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Los vaivenes del corazón, esos golpes afectivos que llevan a los seres humanos a comportarse según los estados de ánimo dictados normalmente a dos bandas, han dado para miles de libretos desde que el mundo comenzó a llamarse -y a concebirse- como tal. Ese banquete emocional, que Platón escenificó a base de medias naranjas incompletas y de reflejos gemelos con aureola espiritual, ha moldeado el carácter de hombres y mujeres al antojo de una mirada, al roce de una mano, a la humedad de un beso furtivo, y a los escalofríos de sudores anticipados al encontrarse frente a la persona amada. Devenires de celos y frustraciones sentimentales, a la vez que de alegrías y juergas caballerescas, con las que se han alimentado millones de libros, poemas, obras de teatro, películas y óperas. Uno de estos ejercicios musicales, inscrito en la última de las categorías mencionadas y compuesto al calor de las contradicciones inherentes a las parejas de tortolitos, lleva por título Così fan tutte (Así hacen todas): cuadro de tintes cómicos con el que Wolfang Amadeus Mozart sirvió su plato dieciochesco, relativo a la (in)fidelidad de los destinos unidos por la pasión.
Inmortales como su creador, los simpáticos y confusos personajes de esta Escuela de los amantes ideada por el compositor austriaco toman una vez más los ropajes de la actualidad, en el estreno previsto en el Teatro Real de Madrid para el próximo 23 de febrero (y cuyas trazas de existencia finalizarán el próximo 17 de marzo). Fechas de galanteo mediático más que asegurado, sobre todo por la impronta del encargado de la dirección escénica del evento: el cineasta centroeuropeo Michael Haneke (quien desembarca en la Villa y Corte con un espectáculo que precederá a la noche de los Oscar, en la que el teutón de nacimiento podría alzarse con los máximos galardones en la gala estadounidense merced a su filme Amor).
Sin embargo, pese a la coincidencia en el calendario con respecto a la ceremonia de los premios de la Academia de Hollywood, esta reunión del responsable de La cinta blanca con el jefe artístico del coliseo capitalino (el particular y arriesgado Gerard Mortier) estaba cerrada desde hace bastante tiempo: el mismo que dista de la desventura sufrida en 2010 por esta versión de Così Fan Tutte, programada inicialmente para vestirse de largo en el marco del Festival de Salzburgo (temporada en que tuvo que suspenderse debido al mal estado de salud de Haneke). No obstante, los dos aniversarios de espera han hecho que el proyecto madurase en la cabeza del creador de la barba blanca y los ojos tristes; adquiriendo las aristas imperiales de los galeones con fondo estelar. Una nave figurada y fantástica, con la que los seguidores del bel canto intentarán surcar las contradicciones expuestas por Mozart a lo largo de los dos actos, por los que transcurre la trama orquestada.
Cromática en esencia, y con atmósfera de primaverales arias inspiradas en la literatura de Shakespeare y en la picaresca italiana de El Decameron, esta tercera parte de la trilogía completada con Las bodas de Fígaro y Don Giovanni (todas ellas unidas por los libretos originales de Lorenzo da Ponte) se caracteriza por una puesta en escena convenientemente barroca, con pinceladas a lo lienzo cortesano y paleta de rojos y azules, aleteados con los bucles de las heroínas de las historia. Ejes conceptuales que Haneke ha debido tener muy presentes en la anhelada y enérgica visitación del universo de Wolfang. Una producción que comparte el patrocinio institucional del Teatro Real de Madrid y el Théâtre La Monnaie/De Munt de Bruselas (Bélgica), y cuyo elenco artístico despide vapores de señoriales connotaciones, siempre vertebrado a través de la sabia batuta de los expertos Syvain Cambreling y Till Drömann (ambos protagonistas alternativos como madamases del atril instrumental).
Con el apoyo de los mencionados directores musicales, la soprano Anett Fritsch (Fiordiligi), Paola Gardina (Dorabella), Juan Francisco Gatell (Fernando), Andreas Wolf (Guglielmo), Kerstin Avemo (Despina) y William Shimell (Don Alfonso) harán resucitar las constantes pruebas amorosas de una opereta cuyas coordenadas las establecen los contrapuntos sentimentales, las verdades a medias, y la imposibilidad de poner la mano en el fuego de la confianza incluso por el alma gemela platoniana. Aunque, una vez se llega al desenlace, las sorpresas guardadas por el autor de La flauta mágica se embalan en forma de aria. Cantos sobre la naturaleza del romanticismo que, tamizados por Haneke, quedan como extractos de un laboratorio de trinos sinfónicos: alimentados con el amplio background audiovisual del realizador de La pianista.
Más información, horarios y entradas en http://www.teatro-real.com/es/eventos/cosi-fan-tutte
