El color de Alemania conquista Nueva York

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El Museo de Arte Moderno (Moma) dedica una muestra al Expresionismo germano
El Museo de Arte Moderno (Moma) dedica una muestra al Expresionismo germano

En la sociedad de la apariencia, desnudarse interiormente –y soportar con ello las miradas más incisivas de los espectadores anónimos- es una tarea que requiere un comportamiento resignado con el dolor; a la par de hacerlo con el descubrimiento de las heridas que tienden a quedar ocultas. Tal vez por eso, el añejo expresionismo teutón (da lo mismo en su categoría figurativa o abstracta) fue un movimiento artístico demasiado visceral e impactante, ya que se dedicó a mostrar al mundo las costras supuradas de la asfixia de los hombres y mujeres; como si se tratara de una confesión colectiva de los padecimientos de la humanidad. Y lo hizo en uno de los períodos más conflictivos en la historia contemporánea: de los comienzos del siglo XX hasta, más o menos, el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939).

Semejante esfuerzo, destinado a rozar el alma sensible de los hijos de Adán y Eva a través de la creatividad, ha animado al Museo de Arte Moderno de la ciudad de Nueva York (MoMa) a vestir sus salas del 11 West 53 Street, hasta el próximo 11 de julio, con una completa y extensa selección de maestros surgidos de las tesis promulgadas inicialmente desde el grupo Die Brücke (El Puente). Así, nombres como los de Otto Dix, Max Beckmann, Vasily Kandinsky, Emil Nolde o Paul Klee arropan con sus denuncias cromáticas una excelente exhibición, en la que quedan retratadas las lejanas décadas de un mundo en llamas; el mismo que deambuló con los vaivenes propios de los pinceles y los plintos por el imperialismo del kaiser Guillermo, la Gran Guerra de las trincheras y los años precedentes al alzamiento nazi. Más de 250 obras en distintos formatos (lienzos, esculturas, dibujos, carteles, litografías…) de unos treinta autores distintos -pertenecientes en su gran mayoría a los fondos conservados en la institución de la urbe de la Estatua de la Libertad- componen la muestra titulada German Expresionism: The Graphic Impulse. Un trabajo de recopilación y estudio de cuatro años de preparación, que consta de un más que meritorio catálogo digitalizado; y en el que han prestado su inestimable ayuda Starr Figura y The Phyllis Ann and Walter Borter Assciate Curator Of Prints and Illustrated Books. Sin olvidar la impagable labor y el detallismo ejercido por The Anneberg Foundation.

Desde 1905, cuando un grupo de estudiantes de arquitectura de Dresde (Ernst Ludwig Kirchner, Fritz Bleyl, Erich Heckel y Karl Schmidt-Rottluff) se plantearon dar consistencia a la organización conocida como Die Brücke, el naciente Expresionismo se expandió más como una especie de posicionamiento conceptual de carácter sensitivo, que como un estilo uniformado del tipo del que hacían gala en esas convulsas fechas El Futurismo o El Cubismo. Las únicas reglas para ser miembro activo de la corriente surgida en Alemania era la de abandonarse por el sendero de las emociones, a golpe de paletas emborrachadas de color, de cinceles retorcidos en busca del descoyuntamiento y de buriles hundidos en lo contrario a la indiferencia.

El MoMa procura no olvidar a ninguno de los genios que marcaron con sus imágenes la evolución y trasiego de un equipo activo de visionarios que asumió, con cada una de las piezas de su producción, la incomprensión y el miedo de un planeta en proceso de profunda metamorfosis. La libertad con las que se concitaban las obras de estos autores fue casi el único nexo común que unió las visiones al borde de la locura del ecléctico colectivo de artistas. Ya fuera a través del neurótico vitalismo suicida de Oskar Kokoschka, de los potentes testimonios de mortandad latente de Otto Dix, o  de las profecías de pesimismo existencial de Max Beckmann, cualquier variante plástica era susceptible de ser acogida por el Expresionismo; sin cortapisas en cuanto a las resoluciones de los particulares laberintos del subconsciente, y sin miedo al tratamiento de toda temática capaz de protagonizar una escena (religión, espiritualidad, el cuerpo humano, la realidad aunque fuera imaginada, etc.).

El período que cubre The Graphic Impulse da un fiel reflejo de la riqueza creativa de un tiempo en el que la genialidad era independiente del formato utilizado. Bien por medio de las consideradas hermanas mayores (como la pintura y la escultura) o de las artes más jóvenes (fotografía y cine), el lapso de algo menos de cuarenta primaveras con el que se vio alumbrado el siglo XX mostró su pecho al descubierto, ante los balazos de cromatismo recalcitrante y psicoanálisis emocional de unos señores que arrojaron las máscaras; y expusieron su iconografía sin tapujos, con sus deformidades y sus pasiones, con sus vicios y sus virtudes.

Más información en http://www.moma.org

Nota.- Las fotografías del reportaje pertenecen al Museum Of Modern Art de Nueva York

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