Gabriele Münter siembra el Thyssen de color
Gabriele Münter, una de las máximas exponentes femeninas del Expresionismo alemán, es objeto de una extensa retrospectiva en la sede madrileña del Museo Nacional Thyssen. Cerca de doscientas piezas componen el apasionante recorrido por la trayectoria de la que fue una de las componentes más activas de El ángel azul, el movimiento que fundaron en Múnich Wassily Kandinsky y Franz Marc, en 1911.
Gabriele Münter accedió a la pintura y la escultura a través de un cuidado interés como observadora, siempre atenta a las evoluciones plásticas que se producían en la Europa anterior a la Primera Guerra Mundial. En ese palpitante ecosistema cultural, Münter supo activar su talento con la paleta para llamar la atención de los profesores de las academias en las que se formó.
Durante su época de juventud, la que fuera miembro destacado de El Jinete Azul se vio transportada a un universo de colores sublimados y manchas pigmentadas que bombeaban vitalismo escénico hasta en los puntos de fuga, merced a la admiración que la entonces estudiante declaraba sentir por los maestros del Fauvismo, y hacia las soluciones creativas de Paul Gauguin y Vincent van Gogh.
Animado por mostrar las obras de GM con un sentido proyectivo, el Museo Nacional Thyssen acicala sus salas capitalinas, hasta el próximo 9 de febrero de 2025, para acoger los sueños oleosos de la artista germana, surcados desde la perspectiva de distintas disciplinas, que van de la pintura a la fotografía y de los bocetos a los dibujos de grafito y carboncillo.
El resultado de tal proyecto es un compendio de imágenes que aportan testimonios precisos sobre la existencia de una de las mujeres que lucharon por alcanzar similar reconocimiento que el de sus colegas varones; sumida en un mundo cercano a estallar, y en medio de un terreno profesional tan marginador respecto al sexo femenino como el del Arte de principios del pasado siglo XX.
Gabriele Münter tuvo la fortuna de crecer en un seno familiar culto, donde no se apercibían los rígidos corsés sociales que sí sufrían muchas de sus compañeras con similares inquietudes. La entonces joven pintora no deseaba quedarse en el ámbito decorativo, y producir por obligación sucesiones de bodegones de belleza implacable y carentes de entidad; ya que lo que anhelaba era adentrarse en la aventura plástica de las vanguardias de una manera absoluta, sin redes salvadoras que le impidieran ir a los abismos de sus propias inquietudes.
Dentro de esa necesidad por buscar su propia identidad autoral, GM accedió al emotivo lenguaje de los colores desafiantes, mezclados con su determinación para inmortalizar instantes y vistas evocadas a lo largo de sus numerosos viajes.
GABRIELE MÜNTER FUE UNA ARTISTA EMPEÑADA EN EXPLORAR DENTRO DE LA PLÁSTICA, PARA LOCALIZAR LA MANERA MÁS ADECUADA PARA EXPRESARSE
Las diez secciones de las que se compone la exposición de Gabriele Münter en el Museo Nacional Thyssen -montadas en torno a los cuatro cuadros de la artista germana que alberga la colección permanente de la pinacoteca- permiten a los espectadores asistir a la metamorfosis de una creadora sincera, empeñada en dejar constancia y rastro de cada una de las experiencias que marcaron su existencia.
Los retratos de amigos y familiares conforman el arranque de este laberinto de expresionismo llameante, sobre el que el centro palaciego de la Villa y Corte despliega una serie de lienzos de perfeccionismo sensible, muy en la línea de los ideados por Paul Klee y August Macke.
Terremotos de luces y sombras determinan el dramatismo contenido de las obras de Gabriele Münter, a las que la pintora dota de un subliminal relato de fantasías visuales, en el que abundan las rojas tonalidades del norte de África y las atmósferas otoñales de una Alemania sembrada de oscuridades proféticas.
Tras más de cuatro décadas de carrera frente al caballete, el arte de Münter se erigió como un decidido ejercicio de exploración hambrieinta de caminos liberadores, y de curiosidades enriquecedoras. Una senda esforzada y arriesgada, a la que El Jinete Azul le otorgó el peso de las técnicas expansivas.
Junto a socios de aventuras plásticas como Kandinsky y Marianne von Werefkin, GM pudo mantener el pulso de sus pigmentaciones atmosféricas, y atreverse a plantear universos de naturalezas explosivas, estimulados por la necesidad de la creadora teutónica de salir del estudio para transmitir con la debida exactitud los golpes de viento, las alteraciones nubosas, o los cambios entre la umbría y el poderío solar.
Nota: La exposición dedicada a Gabriele Münter estará en el interior del Museo Nacional Thyssen hasta el próximo 9 de febrero de 2025.
Más información, horarios y entradas en