El Greco cruza el océano Atlántico
El Greco es la estrella en la ciudad del Empire State Building con la exposición “El Greco In New York“, albergada en el Metropolitan Museum hasta el próximo 1 de febrero de 2015.
Toledo esconde bien su aroma a camposanto y a redoble empedrado, entre los deslumbrantes cristales de los rascacielos neoyorquinos.
Allí, conteniendo su negrura diamantina, la Torre de Babel española erige su fascinación de académica Piedra Roseta, a través de las nocturnidades pictóricas de un cretense inolvidable.
Ajena a los cambios geográficos, la paleta de Doménikos Theotokópoulos adquiere la hondura de las centurias transcurridas, sin perder en el viaje ni un ápice de su blancura espectral (genuina e imantada).
Cuatrocientos años después de su muerte, El Greco actúa como invitado de honor en la urbe de La Estatua de la Libertad, para exhibir su Arte superviviente a las generaciones posteriores y a las vacuas tecnologías, constantemente acogido a sus tinturas de oleosos perfumes y colores psicológicos.
Una aventura que el magistral alumno de Tiziano y Miguel Ángel afronta acomodado en los arquitectónicos salones del Metropolitan Museum, en calidad de protagonista de la exposición titulada “El Greco In New York” (la cual estará abierta al público hasta el próximo 1 de febrero de 2015).
El GRECO Y SU LEGADO
Con el inestimable apoyo de La Hispanic Society of America y El Museo del Prado de Madrid, la muestra compone su laberinto visual mediante una adecuada selección de las obras más importantes del genio de Candía.
Paisajes de naturalezas vivas, anatomías contorsionadas hasta el sufrimiento eterno, rostros surcados por la veracidad de los pensamientos de pupilas acuosas, y sentimientos religiosos transformados en delgadez y nervios latentes… Estos elementos diseñan el jardín de las delicias que contempla el currículo del artista griego, un espacio donde la asunción de un estilo particular e irrepetible adquiere la omnipresencia de los espíritus rebeldes.
Después de degustar cada solución plástica desplegada por el creador nacido en 1541 (normalmente sobre oleos resquebrajados por visiones electrificadas), el visitante tiene la sensación de que el trabajo del cretense ha pervivido mucho más allá de la muerte de éste (ocurrida en Toledo, en 1614). Un poso significativo de trascendencia y poder adivinatorio, que puede ejemplarizarse mediante vasos comunicantes con las corrientes impresionistas y cierta parte de la abstracción del siglo XX.
Las escenas montadas por El Greco hablan de inspiraciones venecianas y capitalinas, de musas ubicadas en las paletas de mentores como Tiziano y Tintoretto. Pero también gritan contención exacerbada, a través de los monólogos de un pintor alejado de movimientos y modismos cortesanos, simplemente obsesionado con crecer al ritmo que le imprimía su pulso casi enfermizo.
Las figuras de alargamiento irreal, los fondos telúricos, las miradas desafiantes de sus personajes, los cromatismos voluntariamente apagados y los infiernos devenidos en paraísos anhelados expresan por sí solos de la inabarcable y vertiginosa capacidad del que fuera protegido de Felipe II.
Una perfección de definida sintonía que ha deslumbrado al mundo a lo largo de las centurias, y que asombró al MET cuando esta institución se hizo con el retrato de un hombre anciano elaborado por El Greco (tal vez, un autorretrato no confeso). Obra que ha sido subrayada por la actualidad como uno de los ejes neurálgicos de esta esperada exposición; en la que también se pueden admirar títulos tan conocidos como “La adoración de los pastores“, “San Jerónimo” y “El cardenal Niño de Guevara“.
Más información, entradas y horarios en
http://www.metmuseum.org/exhibitions/listings/2014/el-greco