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Steven Spielberg finaliza el rodaje de “St. James Place“, una película basada en hechos reales ambientada durante el período de la Guerra Fría. Tom Hanks, Alan Alda y Amy Ryan son los protagonistas.
El 1 de mayo de 1960, cuando un misil S-75 Dvina impactó contra el U-2 pilotado por Francis Gary Powers, el mundo tembló con el miedo nuclear en el cielo de la boca. Las rotativas de los periódicos echaron humo ante el impactante hecho, y el temor a una escalada bélica entre el bloque capitalista y el soviético no hizo más que congelar la supervivencia de la especia humana.
En medio de la crisis internacional, el gobierno de la Casa Blanca decidió enviar a la tierra de la Hoz y el Martillo a un inteligente abogado que respondía al nombre de James Donovan.
Los mimbres de su plan de defensa tras el Telón de Acero aún no son del dominio público; pero sin duda empezarán a sonar más cuando las salas del planeta estrenen “St. James Place” (la puesta en circulación de la película está fechada para 2015).
STEVEN SPIELBERG VA A LA CAZA DEL OCTUBRE ROJO
Al más puro estilo de los espías de antaño, el creador de “E.T” (siempre con la gabardina reluciente) ha puesto su cámara al servicio del argumento elaborado por el dramaturgo inglés Matt Charman: texto al que le han otorgado escamas de celuloide los hermanos Coen (Ethan y Joel).
Un proyecto de altura que protagoniza el camaleónico Tom Hanks (actor fetiche de Spielberg), quien se enfunda la atrayente personalidad de James Donovan. Y al que acompañan en su aventura un elenco variado y excitante, que componen Mark Rylance, Amy Ryan, Alan Alda y Eve Hewson, entre otros.
El grupo de intérpretes presta sus dotes profesionales al responsable de Tiburón para dotar de realismo a una historia que se nutre de acontecimientos reales, ocurridos hace tan sólo cincuenta y cuatro otoños.
En ese universo de cinco décadas atrás, el mundo era visto como un enorme tablero de ajedrez; cuyas piezas llevaban los colores de las barras y estrellas y el rojo descendiente de la revolución bolchevique.
Spielberg se mete así de lleno en la neurosis colectiva existente en semejante época de movimientos controlados, y que en 1960 tenía a Dwight D. Eisenhower y a Nikita Khrushchev como los jugadores principales del combate.
De esta forma, el director de Salvar al soldado Ryan despliega toda su capacidad de concitador del pasado reciente, para narrar un relato que comenzó ese 1 de mayo de 1960, cuando el citado U-2 era derribado por un misil soviético.
A la par del aparato, también desapareció el piloto del mismo (contratado supuestamente por la CIA para una misión que no llegó a desvelarse a los medios), un hombre llamado Francis Gary Powers. Acusado de espionaje, el militar fue juzgado y condenado a dos años de prisión, y dos de trabajos forzados.
Una sentencia que quedó conmutada en octubre de 1962, al ser intercambiado en la frontera por el oficial soviético Rudolf Abel.
La atmósfera de las novelas de John Le Carré prende con energía en el trabajo de Steven Spielberg, quien ya tocó el asunto del espionaje con notables resultados en Munich (aunque, en esa ocasión, la trama se centraba en la venganza de los servicios secretos israelíes por la matanza de unos atletas olímpicos).
Un sueño hecho realidad en la mente de un cineasta al que le encanta traducir a imágenes en movimiento las epopeyas más complicadas, siempre llevadas a cabo por hombres de aparente vulnerabilidad. Engranaje de anónimos héroes que enfatiza el letrado James Donovan.
Más información en http://www.imdb.com
