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Jamie Lee Curtis regresa al universo de Halloween, quince años después de su última encarnación de la legendaria Laurie Strode.
La hija de Tony Curtis y Janet Leigh es el enganche artístico más destacado de Halloween 2018: mitad reboot y secuela de la cinta original de John Carpenter, que pretende seguir la trama a partir de la película inaugural de 1978.
El televisivo David Gordon Green es el encargado de dirigir este último título de la saga, el cual cuenta con Carpenter como productor ejecutivo y supervisor general.
Los que pensaban que el imán de la franquicia de Halloween era el gigantón enmascarado nominado Michael Myers se equivocaban; por lo menos, en parte.
Encima de la balanza palomitera, Jamie Lee Curtis -con su papel de la luchadora Laurie Strode– se ha erigido como la única capaz de disputar el protagonismo al amante de los aceros estadounidenses bautizado MM. Un honor que solo podía arrebatarle el tristemente fallecido Donald Pleasence, con su determinante Doctor Loomis.
Curtis, la dama preferida del género slasher, ha sobrevivido al tiempo y a las carreras por escaleras empinadas; y se ha plantado -a sus casi sesenta años– en el corazón de Haddonfield, para acabar de una vez por todas con el psicopático Michael (quien debe andar ya por los sesenta otoños largos).
Cuatro décadas después del bombazo que supuso el estreno de La noche de Halloween, Jason Blum (Paranormal Activity) ha financiado esta vuelta cinematográfica a los decorados originales, en los que un entonces joven John Carpenter y su compañera Debra Hill inventaron el punto de partida de las movies de homicidas ansiosos por clavar el cuchillo y el machete a todo bicho viviente.
Charleston, en Carolina del Sur, es el escenario elegido por el cineasta David Gordon Green para recrear el pueblo de Haddonfield: un paraíso de callejones ocultos y decorados desolados en los que es posible sentir el miedo, mientras los niños aporrean las puertas del vecindario al ritmo del soniquete de “truco o trato“.
JAMIE LEE CURTIS QUIERE CERRAR EL CICLO
Tras numerosas entregas de dudosa calidad, y un par de intentos poco alentadores de levantar el mito de Myers ejecutados por Rob Zombie, la serie de terror más taquillera en los setenta y ochenta (con permiso de Viernes 13) alcanza su anunciado último episodio.
Un capítulo conclusivo que, según palabras del propio Carpenter, intentará ser el más “espeluznante” de cuantos consta el serial cinematográfico (y son diez, en total).
Para ello, los guionistas de Halloween 2018 (Danny McBride y Malek Akkad) han decidido situar el argumento en las añejas casas que remiten a las de 1978, sin hacer caso de las cintas que median entre la primera parte y esta final.
Con tales pretensiones, la historia consigue centrar su curso en los acontecimientos ejecutados por Myers cuando era un niño de seis años, y acuchilló a su hermana después de que esta practicara sexo furtivo con su novio.
No obstante, y a pesar de su objetivo por borrar resbalones intermedios, el argumento no puede pasar por alto el transcurso de los ocho lustros que hay entre los asesinatos desencadenados a raíz de la muerte de la citada sister del murderer infantil y los actuales homicidios.
Y así lo refleja el libreto, al mostrar a una Laurie Strode con la melena encanecida y mirada de experimentada lady, la cual conserva aún muchas ganas de dar su merecido al homicida de la careta que la persigue.
Al lado de Jamie, la incorporación de Judy Greer (Ant-Man) hará sudar tinta china al mimético Michael; eso si ambas consiguen esquivar sus mortales estocadas…
Como curiosidad, se puede apuntar que uno de los guionistas de Halloween 2018 (Malek Akkad) es hijo del productor Moustapha Akkad: responsable de que saliera adelante la obra inaugural de Carpenter, cuando pocos financieros de Hollywood confiaban en un largometraje que carecía de precedentes cinematográficos en aquel entonces.
