Al Pacino se prueba la piel de Phil Spector
El 2 de febrero de 2003, la mansión angelina del célebre productor musical del disco Let it Be, de The Beatles, -el mismo que en las décadas en las que el rock se teñía de pop y folk inventó el wall of sound, término que designaba un revolucionario sistema de grabación multipista de reproducción compacta- se oscureció con la sangre de actriz Lana Clarkson. La intérprete abonada a la serie B, con títulos como Barbarian Queen, yacía sin aliento en sus pulmones entre las paredes del lujoso inmueble; víctima de un disparo. La detención del otrora emperador del vinilo fue lo suficientemente mediática para un ecosistema como el hollywoodiense; y ríos de tinta desbordaron su cauce conforme llegaban a las redacciones las revelaciones y novedades del caso. Finalmente, la incertidumbre acabó con la sentencia del jurado, cuando -el 2 de febrero de 2009- los doce ciudadanos aceptados por la abogada de la defensa (Linda Kenney Baden) y el fiscal encontraron al cerebro financiero de algunas de las obras más exitosas de The Ronettes y John Lennon culpable de homicidio en segundo grado. La pena: 19 años de prisión.
El prestigioso actor ocasional -además de sobrio e inteligente director, dramaturgo y guionista- David Alan Mamet (Chicago, Illinois, USA, 1947) se ha hecho eco de la rocambolesca historia homicida, para montar una movie destinada a la pequeña pantalla, en la que ficciona la evolución de un proceso de los que no pasan desapercibidos por la notoriedad de sus protagonistas; a la vez de por el aroma de venenosa pasión que envolvía el criminal acto cometido hace ahora ocho años.
El realizador de la sobresaliente Casa de juegos, que no se ponía detrás de las cámaras de manera tan determinantemente artística desde que en 2008 firmara la activa Cinturón rojo, construye el guion de esta producción (aún sin título que puntualizar) mediante dos personajes tan fuertes escénicamente como los de Phil Spector y la letrada Linda Kenney Baden. Excéntrico por naturaleza, y dado a los excesos en la faceta social que seguían con interés sus admiradores, el ingenioso músico nacido en 1940 está interpretado en la cinta de Mamet por el versátil, y convenientemente histriónico, Al Pacino (Nueva York, 1940). La estrella de películas como El padrino y Scarface (es bastante curioso que el actor que pone físico a Mr. Spector fuera el protagonista de este largo de Brian de Palma, ya que compartió créditos con una entonces casi debutante Lana Clarkson) se mimetiza con el aspecto psicodélico del montador de Let it Be.
Trabajos como esta especie de biopic pergeñado por el creador de Chicago están consiguiendo que Pacino vuelva a gozar de algo parecido a una segunda juventud; después de haber participado en no pocos filmes de escaso calado, que no contribuyeron a relanzar su leyenda ante las cámaras. Precisamente, han sido la televisión y el teatro –más que el séptimo arte- los medios de expresión que han rescatado de las tinieblas a este enérgico y portentoso intérprete, a quien le ha pasado factura negativamente en algunas de sus colaboraciones la adrenalina que le corre por las venas. Aunque, su más que notable caracterización para la pequeña pantalla como Jack Kevorkian -por la que ganó el Emmy y el Globo de Oro-, en No conoces a Jack (Barry Levinson, 2010), puso de nuevo al italoamericano en las agendas de unos estudios que ya le empezaban a dar por perdido. Tal ha sido la repercusión que, tras acabar el rodaje con Mamet, Al tiene previsto meterse en otro biopic de naturaleza catódica: Gotti, proyecto de su salvador Barry Levinson sobre el homónimo y famoso mafioso, en el que es posible que comparta plató con John Travolta.
Pero el director de Spartan ya está lo suficientemente fogueado en el universo de las claquetas como para jugarse el prestigio a una sola carta, por mucho que sea un comodín con los rasgos de Serpico. A tal efecto, el nacido en Illinois ha requerido los servicios de uno de los mejores y más efectivos antídotos, contra cualquier acceso de sobreactuación no controlada por parte de Pacino. Este compuesto de cabellera rubia responde al nombre de la británica Helen Mirren, quien se embute en la ropa ajustada de la letrada Linda Kenny Baden.
Mientras los fans del morbo sobre un caso tan mediático rechinan los dientes para ver los resultados obtenidos por el impulsor de la serie The Unit y su equipo; los más avispados ya pueden ir empapándose con los detalles de lo sucedido. Y lo más certero para lograrlo es a través del documental The Agony and the Ecstasy of Phil Spector: dirigido en 2009 por Vikram Jayanti, con testimonios de gente como la víctima Lana Clarkson anteriormente a su fallecimiento; aparte de las declaraciones de ídolos de los escenarios de la talla de Tina Turner… No obstante, pese a lo notorio de los apellidos implicados, ni Mamet ni Jayanti procuran con sus obras perder el hilo de la naturaleza de lo acontecido: después de la mortal deflagración, un ser humano fue privado de su existencia.