Balthus cabalga en las cuadras del Quirinale

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Balthus descansa hasta el 31 de enero en el corazón de Roma, a través de una amplia selección de sus obras más determinantes. Con esta exposición, la capital transalpina adelanta los fastos relativos a conmemorar los quince años del fallecimiento del artista francés.

La exhibición de Balthus ha sido montada en la espectacular Villa Medici
La exhibición de Balthus ha sido montada en la espectacular Villa Medici

Una figurada cometa de lujuriosas estelas cruza por las cuerdas de la guitarra, con cuya música adormecen el crepúsculo una maestra y su pupila. Como espectador privilegiado, está el campo asiente mudo e indómito a las miradas ocultas y a los pensamientos no verbalizados de las féminas; mientras, el pintor sucumbe ante los multicolores márgenes de los pinceles prohibidos.
Así es como Balthus construyó La lección de guitarra (1934), escena pigmentada que bien puede atomizar la filosofía productiva del creador nacido en París, aunque con sangre polaca en sus venas.

Balthasar Klossowski de la Rola (Francia, 1908- Rossinière, Suiza, 2001) levanto un currículo de renacimientos soñados y anatomías estilizadas. Carrera con matices recortados de la realidad falseada, que adquiere cuerpo expositivo en la muestra acampada hasta el 31 de enero de 2016 en las Scuderie del Quirinal.

Balthus siempre mantuvo una estrecha relación con el Renacimiento italiano/ Foto: Scuderiequirinale.it
Balthus siempre mantuvo una estrecha relación con el Renacimiento italiano/ Foto: Scuderiequirinale.it

BALTHUS COMPITE CON LOS CABALLOS DE MÁRMOL

Cerca de doscientos operarios trabajaron a marchas forzadas para montar el recorrido de imágenes en distintos formatos elaboradas por el hermano del filósofo Pierre Klossowski, secuencias destinadas a ilustrar la intensa vida profesional del hombre que llegó a codearse con maestros de la altura de Pablo Picasso y Pierre Bonnard.
Intentar atomizar las variaciones plásticas del vástago de Baladine Klossowska y Erich Klossowski es una tarea casi imposible, debido sobre todo a las evoluciones eclécticas de un genio que dominó tanto la pintura; como la escultura, el collage, el dibujo y la fotografía. Eso sin olvidar el gusto por la decoración de escenarios y espacios naturales.

Balthus visitó Roma en 1961/ Foto: Scuderiequirinale.it
Balthus visitó Roma en 1961/ Foto: Scuderiequirinale.it

Balthus recibió lecciones renacentistas desde sus primeros balbuceos en el mundo del Arte, y a través de su apego hacia las vanguardias traspiraron -al calor de actualidad- los espíritus inmanentes de Piero della Francesca, Massaccio, Nicolas Poussin, Théodore Géricault, Eugène Delacroix, Jean Auguste Dominique Ingress, Francisco de Goya y Paul Cezanne.
Al estribo de las piezas que han viajado a Roma, el espectador puede tomar constancia de las obsesiones del francés por arañar un rastro de eternidad reconocible, bien disfrazada con los mimbres de la metafísica, los accesos de orientalismo voluntario o las elucubraciones visuales tomadas de la Nueva Objetividad.
Pero, junto a estas experiencias más arraigadas en los accesos contextuales, lo que exhiben las cuadras del Palacio del Quirinale habla también de fábulas soñadas, de realismos mágicos en los que hay cierta unión con el muralismo mexicano y los textos simbólicos de Gabriel García Márquez y Juan Rulfo.
Balthus expandió su huella por los cinco continentes con su pulso multicultural, sin restricciones precisas a localismos de cartón piedra.

Y con esa piel peregrina se dejó impregnar por las atmósferas de Berlín, París, Ginebra, Berna y –como no- Roma, las cuales perviven en el pulso neurálgico de Mr. Klossowski. Noviazgo concertado, que abre las fuentes arquitectónicas de los citados lugares a sus lienzos cargados de luz y a sus perspectivas casi fantasmales.

Balthus no solo limitó su producción a la pintura/ Foto: Scuderiequirinale.it
Balthus no solo limitó su producción a la pintura/ Foto: Scuderiequirinale.it

En semejante esquema de laberintos sensitivos, la otrora ciudad del imperio de los césares tuvo especial resonancia en la inspiración del creador, perfilada tras la estancia de este en la misma durante 1961. Allí, entre los monumentos milenarios y las fachadas ennegrecidas por el tiempo, B trabó amistad con el cineasta Federico Fellini y el también pintor Renato Guttuso. Y fruto de estos contactos nacieron reflexiones de efectos sorprendentes, impresos en sus cuadros y esculturas.
Por tales motivos, y por muchos más, no resulta extraño que -a poco de cumplirse los quince años de la muerte de Balthus- la urbe fundada por Rómulo y Remo homenajee al hombre de los cuentos vanguardistas, al fabulador de las musas seductoras y clarividentes, al diseñador de mundos sustentados por los pilares donde residen las fantasías difuminadas.

Balthus fue capaz de reunir en sus obras el espíritu de las narraciones fantásticas/ Foto: Scuderiequirinale.it
Balthus fue capaz de reunir en sus obras el espíritu de las narraciones fantásticas/ Foto: Scuderiequirinale.it

Más información, entradas y horarios en

http://www.scuderiequirinale.it

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