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Natalia Millán convierte la Sala Roja de los madrileños Teatros del Canal en una celebración orquestal, dentro de la nueva adaptación de La viuda alegre que produce el Teatro Arraiga de Bilbao. La opereta estará en la Villa y Corte del 18 de diciembre al 17 de enero de 2016.
París a principios del siglo XX. En la Ciudad de la Luz, los círculos diplomáticos dirimen sus cuitas en las noches vividas en los grandes salones, donde se suceden jornadas atemperadas con el champán y los galanteos. Dentro de ese ecosistema de telas aterciopeladas y uniformes relucientes, el conde Danilo es uno de los donjuanes más exitosos, a la vez de detentar un importante cargo en la embajada de su nación.
Sin embargo, un asunto viene a generar dolor de cabeza al mencionado sex symbol de aristocrático porte: la inesperada misión de enamorar a una escurridiza y adinerada viuda, llamada Hanna Glawari. Esta señora ha amenazado con llevarse sus caudales lejos de las arcas del país de Danilo, y el joven es convencido por sus superiores para hacer que la fémina se olvide de tal idea. El plan resulta sencillo a simple vista: el secretario intentará asaltar el corazón de la dama, pero la cosa se complica ante la actitud descocada de la supuesta víctima.
Tal argumento compone el exitoso musical elaborado en 1905 por el húngaro Franz Lehár (encargado de las partituras), y los alemanes Victor Leon y Leo Stein (autores del libreto, basado a su vez en la obra L’attaché d’ambassade, de Henri Meilhac). Un texto con melodías pretéritas que llega a los Teatros del Canal de la mano de Emilio Sagi, apoyado en el escenógrafo Daniel Blanco y las coreografías de Nuria Castejón.
NATALIA MILLÁN BUSCA PAREJA
Procedente del Teatro Arriaga de Bilbao, La viuda alegre es un montaje que despierta la adecuada nostalgia respecto a una Europa que aún no se había asomado al abismo de las dos guerras mundiales. Con decorados art decó y modernidad de cromatismo deslumbrante, los enérgicos actos están encadenados con el objetivo de arrancar el adecuado enganche en el patio de butacas, que probablemente tendrá en mente las conocidas versiones cinematográficas de esta chispeante pieza.
Aunque no fueron concebidas con la debida fidelidad hacia la opereta, la homónima película de Ernst Lubistch– rodada en 1934, con Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald– y la adaptación de Curtis Bernhardt de 1952 -con Fernando Lamas y Lana Turner– son dos productos difíciles de silenciar en la memoria de los espectadores. Por tal causa, el equipo desplegado en Los Teatros del Canal somete su propuesta a los rigores preciosistas de un espectáculo en el que la diversión es lo realmente importante, sin olvidar el ingrediente dramático de una historia de amor imposible.
La viuda alegre triunfó en su momento porque centraba su desarrollo en un decorado donde el glamur adquiría un protagonismo absoluto, endulzado con un romanticismo de lámparas de araña y palacios vestidos por las leyendas de los bailes de sociedad. En este sentido, el trabajo de la figurinista Renata Schussheim es esencial para captar toda esa parafernalia orquestada en 1905, y que esta reproduce con la visión de un paisaje inspirado en la belle époque.
Al frente de esta aventura, Natalia Millán ejerce de diva con un mimo reverencial hacia su papel: el de la atractiva Hanna Glawari. Una esforzada caracterización en la que la actriz danza al lado del barítono Antonio Torres (Conde Danilo), Silvia Luchetti (Valencienne), Guido Balzaretti (Camille), Iñaki Mauri (Njegus), David Rubiera (Barón Mirko Zeta) y un polifacético coro de dieciséis intérpretes.
Vídeo promocional de La viuda alegre, por Teatros del Canal de Madrid
Más información, entradas y horarios en
http://www.teatroscanal.com/espectaculo/la-viuda-alegre-musical
