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Vivir eternamente en un sueño, y visualizar el mundo más allá de lo meramente perceptible. En esas latitudes de irracionalidad consciente, la luz suele tomar los complejos de las crisálidas a punto de estallar; mientras que la oscuridad esgrime dentelladas de lobos hambrientos de misterio. Sólo unos pocos privilegiados se pueden considerar habitantes con carné en ese universo de la inmanencia. Y el texano Robert Wilson es uno de ellos.
Desde el pasado 11 de noviembre, y hasta el próximo 17 de febrero de 2014, este artista multimedia (ajeno en versatilidad a un estilo determinado, y liberador de los límites disciplinares) traslada sus obras e inventos a los paisajes parisinos del Louvre: republicano lugar, donde dialogarán -en régimen de modernidad- con la sorna sempiterna de La Gioconda y las heridas candentes de La Victoria de Samotracia.
Lady Gaga como tirón mediático
El existencialista y falsamente rutinario título de Living Rooms (bajo el comisariado de Philippe Malgouyres y el propio Wilson) ha sido escogido por el aventajado alumno de George McNeill -y heredero anhelado de André Breton– para desplegar sus diversas elucubraciones albergadas en el mítico Watermill Center, situado en Long Island (Nueva York). Allí, a pocas horas de los dragones de asfalto y los rascacielos de cristal, RW lidera desde hace tiempo un nutrido equipo de jóvenes portentos, todos ellos comprometidos en “imaginar nuestra realidad, mucho más allá de la perspectiva humana”, como dijo en una ocasión el experto Louis Aragon.
Siempre deudor de su visionario Surrealismo, hilado con inspiraciones tecnológicas y profundidades escénicas, el responsable de la recordada representación Deafman Glance ocupa de esta forma la pinacoteca francesa, avalado con un sinfín de materializaciones; en las que el tradicionalismo del plinto y la paleta se une con técnicas más clásicas, tendentes a mostrar las virtudes de contextos audiovisuales hipnotizadores.
Arropados por esa carpa de los mil deseos, comparecen ante el público los recuerdos de Wilson: metamorfoseados en especímenes de calidad inigualable, tan bellos como desconcertantes, tan ricos en evocaciones como sumamente universales. Un circo de piruetas rocambolescas en el que actúa con disimulado protagonismo -escondido en el disfraz del Arte– un nutrido grupo de performances únicas y sobrenaturales, de filmaciones humedecidas con el líquido de la genialidad y de montajes de vídeo, en los que el estadounidense se permite tutear a los grandes maestros de la historia de la plástica (muchos de ellos, invitados perennes en el museo capitalino).
Merced a esa extensión productiva, los visitantes pueden contemplar películas inolvidables para la retina, tales como About Paul Thek (relativa a la exposición que Wilson montó en el Whitney Museum Of American Art, de Nueva York, en torno a la labor del escenógrafo del título); Bob Wilson’s Life And Death Of Marina Abramovic (largometraje dirigido por Giada Colagrande, sobre el ficticio funeral de la artista serbia Marina Abramovic); Die Walküre (grabación de la versión de la ópera de Richard Wagner, que RW animó con sus diseños, y que contó entre sus voces con Peter Seiffert, Stephen Milling y Linda Watson, con la correspondiente dirección de Philippe Bézial para el Théatre du Châtelet, en 2006); o Robert Wilson and Dance (que se ofrecerá el próximo 1 de diciembre, en colaboración con la Cinémathèque Française).
No obstante, y pese a los numerosos pilares exhibidos, Living Rooms ha saltado a las páginas de las cabeceras más señeras y a los programas de televisión y de radio por los retratos/ vídeos que el arquitecto, diseñador, fotógrafo, pintor y escultor ha realizado a la conocida Lady Gaga. El creador norteamericano toma la catadura camaleónica de la diva del disco-pop para vestir sus ambiguas extensiones carnosas con la desnudez de Marat, el sufrimiento de San Juan el Bautista o la etérea calidez de Caroline Riviere. Dramaturgias de pretendida activación contemporánea, que están ubicadas en la Sala de la Maquette.
Así, con el toque de Mr. Robert, los ecos de la music star suenan a plenitud de decibelios en la estela dieciochesca y decimonónica de los originales. Una hazaña más que añadir al currículo de este hombre del teatro arriegado: señor con decenios de vuelo ingrávido, al que no le importa pasar de los fuegos artificiales del famoseo a las honduras testimoniales que aportan convidados como John Cage, Christopher Knowles y el dúo CocoRosie. Capacidad de hombre-orquesta por la que se distingue a los que viven entre sueños…
Más información, horarios y entradas en http://www.louvre.fr
