Builder: un caleidoscopio con estados de ánimo cambiantes, que el director Matthew Warchus entiende a través de un costumbrismo de perspectivas afiladas, con decorados sacados de la chistera intemporal de los futuros imaginados.
RALPH FIENNES EXPRESA ANGUSTIA Y MIEDO
Sensaciones desnudas corren por las bambalinas del Old Vic desde que el pasado 23 de enero. Al ritmo de las frases enriquecedoras ideadas por el autor de Peer Gynt, el distante Solness (constructor de profesión) luce los colores reconocibles de los espíritus distantes: un antihéroe en toda regla, que exhibe su fragilidad dentro de una vida que se tambalea, como la torre que tiene que planea.
A pocos metros de distancia del Trafalgar Theatre (lugar donde se estrenó la obra de Ibsen por primera vez en Inglaterra, en 1893), la historia original del dramaturgo nórdico adquiere una dimensión más cercana a la actualidad en las manos de Hare, como impostada por un elemento universal que escapa al siglo XIX, centuria en que fue concebido el argumento.
Por medio de este propósito de romper las barreras artificiales del texto, Matthew Warchus apuesta por una escenografía que mezcla -en inteligentes dosis- el realismo con un componente de hipnosis simbolista, el cual ya estaba presente en el escrito de Ibsen.
Bajo esas coordenadas conceptuales, The Master Builder no resulta tan analítica como los trabajos anteriores firmados por HI, y permite una libertad sorprendente a la hora de abordar los conflictos emocionales del granítico Halvard Solness. Con tal invitación hacia la fantasía, el veterano David Hare estimula la acción con la intensa química existente entre el protagonista y la joven Hilde Wangel (la australiana Sarah Snook está inmensa, como la chica que causa el terremoto afectivo en el interior del maestro constructor), y esta enfermiza relación mediada por el engaño ayuda a marcar la evolución de los acontecimientos.
Ralph Fiennes colabora sin reservas con las innovaciones interpuestas por el responsable de Skylight, y arropa su papel con las telas de la angustia y el desamparo; todo ello acompañado por una dicción de grises voluntarios, aparte del misterio en sus movimientos y la aflicción en sus expresiones.
Precisamente, esa visión de cercanía en el sufrimiento -y de caída en la desesperación por las traiciones del pasado- es donde la pieza de Ibsen consigue elevar su discurso, por la cordillera de las heridas abiertas. Algo que el terceto Hare/Warchus/Fiennes entiende con la manga ancha de las metáforas humanas, tintadas de verismo identificable.
Vídeo del montaje The Master Builder, por The Old Vic Theatre
Más información, entradas y horarios en
http://www.oldvictheatre.com/whats-on/2016/themasterbuilder