Loreena McKennitt va más allá de las brumas de Camelot
Entre los pliegues del piano de esta señora canadiense crujen las voces de los que se dejaron seducir por Avalon. Las leyendas celtas de corte artúrico, con guerreros prendidos de la Cruz y novias violentadas por la muerte prematura de amores fantasmales, han hecho de las notas de esta mujer de melena leonina testimonios constantes de la pasión envuelta en niebla, de leyendas entonadas al calor de la leña en algún castillo oculto en la remota geografía normanda o escandinava.
Sería demasiado limitado referirse a Loreena McKennitt (Morden, Manitoba, Canadá, 1957) como una representa más del movimiento conocido como new age; ya que el espíritu de esta trovadora de los ancestros culturales se resiste a cualquier aprisionamiento sonoro. El arpa de esta fémina de mirada continuamente desafiante, casi soñadora, es de las que se dejan mimar por las resonancias más variadas, por las influencias que captan la sensibilidad del terciopelo evocador; tanto en el terreno argumental como auditivo.
Después de ocho discos de estudio y dos en directo llega a las tiendas The Wind That Shakes The Barley (editado por Universal), la última ensoñación de corte romántico de esta especialista en invocar las emociones melódicas. En los temas compuestos por la norteamericana no se observan signos de cansancio o de reiteración; sino todo lo contrario: el CD, que salió a la venta el pasado 12 de noviembre y que presentará en Madrid este miércoles a las 18:30 en El Corte Inglés de la calle Goya, regresa a las raíces artísticas de McKennitt; aunque con las experiencias vividas como bandera visible de un conjunto cautivador y misterioso. Los once tracks (nueva canciones y un par de instrumentales) que conforman este trabajo de la vocalista canadiense tienen el hambre de descubrir la perfección a través del pentagrama, de destapar los sueños más ocultos mediante historias sorprendentes, evocadoras, rompedoras, inmortales…
Seguramente, Loreena aún tendrá en la memoria el paisaje luminoso del Palacio de Carlos V, en La Alhambra granadina; cuando -acompañada por su banda- dio unos inolvidables e intensos recitales a mediados de septiembre en 2006. En esas citas, la cantautora se vació profesionalmente; entregando a su público la inigualable y rotunda calidad musical que siempre se espera en cualquiera de sus espectáculos. Incluso Boabdil debió sentir el remanso sincero de los ritmos étnicos de McKennitt, en unas noches de embrujo que -sin duda- la residente en Ontario desearía repetir en un futuro no muy lejano.
Canciones como la nostálgica y bella The Death Of Queen Jane o la vibrante The Emigration Tunes construyen la recuperación de un universo en el que los estados de ánimo son los verdaderos protagonistas; un cosmos made in McKennitt que la estrella nórdica ya recreó con soltura y sabiduría en los celebrados Elemental y Visit.
En los sonidos de Loreena McKennitt están muy presentes los ecos de los peregrinos del Mayflower, esa comunidad puritana que buscó en el Nuevo Mundo una ilusión de la permanencia existencial negada por la Europa de las persecuciones religiosas. Viajera, cual pasajero de la mencionada nave, la compositora no ha dudado en enriquecer su legado con influencias de todo tipo. La poesía excelsa de los maestros de la luz espiritual (William Butler Yeats, San Juan de la Cruz y el inefable William Shakespeare son algunos de sus autores de cabecera a la hora de escribir las letras de sus temas) y los ritmos de diferentes lugares del planeta (dedicó un CD a España y otro a Asia) han convertido en mestiza de intenciones la sinfonía curricular de la responsable del sorprendente The Mask And The Mirror.
Por las venas creativas de esta dama, experta en hurgar dentro de los lastimeros sollozos del arpa y las teclas del piano, corren tanto la cultura celta como la africana, el sol mediterráneo como las heladas superficies de los fiordos noruegos. Composiciones como Marco Polo, A Midwinter Night’s Dream y Santiago así lo demuestran. Embarcarse con la autora de Banks Of Clouds –rumbo hacia épocas recobradas del pensamiento y con puertos elaborados con recuerdos de la naturaleza humana primigenia- es un plan apatecible y real gracias a The Wind That Shakes The Barley. Una oportunidad que sus fans disfrutarán en breve con la consiguiente gira de presentación, del renovado repertorio de esta baladista con las pupilas incandescentes.
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