Peter Brook ilumina los Teatros del Canal
Peter Brook y Marie-Hélène Estienne revolucionan la programación del Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid, con el montaje de Battlefield.
La obra está ideada por Jean-Claude Carrière, a partir del milenario poema narrativo Mahabharata.
El espectáculo estará en cartel del 9 al 12 de junio.
Un sol carmesí, con gradaciones de sentimientos universales, ocupa el ojo que controla el espacio de la Sala Roja de los Teatros del Canal. Mientras, en el escenario, un grupo de personajes sacuden el sánscrito implícito con un inglés de paisajismo ancestral, como traducido de manera profética desde las lenguas ancestrales de los siglos pretéritos.
Allí, aposentado en la espina dorsal del conocimiento mítico, el nonagenario Peter Brook y su compañera Marie-Hélène Estienne atienden con pasión las escalas dramáticas que marcan la matanza de los Pandavas y los Kauravas. Dos moldes colectivos esculpidos en arcilla, que representan a los pobladores de La India cuando ni siquiera era tal; y los cuales también portan la armadura de los pecadores edénicos.
Ante tales mimbres escénicos, cuando alguien profano se acerca a la escenografía de Battlefield es fácil pensar en una identificación atmosférica con la Biblia. Pero también es posible atisbar que muchos de sus hilos enhebran la aguja argumental en los requiebros clásicos de las tragedias griegas y romanas, normalmente tocadas con el elemento de los destinos estrangulados por el vuelo rasante de los cuervos mortuorios.
Brook alimenta todos esos puntos de conexión afectiva, y los enfatiza con un cuadro de intérpretes (todos ellos miembros del Théâtre des Bouffes du Nord de París) que crecen con las sombras chinescas de sus desgracias, continuamente perseguidos por las impactantes luces de los horizontes turbulentos y de las coreografías figuradas.
PETER BROOK DESCUBRE LA ESENCIA DE LA MITOLOGÍA INDIA
Cuatro actores y un montón de estampas que representar son los ingredientes líricos de este poema revertido en prosa melódica, que Jean-Claude Carrière centra en la violenta batalla de los Pandavas y los Kauravas para hacerse con el reino de la zona.
Las dos ramas pertenecen al mismo tronco consanguíneo, pero eso no les impide embarcarse en una guerra que provoca cientos de muertos, esparcidos por la geografía goteante de la región.
Una vez concluidos los enfrentamientos, Yudishtira, el mayor de los Pandavas, es nombrado rey, con el apoyo de su madre Kunti y del rey ciego Dhritarashtra. Sin embargo, la angustia ante el daño causado por el nuevo monarca lleva al protagonista coronado a una espiral de recriminaciones inconscientes, que emponzoñan sus días y sus noches.
Altamente evocador y milimétrico en técnica y atmósferas insinuadas, el montaje de Brook y Estienne provoca la rendición del público desde el comienzo de la obra, a base de la introducción de componentes audiovisuales que esconden la aparente desnudez del escenario. De esta manera, el veterano director teatral abre una puerta con la que viajar a la antigüedad, y otorga a los visitantes una guía dramática en la que hay suficientes asideros espirituales; e incluso cierta conexión con el vértigo emocional trabajado por maestros de las palabras sulfurosas, como William Shakespeare.
Con ello, el creador de Chiswick diseña una aventura de pasiones naturales (agua, tierra y fuego), que ilustra a la perfección el elenco artístico.
Dentro de esta categoría, Jared McNeill (Yudishtira), Carole Karemera (Kunti), Sean O’Callghan (El rey ciego) y Eri Nzaramba se convierten con los ropajes descritos en símbolos del dolor en el mundo, en marionetas de carne y hueso que vierten el llanto eterno de la humanidad.
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