OMD deslumbran en Madrid con su electrónica atemporal y contagiosa
El legendario dúo británico llenó el recinto de La Riviera con su propuesta de melodías actuales y antiguas, que conforman cerca de cuatro décadas en el mundo de la música.
OMD es una de esas formaciones por las que no pasa el tiempo, una banda en la que aún no ha hecho mella el cansancio que ametralla la inspiración y agujerea el entusiasmo.
A tenor de la actuación ofrecida ayer por la noche en La Riviera, Andy McCluskey y Paul Humphreys parecen agraciados con el don de la longevidad artística; regalo de los hados con el que este par de isleños es capaz de concitar a seguidores de distintas generaciones. Todos ellos animados por la inteligente sincronía tecnológica que sugieren los dos ingleses, a través de un repertorio de canciones que nutren la fantasía, con estrofas eficaces y contundentes.
Una puesta en escena sobria y sin grandes alardes decorativos (únicamente los juegos de luces conspiraban para provocar el ambiente adecuado) sirvió para que OMD comenzarán a marcar el territorio, siempre en voluntario matrimonio con las sensaciones rave, que McCluskey estableció de palabra y acción desde el inicio de la cita.
“Quien quiera algo más sesudo, que se vaya a su casa. Lo que aquí vamos a hacer es pop electrónico para bailar“, sentenció el vocalista de la formación. Y a eso se limitó el programa escogido, en el que brillaron con singular fulgor las composiciones más conocidas de Orchestral Manoeuvres in the Dark.
Ni siquiera un leve fallo en el soporte informático sirvió para apagar la llama que encendía el deseo de los congregados en La Riviera; dispuestos a disfrutar sin reservas con el sonido inconfundible de estos padres de la electrónica, destiladores imaginativos de un pop dominado por la tecnología y las atmósferas envolventes.
Variante con la que OMD han construido un particular estilo de armonías, distanciados de otras luminarias del género de los sintetizadores, tales como Kraftwerk (con los que llegaron a tener algún que otro problema en sus primeros años) y Depeche Mode.
OMD NO PIERDEN LA PISTA A LA ACTUALIDAD
Como si fuera una consigna comentada en público, un simple bajo señalaba el momento en el que McCluskey y Humphreys saltaban del presente al pasado, sin por ello necesitar avanzar el título de la pieza a interpretar.
Tras un comienzo realmente espectacular, propiciado por composiciones de su trabajo de 2017 (el mencionado The Punishment of Luxury), la parte más emotiva del concierto empezó a filtrarse entre los asistentes cuando sonaron los primeros acordes de Souvenir (ese hit ochentero, que desencadenó el alborozo con unas simples notas, y que la voz de Humphreys contribuyó a potenciar más allá de las paredes de La Riviera).
La calórica aparición del citado track, contenido en el álbum Architecture and Morality, fue solo un aperitivo de lo que se avecinaba: una cascada de éxitos multitudinarios, prologados por la soberbia ejecución de Joan of Arc (Maid of Orleans). Sin duda, una de las mejores sintonías del inspirado repertorio de los británicos; la cual se percibió con sus ecos hipnotizadores, estimulados en el escenario por los movimientos enloquecidos de McCluskey.
Después de una concatenación de melodías y letras coreadas por las más de mil voces presentes, la sala amenazó con venirse abajo cuando OMD enfilaron las percusiones de teclado que anunciaban Enola Gay. Frente a tal ejército de fieles, el mensaje antibelicista de esta canción -perteneciente al disco Organisation- atronó en el interior del recinto como un himno de emocionante partitura.
En medio de este paisaje de talento desatado, las líricas de la nueva obra del grupo (menos conocidas que las pretéritas) siguieron a la perfección su papel de secundarias de lujo. Aunque la interpretación del emulsivo tema The Punishment of Luxury demostró que el ADN de Maniobras Orquestales en la Oscuridad está muy lejos de extinguir su influjo contagioso y productivo.
Al final, y tras unos pocos bises, McCluskey y Humphreys se despidieron de Madrid con las multicolores estrofas de Electricity: uno de los primeros hits de la banda.
Eso sí, con la promesa de regresar a la Villa y Corte en un período más o menos breve…