Michael Nyman recuerda en Madrid sus logros musicales

El compositor de la banda sonora de "El piano" ofreció anoche un colorido concierto en el Auditorio Nacional de la Villa y Corte, donde celebró el cuarenta aniversario del grupo que comanda desde la década de los setenta.

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Michael Nyman y su banda ofrecieron un suculento menú de melodías conocidas/ Foto: michaelnyman.com
Michael Nyman y su banda ofrecieron un suculento menú de melodías conocidas/ Foto: michaelnyman.com

Michael Nyman es un tipo que suele recelar de las excentricidades propias de las estrellas mediáticas, y su actitud de anoche en el Auditorio Nacional de Madrid así lo demuestra.

Sentado frente a su oscuro piano, y con el aforo completo, el músico nacido en Londres se limitó a saludar a los asistentes tras la conclusión de cada pieza; sin decir palabra alguna, y siempre agradeciendo los vítores con una genuflexión controlada y miradas continuas a sus compañeros de escenario.

Semejante porte indicaba que lo realmente importante en la cita era lo que transcurría en su diálogo sinfónico con la audiencia: un viaje sin sobresaltos de última hora a su universo de chispazos barrocos, en el que las asociaciones con la actualidad quedan impresas por las conexiones minimalistas y sensibles que moldea este artesano de las notas transversales.

El impresionante comienzo del programa, con los agresivos y machacones acordes de la banda sonora de El contrato del dibujante, contribuyó a introducir a los oyentes en una figurada habitación palaciega, con ecos a lo Henry Purcell y ambientación esbozada por Arcimboldo; a través de la que Nyman conformó el arco atmosférico con el rememoró colaboración inaugural con el cineasta Peter Greenaway.

Michael Nyman no se dirigió al público más que a través de su música/ Foto: michaelnyman.com
Michael Nyman no se dirigió al público más que a través de su música/ Foto: michaelnyman.com

Este inicio fue suficiente para que el responsable de la imaginativa ópera The Man Who Mistook His Wife For A Hat estableciera la naturaleza festiva del acontecimiento; en el que el goce estaba enfocado hacia la posibilidad de enlazar imágenes y ritmos con el simple gesto de cerrar los ojos, y dejarse llevar sin miedo por la invisible batuta de Mr. Nyman.

MICHAEL NYMAN Y SU IMPRESIONANTE REPERTORIO

La sincronía que desarrollaron Michael Nyman y Peter Greenaway durante más de dos lustros tomó un protagonismo casi absoluto en el recinto del Auditorio Nacional, una vez concluyó el iniciático prolegómeno de El contrato del dibujante.

Una presencia que adquirió pronto la perfección pictórica de los paisajes elevados a la quinta potencia cromática propia de las películas de PG, y en los que volvió a atisbarse la huella de Mozart (Conspiración de mujeres) y de John Dowland (Los libros de Próspero).

Al compás de las teclas del piano del célebre autor de la bella banda sonora de El fin del romance, los doce componentes del grupo deshicieron en la noche madrileña el ingrediente épico de un currículo que ha quemado las décadas, eternamente en defensa de un enérgico matrimonio entre sensaciones pretéritas y realismo desnudo.

La sala de madera se convirtió, mientras se sucedían los temas, en un portal excelso que bien podía conducir a los oyentes a la Francia del Rey Sol, como a las fiestas dionisiacas y salvajes de Carlos II de Inglaterra. Todo ello ensamblado milimétricamente por el explosivo cerebro y el inspirado pulso de Michael Laurence Nyman.

Michael Nyman consiguió llenar el interior del Auditorio Nacional/ Foto: CNDM
Michael Nyman consiguió llenar el interior del Auditorio Nacional/ Foto: CNDM

Sin embargo, y pese a que el grueso del programa estuvo centrado en las colaboraciones de MN con Greenaway, el concierto adquirió el peso nostálgico y multitudinario con los bises destinados al redondeo de la oferta, y encabezados por la interpretación más esperada de la jornada.

Este instante aconteció cuando Nyman se sentó en solitario sobre el mullido banco que tenía frente su instrumento -con un foco atomizador sobre su cabeza-, y el súbdito de Isabel II rompió el silencio con los acordes de El piano.

Esto provocó un torrente de sentimientos desatados entre la audiencia; y todos los que participaron en el acto no pudieron evitar los pensamientos retroactivos, perdidos en la agreste zona donde la protagonista de la citada película de Jane Campion se expresaba a través de la música.

Un traslado hacia dimensiones evocadoras que Michael Nyman y su banda hicieron extensivo a su repertorio cargado de magia escénica, el cual no necesita más que la fantasía del receptor para construir castillos en el aire.

Michael Nyman y su música no necesitan de aparatosas puestas en escena
Michael Nyman y su música no necesitan de aparatosas puestas en escena

 

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