Tony Bennett, el crooner del jazz

El legendario cantante de "I Left My Heart in San Francisco" falleció el pasado 21 de julio, en su residencia de Nueva York. Tras él queda un legado de siete décadas de música inspirada, en las que Bennett desarrolló un estilo propio a la hora de interpretar los temas más diversos, que hacía suyos desde la primera nota.

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Tony Bennett
Tony Bennett supo adaptar su música a lo largo del tiempo

Tony Bennett siempre fue un camaleón inteligente de las melodías, capaz de aglutinar en torno a su potente y modulada voz de crooner a varias generaciones de seguidores. Capacitado con un estilo propio que traducía cada tema a su peculiar sistema de mecer las notas, el responsable de Stranger in Paradise falleció el pasado 21 de julio, a punto de cumplir 97 años. Una noticia que priva al mundo de la música contemporánea del último crooner puro, deudor de una época en la que las canciones transmitían atmósferas envolventes, como si fueran pequeños fragmentos de vida, sublimados por gargantas tan prolíficas como las de Frank Sinatra, Dean Martin, Andy Williams o Matt Monro.

Tras la muerte de Bennett, Neil Sedaka, el galés Tom Jones y el indio Engelbert Humperdinck son los únicos que siguen la estela de los crooners más o menos clásicos, de los cuales se considera digno heredero el canadiense Michael Bublé.

Si Sinatra era la Voz imperecedera de Estados Unidos y Dean Martin representaba el ritmo acompasado y romántico emulsionado con sus guiños a su ascendencia italiana, Bennett catapultó su carrera en base a sus experimentos exitosos, consistentes en mezclar la orquestación apasionada con los acordes jazzísticos. Una fórmula arriesgada, establecida en un universo en el que el rock and roll empezaba a postergar un poco a los grandes crooners de traje impoluto y mirada retadora, los cuales tuvieron que modificar su dramatismo escénico, en función de los gustos de cada momento.

Tony Bennett
Tony Bennett hizo su última aparición en público junto a Lady Gaga

Estos altibajos en la vida profesional de Anthony Dominck Benedetto, motivados por la necesaria comercialidad del producto discográfico, marcaron los diferentes puntos de inflexión en su extensa trayectoria. De los primeros años de encumbramiento al lado de Columbia Records a la dura etapa en la que sufrió incluso una sobredosis por consumo de cocaína, de sus magistrales y poco entendidos discos con Bill Evans a sus interesantes duetos con Lady Gaga; el ganador de 20 premios Grammy, dos premios Emmy (entre otras distinciones) nunca paró de grabar en los estudios y de ofrecer su talento ante el público. Un amor por el contacto con sus fieles, que mantuvo en activo hasta 2021, cuando el alzhéimer que padecía le imposibilitó cantar en directo sus imperecederos temas.

TONY BENNETT NUNCA TIRÓ LA TOALLA, Y SIEMPRE ESTUVO PRESENTE EN EL UNIVERSO MELÓDICO DE USA

Aunque estuvo delante de un micrófono desde niño, Tony Bennett empezó a perfilar su carrera artística a partir de 1951, cuando Columbia Records publicitó el primer hit del neoyorquino: Because of You. El entonces veinteañero no podía creer que la citada empresa discográfica confiara en él, para sustituir al archiconocido Frank Sinatra. Esto provocó que durante un tiempo ambos crooners no coincidieran en un escenario, hasta que Las Vegas reconcilió la relación que había comenzado de manera algo accidental (Bennett siempre confesó la admiración que sentía hacia Sinatra).

Tras ese fulgurante debut, TB repitió el triunfo con la profunda y conmovedora balada Cold Cold Heart, los románticos acordes Stranger in Paradise, la electricidad rítmica de Rags to Richies o la subyugadora letra de In the Middle of the Island. Así hasta grabar uno de los temas estrella dentro de su extenso repertorio: I Left my Heart in San Francisco, en 1962.

Tony Bennett
Tony Bennett tiene uno de los repertorios más laureados de la música estadounidense

La facilidad de Tony Bennett para encender la imaginación de los oyentes, con su explosiva voz de pureza innegable, le convirtió en todo un referente de la música estadounidense de los años cincuenta y sesenta, sin apenas notar el desgaste frente a la entrada de ídolos del calibre de Elvis Presley y The Beatles.

No obstante, y a pesar del favor de los fans, la década de los setenta del pasado siglo XX estuvo a punto de acabar con la estela del prolífico crooner. Hundido en una pérdida de inspiración bastante problemática, y después de romper con Columbia Records, Bennett intentó revitalizar su figura con variaciones orquestales no muy eficaces. Aunque, entre los trabajos pergeñados en esas jornadas de excesos y naufragios emocionales, se cuenten dos colaboraciones de gran valor creativo, con el pianista Bill Evans.

Pero no hay mal que cien años dure, y el del responsable de Cinnamon Sinner acabó cuando Henry Mancini le encargó interpretar el tema Life in a Looking Glass, de la película ¡Así es la vida! (Blake Edwards, 1986). Bennett volvió a las listas de éxitos, con esta canción nominada a los Oscar de 1987.

Desde el citado bache setentero, el currículo del crooner nacido en Long Island se mantuvo en un continuo estado de gracia, con interpretaciones que eran recompensadas con premios como los Grammy. Y así permaneció hasta su última obra de estudio: Love for Sale (2021), en la que acomodó su mítica garganta a los vaporosos y seductores sones de Lady Gaga.

Tony Bennett deja un vacío en la música que nadie podrá llenar; aunque siempre quedarán sus actuaciones épicas y voluntariamente apasionadas y encendidas.

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