Fernando Cartón: “El amor es el motor que mueve mis relatos”
El autor castellanoleonés desvela las claves de su primera novela, "El náufrago de Castilla" (Algaida Editores).
Fernando Cartón es un narrador de nocturnidades alumbradas: horas de tintas intempestivas, en las que el rugir de los galeones y los hechizos de ternuras añoradas conjugan los sueños aventureros de este procurador zamorano.
Al calor de sus palabras, arrancadas con esmero a los matojos quemados por el campo castellano, el autor de La promesa da rienda suelta a su auténtica pasión: la de enlazar argumentos, desvelados por la imaginación enérgica de un literato dotado de un discurso eminentemente humano, comprensivo con las debilidades y defectos de los personajes que pueblan sus relatos.
Así lo refleja en El náufrago de Castilla (Algaida Editores), la obra con la que el jurista debuta en el género de la novela: un texto que transcurre en el conflictivo siglo XVI, en medio de una España con hambre de abismos imperiales y eternidades enmohecidas.
Tu novela toma como referente a la denominada Armada Invencible, en un tiempo rico en inspiraciones literarias y aventureras. ¿Por qué escogiste ese momento histórico para desarrollar la trama?
Yo pienso que la época del siglo XVI, concretamente la de los años finales de esa centuria, es un periodo fascinante. Para mí es la época dorada, en el sentido de que España estaba en su mayor esplendor. Estamos ante el cénit y el apogeo del imperio; y creo que, aunque se ha escrito bastante sobre esa época, mucho de lo escrito tiene connotaciones bastante peyorativas. Yo he querido fijarme más en las luces que en las sombras de esos años, y por eso he creído conveniente ambientar mi novela en ese momento.
En El náufrago de Castilla se pueden encontrar elementos que remiten al drama histórico, al género de aventuras navales e incluso al thriller con asesinatos de por medio. ¿Cuál de estos estilos predomina en el libro?
El planteamiento que tenía era el de una novela histórica; porque, entre otras cosas, me gusta mucho la Historia. Claro, cuando te pones a escribir, el camino te va llevando a un tipo diferente de géneros literarios; no solamente los que tú me has dicho, sino también creo que hay ciertos atisbos o conatos de novela negra. Todo viene un poco sobre la marcha, pero creo que el denominador común es el de la de novela histórica. Yo la catalogaría así.
El protagonista de El náufrago de Castilla, Alonso Gómez, no es el héroe típico; sino que tiene también trazas de antihéroe. ¿Cómo definirías a este rudo y peculiar tripulante de la Armada Invencible?
Es un hombre hecho a sí mismo, a veces a golpes. Alonso tuvo una infancia truncada por la muerte prematura de sus padres; y también por su juventud y sus años en el tercio, concretamente en la Guerra de las Alpujarras, luchando al lado de don Juan de Austria. Es un hombre frustrado en cierta manera, pero que llega a lograr la felicidad que todos buscamos cuando encuentra a Julia, su prometida. Otra vez el destino quiere, a los pocos meses de casarse con esta mujer, que esa felicidad vuelva a truncarse con un viaje que es el meollo de la novela. Es un personaje con cierta frustración, pero que al final consigue desarrollar sus potencialidades… Es el eje central de la novela.
A primera vista, la trama puede remitir a La Odisea de Homero…
Mira, me sorprende un poco este comentario que me haces. Mi formación es totalmente clásica. Seguí el bachillerato por latín y griego. Recuerdo que, como éramos tan pocos alumnos y nos gustaba tanto ese idioma o lengua clásica, teníamos un nivel sensacional. Y quizás, sea esa formación clásica la que a lo mejor ha operado en el subconsciente, para que todo este viaje homérico haya salido a la luz en El náufrago de Castilla. Aunque, conscientemente te puedo asegurar que en ningún momento se me ha asomado a la cabeza ni Homero, ni Ulises, ni ninguno de los mitos homéricos…
Castilla parece otro de los personajes de la novela, marcando a fuego a los tipos que pueblan el texto..
No cabe la menor duda de que el sitio en el que vivimos nos condiciona a todos. Y en aquella época, el lugar ambientaba mucho más a las personas. Yo he querido crear unos personajes incardinados en unas coordenadas de espacio y de tiempo. El espacio es la Castilla de finales del siglo XVI, con sus grandezas y sus miserias. Esa Castilla llana, de clima extremo, de hidalgos, de señores, de vasallos… (Se queda un instante en silencio) Esa Castilla influye totalmente en el carácter de los personajes. He querido relatar también las descripciones del campo de Castilla: la técnica del arado, el olor que desprende la tierra recién hendida, las cigüeñas picoteando tras el arado… Todo eso son experiencias que yo he acumulado en mis años de vivencias en esta Castilla profunda, que aparece en la novela y que he querido plasmar en este libro. Por supuesto que el lugar influye y condiciona a los personajes, y a veces les determina.
