Diane Setterfield escribe desde el río
La autora de "El cuento número 13" presenta "Érase una vez la taberna Swan" (Penguin Random House Grupo Editorial): una imaginativa historia surgida de su pasión por las fábulas de naturaleza gótica.
Diane Setterfield tiene el río Támesis bien a la vista, cuando pasea distraída por la campiña inglesa que bordea su domicilio en la localidad de Oxford.
La arteria acuosa que moja el exterior hogareño de la responsable de El cuento número 13 es la misma que circunda pacíficamente el pueblo de Radcot, donde transcurre la trama de Érase una vez la taberna Swan (Penguin Random House Grupo Editorial): la última aventura profesional de esta mujer especializada en literatura francesa contemporánea, a la que le gusta jugar con los elementos del suspense gótico y de los inmortales cuentos alumbrados por la pluma de Hans Christian Andersen, Charles Perrault y los Hermanos Grimm.
Una prosa envolvente, alimentada con las vaporosas sensaciones de las atmósferas irreales, ayuda a Setterfield a sustentar los múltiples relatos que desarrolla en Érase una vez la taberna Swan; emociones sensibles que la writer nacida en Berkshire evoca a través de continuos giros en la evolución dramática, siempre atendida por la necesidad voluntaria de someter su discurso a las enriquecedoras reglas de los misterios aparentemente irresolubles y sorpresivos.
“En los límites de este mundo se esconden otros. Hay lugares por los que se puede cruzar. Este es uno de esos lugares“. Tales palabras, las cuales invitan a un viaje hacia lo desconocido, son las que abren la puerta al interior del texto albergado bajo los muros de la mítica taberna conocida como Swan: un establecimiento añejo, en el que se reúnen desde hace siglos algunos de los mejores contadores de historias de Gran Bretaña, para entretener a los asistentes con sus ocurrencias.
DIANE SETTERFIELD PROPONE UN VIAJE A LA PSIQUE HUMANA
El pueblo de Radcot, situado en uno de los márgenes del capitalino Támesis, es el escenario en el que arranca el curso narrativo de Érase una vez la taberna Swan. Allí, en el citado negocio de esparcimiento y diversión, los fabuladores más elocuentes se juntan para seducir con sus relatos a voz alzada. Sin embargo, la jornada de ese día va a ser bien distinta a las habituales.
En medio del jolgorio general, aparece un hombre ensangrentado, con una niña entre sus brazos.
Lejos de la mencionada taberna, dos familias están sufriendo por la ausencia de sus respectivas hijas. Una de las desaparecidas es Alice Armstrong, de la que sus parientes no saben nada desde hace veinticuatro horas. La otra pequeña responde al nombre de Amelia Vaughan, la cual no ha dado señales de vida desde hace dos años.
Dos realidades diferentes, que confluyen en el mismo meandro de odios y secretos que forma imaginariamente el río Támesis; el cual se convierte en un ilustre narrador de las oscuridades que pivotan sobre el marco aparentemente bucólico de Radcot.
En una línea semejante a la utilizada en El cuento número trece, Diane Setterfield diseña una trabajada red de intereses contrapuestos, en la que el lector espera solventar los constantes laberintos que la escritora plantea; y que fortalecen su importancia mediante recurrentes saltos en el tiempo.
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Avance de la publicación de Érase una vez la taberna Swan, por Me gusta leer