Karl Ove Knausgård y las estrellas
El escritor noruego recurre al misterio cósmico, en "La estrella de la mañana" (Editorial Anagrama): un relato coral sobre nueve personajes al límite de sus respectivas existencias, que ven cómo cambian sus caóticas realidades, ante la aparición de un astro nuevo y extraño en su desgastado universo cotidiano.
Karl Ove Knausgård es un herrero de frases simbólicas y directas, hundidas en textos que descubren la faz más interna y desquiciada de los seres humanos, que se dejan moldear por la ácida pluma del narrador nórdico. En sus libros, multitud de espejos imaginarios se yerguen frente a personajes rotos en mil pedazos; los cuales se expresan con lenguajes heridos, propios de las víctimas silentes de la rutina y de los recuerdos no verbalizados.
Después de visitar los rincones oscuros de su pasado en el cuadro autobiográfico titulado Mi lucha (Editorial Anagrama), Knausgård cambia de senda creativa en La estrella de la mañana (Editorial Anagrama), para internarse en una variante de la ciencia ficción inspirada ligeramente en el suspense y el misterio. Una variante del género que rememora la practicada por el cineasta danés Lars von Trier, en el film Melancolía. Un terreno que remite igualmente a las pesadillas literarias pergeñadas por Stephen King, cuando recurre a su faceta más astral.
Con el impermeable de un texto coral, La estrella de la mañana refleja su desconcertante temática sideral a través de la desquiciada realidad que experimentan nueve personajes, de comportamiento heterogéneo y sorpresivo. Esto le sirve al literato de Oslo para elaborar una urdimbre de naturaleza híbrida, en la que mezcla el ensayo y la ficción con enorme soltura y riqueza de elementos constitutivos.
“Y en esos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos“. Estas palabras prologan la misteriosa experiencia que conforma la última obra del autor noruego. Una sentencia que ilustra de manera tenebrosa la aparición de la determinante estrella del título, en una noche de agosto. Semejante cuerpo ignoto es el responsable de la evolución dramática de los incautos terrícolas, como si fueran marionetas al antojo de una entidad suprema e inaprensible.
KARL OVE KNAUSGåRD SACA A PASEAR SU IMAGINACIÓN SIMBÓLICA Y EXISTENCIALISTA
El esqueleto activo de La estrella de la mañana podría precisarse al compás de las vicisitudes que viven sus confusos protagonistas: un collage de individuos sumidos en la desidia y el cansancio, los cuales esperan una mínima brizna de esperanza, que modifique el acelerado ritmo que les lleva hacia el abismo y la autodestrucción.
La novela arranca con Arne: un profesor de literatura, que tiene que lidiar con un matrimonio complicado. Su cónyuge, la excesiva Tove, sufre trastorno bipolar. Tras este cuadro de afectos contrariados se presenta Kathrine, servidora de la iglesia, que se descarrila en una sola noche de dispersión moral. A estos se suman Emil e Iselin, dos jóvenes inseguros que se refugian en su desbordante talento para inventar melodías.
Por su parte, Jostein representa al periodista disgustado con la manera en que ha ido su proyección profesional, hombre que está casado con Turid: una dama de espíritu abnegado, que trabaja en un hospital psiquiátrico. Una ocupación que comparte también Solveig.
Todos ellos son las estaciones humanas por las que transita con dedicación Karl Ove Knausgård, siempre con la intención puesta en ir más allá de las máscaras sociales y los estereotipos.
Si en la película Melancolía, de Lars von Trier, la Luna generaba comportamientos acelerados entre los terrícolas, temerosos de un anunciado impacto entre el planeta azul y su único satélite; en la novela de Knausgård el miedo estriba en no saber qué motivos hay para que se muestre en el firmamento una nueva estrella, metamorfoseada en un resplandor que incendia el cielo de repente. Un alumbramiento que se extiende por las múltiples encrucijadas que pasean los tipos que pueblan los capítulos.
Este suspense dramático lo enfatiza KOK con el atrezo inquietante de cangrejos invasores, pájaros que escapan a las clasificaciones de los ornitólogos, plagas de mariquitas que portan una suerte variable y un crimen macabro y ancestral…
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