FERNANDO CARTÓN: “PARA MÍ HA SIDO TODO UN RETO METERME EN LA CABEZA DE UNA MUJER”
Entre la galería de protagonistas llama la atención Julia, la pareja de Alonso. ¿Cómo has afrontado la creación de esta mujer?
Esta es quizás la primera vez que me he planteado hacer un personaje femenino fuerte, muy fuerte. Para mí ha sido todo un reto meterme en la piel y en la cabeza de una mujer. Yo provengo de una familia en la que no hubo mujeres: éramos tres hermanos, y la única mujer que había era mi madre. Esto explica que para mí era muy difícil meterme en el pellejo de una mujer. Quise hacerlo porque creo que, cuando hay un personaje femenino, la novela siempre gana en ternura, y tiene otras connotaciones muy diferentes a si solamente hay personajes masculinos… (Para un momento para reflexionar) He seguido un poco el ejemplo de mi mujer, de mi hija, de ciertos aspectos femeninos que por mi experiencia yo no tenía conocimiento de ellos. Creo que la novela gana en calidad con un personaje femenino central como Julia.
La importancia de Julia en el argumento explica también la fórmula de narrar la novela a través de los ojos de esta y de su esposo Alonso…
Sí. Hay como dos mundos paralelos, que a su vez se complementan y que emergen de un tronco común. La historia va hablando de él y de ella, de las aventuras de él y de las situaciones de ella. El querer dar al personaje femenino un carácter primordial es lo que ha hecho que la mitad de la novela hable de ella, y la otra mitad de él. En realidad, esta novela podría leerse a partir del sexto o séptimo capítulo de una forma que sería como dos novelas en una, dependiendo de si lees los capítulos pares separados de los impares. Es como un tronco del que emergen dos ramas que vuelven a juntarse.
Entre los personajes tomados de la realidad aparece Juan Fernández de Velasco. ¿Cómo te documentaste sobre las actividades del ilustre quinto duque de Frías, el cual solo tiene una presencia tangencial en los libros de Historia?
Ciertamente, tuve problemas para seguir un poco el rastro de Juan Fernández de Velasco, duque de Frías y condestable de Castilla. Tuve muchos problemas porque apenas hay documentación sobre él. Sí que hay en la Casa de Medinaceli, pero no es una documentación al alcance del público o de cualquier investigador. Yo tengo la ventaja de que soy de Villalpando, la localidad donde los condestables de Castilla tenían su casa, el Palacio de los Condestables; del que aún existen sus ruinas. Para seguir su pista hay que seguir un poco los acontecimientos históricos que tuvieron lugar a finales del siglo XVI y principios del XVII. El duque de Frías fue embajador e hizo misiones diplomáticas en Portugal, en la Italia de aquella época, y con Felipe III fue embajador de España en Inglaterra. Él fue quien firmó la paz con los ingleses, a petición de los propios ingleses. Pero los libros de Historia no tratan de él con una biografía lineal; muchas veces aparece como coadyuvante de las biografías de otros personajes de la época, por eso sí ha sido difícil. Tengo algún libro sobre él que habla de su afición al arte, fue un mecenas importantísimo de esa época… Pero, ya te digo que apenas hay una documentación amplia sobre este señor.
Todo lo contrario que sucede con Lope de Vega, otro de los secundarios en El navegante de Castilla…
Sí, Lope de Vega es mucho más fácil, porque tenía grandísimas virtudes y grandísimos defectos; siempre entre comillas lo de los defectos. Era un gran vividor, y también un gran místico. Tenía todas las contradicciones en sí mismo, podía pasar de estar en un éxtasis religioso a batirse en duelo con otra persona… La figura de Lope de Vega da mucho juego, y a mí me coincidía muy bien el poder utilizarlo como personaje secundario para esta novela; porque, claro, participa en el episodio de la Armada Invencible, en el galeón San Juan, conjuntamente con su hermano, que era alférez. Su hermano muere en este episodio, pero él se embarca por unos líos de faldas, y le hago coincidir con mis personajes. Anima y da mucho juego en la novela.
