Neil Gaiman cambia el cuento

El autor británico ha realizado una imaginativa mixtura entre "Blancanieves" y "La bella durmiente", para elaborar la oscura y épica trama de "La joven durmiente y el huso" (Salamandra ediciones): un rompedor relato ambientado en un reino plagado de sombras y magia negra, donde una reina a punto de casarse se pone la armadura para salvar a una joven princesa de dieciocho años, hechizada por una bruja que la ha condenado al sueño eterno.

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Neil Gaiman
Neil Gaiman retuerce el esquema formal de los cuentos clásicos.

Neil Gaiman se resiste a aceptar la narrativa de los hermanos Grimm, Charles Perrault y Hans Christian Andersen.

El antiguo colaborador de Terry Pratchett (juntos montaron los guiones de la producción televisiva Good Omens) ha dirigido su carrera literaria hacia el vaporoso objetivo de actualizar los cuentos clásicos de toda la vida, a través de una serie de universos fantásticos en los que conviven el drama y el humor, sin olvidar el surrealismo inherente a este tipo de textos carentes de gravedad permanente.

El resultado de semejante propósito ha dado pie a una producción literaria rica en escenarios imprevisibles, reinos surgidos de oscuros aquelarres humeantes y sutilmente infernales, personajes tocados por la varita de lo extraordinario, y argumentos horneados en fraguas emulsivas de sulfuros hipnotizadores. Un caleidoscopio de aventuras esclarecedoras, en el que La joven durmiente y el huso (Salamandra ediciones) conforma la pieza correspondiente a los retos acumulativos y rocambolescos.

Desde el inicio del libro, el lector percibe que La joven durmiente y el huso posee una bicefalia sorpresiva, que aúna la imperecedera huella de los hermanos Grimm y de Charles Perrault. La parte neurálgica de la obra se relaciona sin dobleces con La bella durmiente, de Charles Perrault; pero la incorporación de la joven reina a punto de casarse y de sus amigos los enanos del bosque guarda una similitud directa con Blancanieves, de Jacob y Wilhelm Grimm.

Neil Gaiman
Neil Gaiman junta a los Grimm y a Perrault, en la historia de “La joven durmiente y el huso”.

Ante la citada bifurcación de inspiraciones magistrales, Neil Gaiman arranca el texto sin el habitual “érase una vez…”, sino que lo hace con una descripción inteligente del escenario en el que transcurre la trama: una región dominada por los ambientes extraños y misteriosos, en la que es posible localizar brujas encolerizadas y hadas bienhechoras, princesas inocentes y seres malvados y atemorizantes. Un mundo de naturaleza aterradora, donde los sortilegios surten efecto, y las maldiciones condicionan la existencia de los lugareños.

NEIL GAIMAN NO ESCATIMA RECURSOS ARTÍSTICOS PARA INTRODUCIR AL ESPECTADOR EN EL INTERIOR DE “LA JOVEN DURMIENTE Y EL HUSO”

La edición impresa de La joven durmiente y el huso combina con efectividad las palabras y las imágenes, terreno en el que Gaiman cuenta con la inestimable colaboración del ilustrador y dibujante surafricano Chris Riddell. Ambos diseñan el relato de la reina salvadora y la dama en apuros con la intención de quebrar los estereotipos habituales, y abrir el campo a una visión integradora y diferente.

Para empezar, en La joven durmiente y el huso, NG prescinde de la figura balsámica del príncipe galante y aguerrido, para contentar a los lectores con la presencia de una reina que huye de su inminente boda, para rescatar a una bella princesa dormida por la acción de un huso maldito (tranquilos, que no es por causa de una ingesta masiva de sustancias dopantes), hechizado previamente por una bruja de las de intenciones macabras y vengativas. Una misión para la que cuenta con la ayuda de un ejército de enanos buenos y valientes, más similares a los de El señor de los anillos que a los simpáticos mineros de Blancanieves y los siete enanitos, de Walt Disney.

Neil Gaiman
Neil Gaiman ha contado con el trabajo del ilustrador Chris Riddell.

Sensitiva y envolvente, la prosa de Neil Gaiman engancha por su capacidad para evocar escenas sujetas a la infancia de cualquier terrícola, en las que se estimula el recuerdo de las noches surcadas por historias habitadas por fantasmas literarios de recorrido eterno. Bajo este estilo narrativo, el responsable de American Gods implanta su peculiar manera de sortear la sobriedad y las moralinas referenciales de los cuentos clásicos, para transformar el viaje en una experiencia ajena a los adoctrinamientos. Un método que se acerca más a la neurosis fantasiosa de Don Quijote de La Mancha, que a los originales publicados por Perrault y los hermanos Grimm.

La defensa del amor sin restricciones, con independencia del sexo de los protagonistas, levanta en La joven durmiente y el huso uno de sus pilares temáticos más determinantes; elemento dramático que acentúa la necesidad de percibir la diversidad como algo natural, carente de extrañeza o rechazo (deberían aprender la lección los que se esfuerzan por combatir la ideología de género, en vez de aceptarla sin más).

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