Barbara Hepworth esculpe el verano londinense
Barbara Hepworth otorgó sentido a la abstracción británica, con sus obras cargadas de surrealismo. Un universo de maderas, piedras y bronces que llega a la Tate Britain envuelto con todo su esplendor.
Cornwall, la apasionada tierra sureña de contrabandistas y mineros, embadurnó con su savia histórica las figuras de esta dama isleña de plinto y buril.
Barbara Hepworth (Wakefield, Inglaterra, 1903- St. Ives, Inglaterra, 1975) hizo del sur del país del Rey Arturo un lugar en el que la creatividad luchó a brazo partido por salir de las sombras, un escenario donde las figuras moldeadas adquirieron la rotundidad de la innovación contemporánea.
Amiga y competidora de su coetáneo Henry Moore, la autora de la monumental construcción Single Form –ubicada en el exterior de la sede neoyorquina de las Naciones Unidas– es la heroína de la extensa retrospectiva, que prepara sobre su brillante trabajo la Tate Britain londinense; exhibición que acotará su existencia pública entre el 24 de junio y el 25 de octubre de 2015.
BARBARA HEPWORTH Y SUS MATERIALES
Escultura dentro de la escultura. Con semejante fórmula lingüística, podrían definirse las obsesiones artísticas de la aguerrida cofundadora del movimiento The Unit One. Unos sueños de contorsiones curvilíneas, que pasean con inspiración e inmediatez entre el Surrealismo de raigambre aventurera y el Modernismo de cuño especialmente alegórico.
Las piezas seleccionadas para viajar este verano a la Tate Britain hablan, entre susurros serenos, de pulsos suaves mantenidos al compás de las olas; de noches y días dedicados a la grandeza de unos diálogos abstractos y sensuales.
Barbara Hepworth ensambló su currículum profesional con el apego a los materiales tradicionales, tales como la piedra y la madera. Pero supo comprender las posibilidades escondidas de estos aperos de labranza artística, para hilvanar un decorado innovador y en continuo compromiso con la experimentación (tanto en el continente como en el contenido).
El ansia por avanzar fue la vitamina que nutrió cada década de esculturas quemada por la fémina nacida en Wakefield. Ingrediente activo que estuvo muy presente desde sus años de becaria en la Leeds School of Art, y que se convirtió en el principal argumento para afilar sus conversaciones sin red con colegas del talante de Jacob Epstein y el ya citado Henry Moore.
En las manos de Hepworth, los cuerpos artificiales ajustan sus aristas a las connotaciones de los espacios surgidos de los propios ingredientes, como si el vacío o el hueco fuera el englobante necesario y único para diseñar horizontes reveladores. Tales ubicaciones atmosféricas visten de hipnosis donjuanescas los avances de las esculturas paridas por la isleña: capaces de entonar los sonidos del silencio a través de las texturas y las superficies abrillantadas.
Sculpture for a Modern World (título que la Tate Britain ha dado a la muestra) exhibe la faz comprometida de esta madame dotada con el tacto de los arquitectos de lo imposible, y agraciada con la paleta de la simpleza más rocambolesca y barroca.
Por medio de sus temáticas contagiosas, el recorrido propuesto por la institución británica vislumbra la importancia del legado de Hepworth; una herencia inspiradora que deja su impronta ante la contemplación de algunas de sus piezas favoritas, y que mezcla obras de distinto tamaño e importancia, telas ilustradas por BH, fotografías, collages, dibujos y películas.
En definitiva, un bosque testamentario que anima a concluir que Jocelyn Barbara vivió y murió por su compromiso con la creación. Una existencia sacudida por las naturalezas caprichosas de la madera, la piedra y el bronce que la ciudad del Big Ben recupera, con el fin de que los amantes de las geografías inventadas encuentren su morada.
Más información, entradas y horarios en
http://www.tate.org.uk/whats-on/tate-britain/exhibition/barbara-hepworth-sculpture-modern-world