0
0
Andrea Motis afronta con imaginación su debut en solitario, a través de un disco en el que despliega la madurez interpretativa adquirida al lado del bajista Joan Chamorro (con quien ha firmado seis colaboraciones previas).
La joven trompetista juega con las sensaciones artísticas y los mestizajes sonoros, en el calórico repertorio contenido dentro de los surcos de Emotional Dance (Impulsive! Records).
Entre los temas escogidos por la cantautora nacida en Barcelona, hay versiones sorprendentes de maestros de los ritmos corpóreos como Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes.
El jazz es un género huidizo, casi canalla; el cual obliga a perder la consciencia al compás de los pianos sulfurosos, las percusiones anímicas y las guitarras somnolientas.
En tales extensiones de sinuosas notas -esgrimidas normalmente con pasiones nocturnas y nómadas-, la veinteañera Andrea Motis ha acomodado sus inclinaciones creativas, moldeadas con similares sortilegios a los que en su día hipnotizaron las depresiones trovadoras de Billie Holiday; y agrietaron los graves tonos de la inmensa Nina Simone.
Sin embargo, la joven compañera profesional del bajista Joan Chamorro (productor del álbum, junto a Brian Bacchus y Jay Newland) no traslada sus experiencias hacia los límites peligrosos y abismales donde les gustaba apostar su talento las dos señoras citadas anteriormente, sino que se complace en sujetar sus ripios dentro de la estela agradecida de los estímulos complacientes.
De esta manera, Emotional Dance se percibe como un ejercicio de enamoramiento rápido, alimentado con el indudable bagaje melódico de Andrea Motis: una fémina con ansias de aportar frescura y alegría medioambiental, alentada por un estilo demasiado sudoroso y entristecido.
ANDREA MOTIS ELABORA SU PROPIO JAZZ
Al escuchar la voz de la autora de Emotional Dance salta pronto a la palestra la figura de la norteamericana Norah Jones, responsable de dar al género de las vitriólicas inspiraciones una dimensión más comercial y multitudinaria. Operación mercadotécnica que los puristas no han visto con muy buenos ojos.
Algo de Jones hay en el trasfondo polifónico de Andrea Motis, pero las ambiciones de la letrista catalana no van tan lejos a nivel planetario; lo que le infiere un espíritu más sincero y profundo que el abanderado por NJ.
Esto queda perfectamente traducido en el disco de debut de la cantautora española, con un puñado de temas en los que deja constancia de su innegable versatilidad a la hora de crear atmósferas. Así se percibe en los increíbles paisajes auditivos que arranca al eterno You’d Be So Nice To Come Home To (una estupenda versión del famoso tema de Cole Porter), o amarrada a las seducciones de bossa nova afilada que la barcelonesa se marca en Chega De Saudable (AM se deja atrapar por los versos de Antonio Carlos Jobim y Vinicius De Moraes).
Los catorce cortes que contiene Emotional Dance exhiben la necesidad de Motis por refugiarse en musas carentes de purezas reductoras, con lo que sus pentagramas aclaran sus corcheas al son acondicionador de flirteos emulsivos, aderezados con hebras tan atractivas como las de la música brasileña y las del del soul de carretera.
Con esta fórmula efectiva adquieren nuevas texturas y colores adictivos, clásicos del calibre de He’s Funny That Way, de Charles Daniels y Richard Whiting; Never Will I Marry, de Franck Loesser; Baby Girl, de Eddie Jefferson; y Señor Blues, de Horace Silver.
Nota.- Andrea Motis actuará el 6, 7 y 8 de abril, en la sala Jamboree Jazz Club de Barcelona.
