Eamonn Doyle, latidos de vida
El fotógrafo irlandés expone sus imágenes humanas y paisajísticas tomadas de la realidad cotidiana, en la Fundación Mapfre de Madrid.
Eamonn Doyle tuvo que sentir el impulso de las exploraciones musicales, para hallar un camino por el que adentrarse en los laberintos humanos de sus congéneres, protegido por el tamiz de una cámara.
Con el zoom abierto en canal, normalmente armonizado por un universo en blanco y negro, el artista irlandés paseó por las calles de la urbe isleña del Parque Fénix; siempre al acecho de los gestos de sus vecinos anónimos, de las dobleces provocadas por la rutina, o de los accesos de desesperanza (muchos de ellos provocados por las resignaciones obligadas).
Seis años le han bastado a Doyle para ilustrar el pulso oculto de los compatriotas de James Joyce, y de paso alimentar la leyenda de las tristezas colectivas: sensación característica de la idiosincrasia de una tierra tan cromática como Dublín, que expresa movilidad y ritmo a cada giro de esquina y salto de baldosa.
En las obras de Doyle no existe rastro de truculencia, ni de escenografías planificadas de antemano. Por contra, lo que sí es posible localizar es un espíritu proteico de veracidad activa. Un mosaico de actitudes coherentes, que aportan a la muestra de la Fundación Mapfre un componente elevado de conexión con el público.
EAMONN DOYLE DISPARA SU CÁMARA
La trilogía dublinesa (i, On y End), las series bautizadas como K y el vídeo Made in Dublin conforman cada una de las partes que inundan la sala situada en la madrileña calle Bárbara de Braganza. Piezas que, con sus emulsiones de analógicos contrastes, revelan el diálogo interminable de los seres que deambulan por las calles que aparecen en las viñetas, los cuales trascienden a las nacionalidades y las fronteras.
En el ADN de las propuestas de Doyle reside un interés particular por reflejar los cambios sociales, políticos y culturales que ha presenciado la capital irlandesa, pero igualmente trata con similar afecto la rutina de los hombres, mujeres y niños que residen en cualquier otra parte del planeta. De hecho, el artista exhibe en la Villa y Corte, junto a sus impresiones Irish, las fotografías que tomó durante un viaje por España.
Partir de lo local, para acercarse a una sensibilidad de tintes universalistas: tal fórmula es la que genera que las secuencias puntuales de ED traspasen la epidermis con contundencia y reflexión retinal, sin necesidad de pasaportes ni visados. Un empeño que convierte el currículo del isleño en un especial álbum de recuerdos, ceñidos a la concepción flotante de alguien que simplemente pasea por la calle; y cuyo ojo anda presto para captar lo que los demás no perciben.
Nota.- La exposición de Eamonn Doyle estará abierta al público hasta el próximo 26 de enero de 2020, en la sala de la Fundación Mapfre (Bárbara de Braganza, 13)
Más información, entradas y horarios en
https://www.fundacionmapfre.org