FERNANDO CARTÓN: “EN ESPAÑA ES DIFÍCIL VIVIR DE TU PLUMA”
Contrariamente a lo que sucede en otros países, como en USA, tu ocupación como procurador no ha decantado tus preferencias literarias por el thriller o el género policiaco, sino por la novela histórica. ¿Existe alguna causa?
Yo creo que es porque los juristas, los que tenemos formación jurídica, tenemos una base muy fuerte de formación humanística; me refiero a que hemos hecho casi todo nuestro bachillerato por Letras… Eso te da una formación humanística que en Estados Unidos no existe, ya que su formación es más de tipo empírico. Pienso que ahí anidan algunas razones sobre mi preferencia por el género histórico.
No obstante, en España también resulta más complicado vivir exclusivamente del oficio de escritor que en otras naciones del planeta…
Claro. Desgraciadamente en España es muy difícil vivir de tu pluma. Muchas veces la literatura es una afición añadida a personas como yo, que vivimos de otra cosa. En este país, esa pasión por crear historias no está lo suficientemente valorada y remunerada, como para poder vivir de ella. Por eso tenemos que conformarnos con escribir por las noches, cuando podemos; robándole el tiempo a nuestro sueño, a nuestros hijos, a nuestras mujeres, a otras aficiones… Lo que más nos interesa es que esas historias que hemos creado, que esos protagonistas que hemos traído al mundo, vean la luz. Eso es lo que más nos importa a los creadores.
Aunque esta es tu primera novela como tal, llevas tiempo en este universo de las palabras, a través de géneros como el de los relatos breves e incluso la poesía, ¿no?
Sí. Yo llevo escribiendo desde que era un niño, desde los trece o catorce años. Siempre me ha gustado crear relatos, fue una afición que descubrí cuando era muy niño, y que siempre la he ido alimentando. Salvo el teatro, he cultivado todos los géneros. Como dices, también he escrito poesía, y he participado en algún concurso con algún buen resultado…. También me gusta mucho escribir relatos cortos, lo que llamo cuentos; pero que son pequeña novelitas que relatan historias. Y esos son los géneros a los que me dedico.
¿De dónde sacas la inspiración para tus historias?
Pues, hay un poco de todo. Muchas veces son pequeñas experiencias personales. A veces, una pequeña conversación me da pie para escribir una historia de cuarenta o cincuenta páginas. En ocasiones es un mero pensamiento, o un sueño que tengo. Me gusta también mucho el género de la leyenda, el tipo de las leyendas de Bécquer; y de hecho, una de ellas se llama La promesa, que está en mi libro La veleta nocturna. Otros cuentos están ambientados en Rusia, porque mi mujer es rusa, y es un país que me ha dado mucho juego. Hay algunos ambientados en la época de la División Azul… En fin, mi inspiración es muy variada.
¿Qué te gustaría que los lectores destacaran de El náufrago de Castilla?
Me gustaría que se acercaran a esta novela intentando, o pensando, que lo que van a leer es una historia de amor, que es una historia tierna. No es una historia de crímenes, aunque los haya; ni sangrienta, ni de cañonazos… Es una historia de amor, en la que se oyen truenos lejanos, gritos desgarradores, el murmullo del mar; se huele el sudor de las bestias cuando aran los campos, el graznido de los pájaros escarbando en el surco que ha hendido el labrador… Me gustaría que el lector viera que es una novela sencilla, de gentes sencillas; pero que entre todas ellas logran hacer una historia que yo pretendo que sea sublime. Sublimar el amor.
¿Nos puedes adelantar algo de tus próximos proyectos literarios?
Por supuesto que haré una segunda parte de El náufrago de Castilla, pero lo voy a dejar para más adelante. Voy a hacer una secuela, y de hecho la novela queda abierta… algún personaje queda en Irlanda… En 1602, Juan Fernández de Velasco acude a Londres para firmar el tratado de paz con los ingleses, y por qué no puede acompañarle Alonso Gómez y empezar una nueva aventura. Ahora voy a empezar otra novela, en un lugar con unas connotaciones muy positivas para mí, porque es el sitio donde quedaba con mi esposa cuando éramos novios, en el Puente Anichkov, en San Petersburgo; y he empezado una historia que comienza con una cita allí, entre un hombre y una mujer. Ya veremos lo que da de sí…
Parece que el amor es el imán que une todas tus creaciones…
Sí, creo que el amor es lo que mueve al mundo, lo que siempre lo ha movido; y alrededor del amor pueden darse muchas más circunstancias. El amor es el hilo conductor, es el motor que mueve la vida y que mueve mis relatos.