Robert Redford y Jane Fonda recuperan el feeling pretérito, en Our Souls at Night: filme que dirige el indio Ritesh Batra, según la homónima novela del estadounidense Kent Haruf.
La historia versa sobre dos personas mayores, ambos viudos, que se encuentran para conocerse y hablar; mientras los sentimientos fluyen con cada palabra.
Redford y Fonda no compartían títulos de crédito en una película desde El jinete eléctrico (Sydney Pollack, 1979).
Durante más de tres décadas, las pupilas de la hija de Henry Fonda y del sex symbol aventurero de Memorias de África habían optado por no cruzarse con una cámara de por medio.
Los guiones pasaban de largo por uno de los duetos del séptimo arte más admirados, desde que en 1966 protagonizaron la excelente movie La jauría humana (esa genial obra dirigida por Arthur Penn, sobre los comportamientos violentos de una masa ansiosa por matar).
Y así se ha mantenido, hasta que Ritesh Batra ha conseguido convencer a R y a F para que estos se vieran de nuevo las caras en un largometraje.
Un drama otoñal con dos personajes de carne y hueso, agrietados convenientemente por los años vividos y los recuerdos aparcados en el arcén existencial, es el causante de que Redford y Fonda hayan dado el paso al frente, en una época donde las luchas contraculturales han sido sustituidas por los cuestionamientos sociológicos de las vulnerabilidades individuales.
El apasionado y romántico guion elaborado por Scott Neustadter y Michael H. Weber fue determinante para que las estrellas de Descalzos por el parque aportaran sus fogueados físicos a esta película, cuya producción corre a cargo de Netflix.
ROBERT REDFORD CREE EN LAS PALABRAS
Cuando Kent Haruf editó Our Souls at Night, hubo bastantes lectores que no comprendieron el desprendimiento de todo componente sexual de una trama de sentimientos mediados por el conocimiento mutuo. Incluso los críticos buscaron subterfugios varios, para hallar un rastro de hormonas recalcitrantes a lo largo de sus capítulos.
Sin embargo, el amor mantenido por Louis Waters y Addie Moor va de otro palo diferente al de la simple atracción física. Desde el momento en que Addie plantea a Louis pasar una noche en su casa sin intercambio de fluidos entre ellos, se establece dentro de la pareja una especie de sello irrompible, mucho más acorde con las ánimas a las que alude el título original.
En las secuencias de Our Souls at Night no hay impetuosidad juvenil, ni siquiera rebeldía ante la imposibilidad de cambiar el mundo. Lo que se atisba en su mensaje es una asunción carente de límites en la exposición de la humanidad entendida como introspección hacia la otra persona, siempre parapetados por las propias vivencias.
De esta manera, Addie involucra a Louis en su existencia, y le permite actuar con respecto al nieto de nueve años de la mujer y a las decisiones un tanto agresivas de su hijo Gene. Por su parte, Louis abre su corazón de más sesenta primaveras a esa musa invernal que se cuela de puntillas en su solitaria rutina.
Batra aposenta el mayor peso de la historia sobre la experiencia contrastada de Robert Redford y Jane Fonda. En torno a los cuales, el director diseña un engranaje heterogéneo de actuaciones, en las que sobresale la participación de Matthias Schoenaerts, Judy Geer, Bruce Dern y del joven Iain Armitage.
El resto lo ponen las localizaciones saturadas de naturaleza de Colorado (donde se sitúa la figurada ciudad de Holt), más unas vistas potentes de la urbe de Florencia.
Todo un itinerario internacional, para volver a disfrutar con Robert Redford y Jane Fonda en plan amatorio.