Pet Shop Boys imaginan la rave ideal
Pet Shop Boys se dan un baño de ritmos hedonistas y voluntariamente superficiales, en Super (Kobalt Label Services): un trabajo megalómano, que peina sus surcos con rulos y gomina. Neil Tennant y Chris Lowe encadenan una docena de cortes moldeados con el neón de las discotecas más cool y las atmósferas en technicolor.
Los años pasan, y los otrora chicos del West End londinense ya son unos señores con canas en las sienes y arrugas en el rostro. Sin embargo, lejos de las fechas en los calendarios y las velas en las tartas, los compositores de It’s A Sin acreditan un pulso artístico que no entiende de achaques acaecidos por la edad.
Al lado del hiperactivo y elitista Stuart Price, Neil Tennant y Chris Lowe regresan a la actualidad después de dejar sin resuello a sus seguidores, con el adrenalítico Electric (2013). Una vuelta a los decorados con paredes de azúcar abanderado por una tira de regaliz de Pop Art, bautizada Super. Una obra como surgida en los imperios del dios Baco, donde la ambrosía melódica circula en altas gradaciones a través de figurados juegos de luces, destinados a maquillar la lírica repostera de las bailables letras.
PET SHOP BOYS SE QUITAN UNAS DÉCADAS DE ENCIMA
El Berlín de las rave enfervorecidas y los clubes de moda vip parece ser el escenario en el que mejor se asienta el mensaje del disco número 13 de la pareja británica. Mientras que en los primeros vinilos ochenteros se podía respirar el aire nocturno del Londres rebelde y tribal, los autores de I’m Not Scared recurren en esta ocasión a las emulsiones inspiradoras de la capital germana, donde sitúan un reino de notas en el que es posible hallar venas creativas democratizadoras y convenientemente globales.
Inspirados en locales teutones como Berghain, Pet Shop Boys huyen de la gravedad y de las sensaciones amargas, para situarse en medio de un salón cargado con un conjunto de estribillos saltarinos, como surgidos de un mitológico oasis de placeres asumidos. En esas extensiones aderezadas con tentadoras palabras, cortes como Hapinness, Twenty-something, Groovy o The Dictator Decides adquieren el poder de un synthpop neurótico y esquizofrénico, a la vez que excéntrico y virtuoso.
Al igual que la música pretérita de los londinenses, Super bebe directamente de las aguas de los espectáculos nerviosos, con percusiones de laboratorio e inmaculados teclados de signo futurista. Una fórmula que Tennant y Lowe han acuñado desde sus inicios, y que en este siglo XXI se torna -si cabe- más tecnológica y difuminada.
Divertidos y sutilmente egocéntricos, Neil y Chris se ponen el frac de los grandes entertainments que siempre han sido, y huyen hacia las naturalezas del abandono vitalista. Algo que les confiere un halo a lo Dorian Gray, que ellos se encargan de perpetuar en el tiempo con el estilo propio de los gentlemen sin miedo al vacío generacional.
Letra y audio oficial de The Pop Kids, por Pet Shop Boys
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