Bret Easton Ellis, en blanco nuclear
El autor de "American Psycho" publica "White": su primera obra de no ficción.
Bret Easton Ellis nunca ha sido una celebridad literaria al uso.
Huidizo y excesivo, el escritor de Lunar Park (definido en sus inicios como una especie de Ernest Hemingway, encuadrado en las ilusorias extensiones de la Generación X) no digirió la fama planetaria lograda con Menos que cero y American Psycho de una manera tranquila y consecuente; sino que se sumió en una montaña rusa de emociones aceleradas y salidas de tono algo polémicas, que ponían en un brete a los poderes multimillonarios que sustentan la cultura, la industria del entretenimiento, la política, los medios de comunicación y los emporios editoriales en la nación de las barras y estrellas.
Los nueve años que ha permanecido alejado de la actualidad literaria (desde que apareció Suites imperiales) no parecen haber limado el espíritu crítico del creador angelino. Contrariamente a las bajadas de cabeza y a las genuflexiones interesadas, la pluma del responsable de Glamourama vierte grandes dosis del ácido corrosivo marca de la casa, a lo largo de White: la esperada última obra del narrador estadounidense.
El género híbrido del ensayo barnizado con tintura de falso diario es el formato utilizado por Easton Ellis para pasar revista a la falta de libertad real, que padece la sociedad norteamericana en la actualidad; materializada a través del sentido correctivo, de cualquier actitud y comportamiento considerados poco adecuados para ser difundidos por los canales correspondientes.
Tal conglomerado de normas de “buena conducta“, que según el californiano rigen en todos los órdenes sociales de su país, golpeó profundamente el carácter libertario de la prosa de BEE desde sus inicios en el mundo de las palabras impresas; ya que sus trabajos siempre han transgredido lo que es considerado habitualmente como “políticamente correcto“.
Una pegatina de circulación necesaria que, a tenor de lo expresado por el writer, queda abierta en canal en cada una de las páginas de este ensayo ajeno a la contención; y que engloba demoledoras diatribas contra la cultura del corporativismo beatífico.
BRET EASTON ELLIS NO QUIERE MORDAZAS
Blanco (cuyo título original iba a ser el de White Privileged Male/ Hombre blanco y privilegiado) nutre su discurso con explosivas anécdotas, desplegadas a lo largo de un relato voluntariamente troceado que comienza en la era predigital de 1985, y desemboca en el presente: un escenario compuesto por redes sociales y smartphones, dominadores dictatoriales de la cotidianeidad de los terrícolas.
Con un humor histriónico y a ratos extravagante, el compatriota de Chuk Palahniuk despacha sus filias y fobias existenciales; expuestas a través de películas, discos, libros y programas televisivos que ama y odia. Unos vehículos de aparente distorsión efectiva, que revierten en el nexo común del estado actual de la libertad de expresión en USA.
Temas tan singulares como el del auge de los fascismos y la ultraderecha en el tercer milenio, el renacer de los dogmatismos, la supresión de las individualidades, el declive de la cultura, y la necesidad de hallar un mínimo rastro de la verdad salvadora son las cápsulas filosóficas en las que Bret Easton Ellis sustenta las tesis fundamentales de White.
Todas ellas conjuntan un edificio de situaciones hilarantes y comentarios sorprendentes, que dan pie a un laberinto opresivo y violento; donde la divinización de Internet y de las redes sociales contribuye a dibujar insondables abismos de autocensura ejercida por las propias víctimas, e impuestas por los poderes que los alimentan.
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