Antonio Tabucchi vuelve a la vida con un relato inédito
Antonio Tabucchi actualiza su prosa encendida dos años después de su muerte, con la primera obra póstuma de su extensa carrera. “Para Isabel. Un mandala” es el título del texto, redacción que la Editorial Anagrama ha trasladado al idioma de Cervantes.
El rojo de la bandera portuguesa dejó de licuar hemoglobina de oposición tras la muerte de Antonio de Oliveira Salazar.
Dictador sin paños calientes, el líder destacado de lo que vino en bautizarse Estado Novo ejerció su cargo de Primer Ministro desde casi proclamarse el golpe militar de 1926. Mandato de hierro y pólvora que alcanzó su crepúsculo en 1968, dos años antes del fallecimiento del citado caudillo luso.
Un trayecto al camposanto prolongado durante décadas, y en el que perecieron violentamente miles de ciudadanos nacidos en la tierra de los fados.
Isabel fue una de las muchas personas desaparecidas en los abismos del salazarismo. La joven, alumbrada en el seno de una familia acomodada de la burguesía, comenzó a simpatizar con las ideas del Partido Comunista a temprana edad. Camino libertario que conllevó a su posterior desaparición, sin dejar el menor rastro de su paso por el mundo.
Y de esta manera, la dama pernoctó con nostálgicos lamentos en los rincones de la memoria; hasta que el escritor Antonio Tabucchi (Pisa, Italia, 1943- Lisboa, Portugal, 2012) le otorgó el protagonismo absoluto (ausente y real) en su novela “Para Isabel. Un mandala“.
Un texto que la Editorial Anagrama ha rescatado del anonimato, para envolverlo con la experta traducción de Carlos Gumpert y ponerlo a disposición del público en la colección Panorama de Narrativas.
ANTONIO TABUCCHI EJERCE DE DANTE
Diseñado originalmente en 1996, el prestigioso autor de “Sostiene Pereira” mantuvo en el silencio este relato de desencuentros y búsquedas por motivos de emotiva sensibilidad, además de por cuestiones de privacidad necesaria.
Como si se tratara de una hermana breve e ibérica de “La Divina Comedia“, “Para Isabel” evoluciona a través de círculos (capítulos), en los que se exponen las obsesiones de los personajes principales: testigos somnolientos de unos hechos que se antojan como sueños o pesadillas, provenientes en su mayoría del cerebro de un detective devenido en tejedor de pretéritos dolorosos.
Al lado del profundo Waclaw-Tadeus, Tabucchi sigue la pista de la revolucionaria fémina conocida como Isabel, a la que la opresión le gastó la mala pasada del olvido; y la cual ejerce una fascinación inmediata y mitológica en la psique del investigador.
Los nueve círculos de los que consta el libro muestran al lector una estructura polivalente, dentro de la que nada es lo que parece. Con semejante armazón, el narrador de “Réquiem” toma la faz de un tour operador centrado en destinos imprecisos, azares borrados por las vidas humanas que no echaron raíces de existencia.
Todos esos escenarios concretan una sinfonía de descubrimientos, en la que los vehículos son seres con huellas de veracidad e historias que contar. Una galería que lleva a Tadeus a las puertas de la muerte anunciada, como etapa final de una odisea homérica, hipnótica y contagiosa.
Tal cromatismo de tonalidades susurradas es abordado por Antonio Tabucchi con los vapores de una prosa dominadora, reflexiva, inspiradora y altamente visual. Ingredientes de elevada factura literaria que confluyen en esta obra póstuma para hornear un suculento bocado, sincero y sensible, emocionante y nostálgico, generacional y filosófico.
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