Prefab Sprout exorcizan las raíces de su pop romántico
Mark Rothko cargó sus telas con la profundidad de mareas de arcoíris, extensiones acuosas de océanos hipnotizadores, que no precisaban de títulos significativos para cautivar la mirada. En los pinceles del creador estadounidense, la abstracción tomaba el pulso de la serenidad aparente, determinación mucho menos violenta en sus caudales sanguíneos que las transformaciones enloquecidas de algunos colegas de luces y sombras, tipos enquistados en la amargura del estilo de Jackson Pollock. Según los vértices activos del maestro de las monocromías, no resulta extraño encontrar a los hermanos Paddy y Martin McAloon en los callejones deslumbrantes tintados por el pintor norteamericano; posicionamiento que la pareja fundadora de Prefab Sprout ha explotado para la construcción del noveno álbum de estudio en su carrera.
En esa estela de inspiraciones de caballete y emulsiones oleosas, Crimson/ Red (título del disco aparecido el pasado 7 de octubre, alumbrado por el sello Icebreaker) viene a ser como una superficie desnuda a la que cubren paletas de inusitada veracidad, brochazos de sabiduría experiencial que constatan los diez bocetos de tan especial mural sinfónico.
Regreso prometedor
Tras la aparición en 2009 del profético Let’s Change The World With Music, muy poca gente apostaba por la supervivencia de la banda responsable de míticos hits como Cars and Girls. Y las causas de tal vaticinio no iban por el agotamiento de la fuerza inspiradora de sus motores sustanciales, sino por la terrible enfermedad que había anidado en la frágil salud del imprescindible Paddy. El reconocido líder de la formación (y autor de la mayoría de los éxitos del grupo) perdía vista con suma rapidez, al tiempo que le fue diagnosticado el mal de Ménière (caracterizado por un deterioro progresivo del oído interno, y por la ausencia de equilibrio). Con semejantes perspectivas, es fácil entender por qué los hermanos McAloon anunciaron -hace unos años- la disolución de Prefab Sprout.
Pero la necesidad de navegar por los universos sonoros fue más fuerte que las limitaciones propias de las dolencias físicas; y, al final, los cerebros responsables del irrepetible If You Don’t Love Me se encerraron en el estudio de grabación -pese a las opiniones de los facultativos- para generar el idílico y ochentero Crimson/ Red.
Como los trovadores de laudes medievales astillados por las décadas, y siempre consciente de que el género del pop electrónico y evocador es en el que mejor se mueven sus alardes compositivos, Paddy hundió el lápiz en una decena de temas, marcados por la nostalgia activa de los tiempos de euforia a lo Thomas Dolby. Un puñado de tracks caracterizado por la escena británica de los alardes instrumentales a media voz, vibrante al ritmo melódico de las discotecas atestadas de baladas urbanas.
Con ese caldo de cultivo necesario y estimulante, el CD avalado por las insinuaciones de Rothko vierte su pólvora incendiaria en formato de poemas, versos capaces de encender la chispa de antaño alimentados por el hambre de hace unas décadas (cuando los acordes familiares de la banda se ensamblaban con las colaboraciones de miembros tan enriquecedores como Wendy Smith y Neil Conti).
Ausencias notorias aparte, por los surcos de este disco con encarnaciones en el título se atisban a vuelo de pájaro las otrora ansiedades juveniles (Adolescence), los sueños truncados por no hacer caso de las imágenes que produce un pintor ciego (List Of Impossible Things), los acordes de un folclore muy enraizado en los senderos de Durham (The Old Magician) o las connotaciones de verdades escondidas por las medias tintas (Mysterious). Aunque en su discurso tampoco faltan las conexiones con la fantasía cinematográfica de la época dorada de Hollywood, con un alegre vídeo que incluye un homenaje al glamour pretérito de Atrapa un ladrón, de Alfred Hitchcock (coreado por los ripios de The Best Jewel Thief In The World).
Precisamente, a la vez que concluye el último tema mencionado (single más reciente del compacto) se visiona un mensaje relativo a las vueltas sin puntos aparte. Una moraleja que no entiende de crudos diagnósticos médicos, y en la que únicamente importa los pentagramas y la creatividad. Tal cual habría firmado el mismo Mark Rothko.
Más información en http://www.prefabsproutalbum.com