Ömer Uluc y Halil Altindere, dos soñadores otomanos presiden el espíritu de Arco 2013
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Corredores asfixiados por stands. Galeristas con ansias de apañar la profunda crisis que atenaza los pinceles y las cuentas corrientes; al tiempo que la depresión económica convierte los plintos en figuras arqueadas hacia la desesperación. Gente trajeada que extiende la mano y apresta la chequera… Y algo de Arte. Eso es Arco: la feria madrileña del mercantilismo que inicia hoy su curso anual (y van 32), para maquillar las cifras de una temporada aciaga (lapso enérgico y crematístico que oscurecerá sus puertas con la clausura el próximo 17 de febrero). Veintisiete países tienen en este 2013 cabida en los pabellones ocho y diez de Ifema; pulmón de hormigón en un recinto ceremonial colindante con hoteles y edificios inteligentes, de esos que disfrazan las limitaciones humanas a base de chips y tarjetas de navegación homérica.
Dentro de esa barahúnda de telas y fotografías, de instalaciones y letreros luminosos, de creadores consagrados y talentos emergentes; una decena de centros expositivos procedentes de Turquía se concitan en la megaexhibición de la Villa y Corte (desplegada por los espacios seleccionados para la ocasión por Vasif Kortun y Lara Fresko). Trabajo de depuración representativa en el que la pareja de expertos ha incluido importantes tiendas de artísticas esencias, como Maçka Sanat Galerisi y la revolucionaria Nev.
Después de que la publicación sobre lo que significa Arco, y las distintas propuestas de este año, han acomodado sus pliegues en las páginas de rotativos y revistas en los más variados idiomas; lo más recomendable es tomarse un respiro, aposentar un poco la imaginación en un lugar apartado, sólo con el objetivo claro de disfrutar con la aventura turca promocionada a bombo y platillo en los carteles y los voluminosos catálogos (eso si lo del coleccionismo masivo no está al alcance de su bolsillo, y desea descubrir la plástica de la patria puente entre dos continentes). Tarea a lo Indiana Jones, que bien puede resumirse con el acercamiento a las obras de dos de los mejores embajadores procedentes de la tierra de Otelo, con esqueleto de lienzo y paleta, cámara de sarcasmo y rebelión.
El primero de los invitados en ese paisaje figurado es el tristemente fallecido Ömer Uluc (1931- 2010). La presencia de este simbólico y cosmopolita pintor es una de las más celebradas entre las galerías del otrora imperio otomano, y da muestra de la combinación de estilos y tendencias que caracteriza a los nacidos en la nación con capital en Ankara. Ingeniero en sus inicios, el que fuera esposo de la escritora Vivet Kanetti pasó sus días estrangulado por una evolución ajena a las corrientes de su tiempo, visiones de espátula y paleta en las que lucharon constantemente el expresionismo figurativo y la abstracción devoradora de la realidad. Mujeres pintarrajeadas con ciertos eslabones rubensianos se unen a formas naif de simplicidad minimalista, a lo largo del extenso currículo de este señor que recorrió el mundo en busca de inspiraciones certeras, no marginadas por el localismo de lo tradicional. Muchos han destacado el matrimonio de la producción de Uluc con una obsesión caligráfica, asunto que no resulta incorrecto en absoluto; aunque sus pasiones de tintura fueron mucho más allá, siempre destinadas a alcanzar un universo propio y evocador, en el que los colores toman el protagonismo del lienzo (por encima de cualquier temática determinada).
Junto al eléctrico ÖU, el multidisciplinar e irreverente Halil Altindere (Mardin, Turquía, 1971) es otro de los nombres a tener en cuenta en la titánica acumulación de puestos y marchantes, agrupados en los pabellones de Ifema. El joven representante de la “nueva ola” con sede cultural en Estambul sorprende por la libertad irónica con la que trata las imágenes que pasan por sus manos; en una guerra sin cuartel contra la marginación y las actitudes represivas.
Insignias; banderas; seriedad impostada; políticas irresponsables; y comportamientos incoherentes en el siglo XXI, respecto a tramas como la lucha de sexos, tienen en el pulso y la retina de este salteador de formatos uno de los mejores cerebros, alumbrado en las latitudes en las que Bizancio tradujo la palabra Arte a la lengua de la eternidad hecha catedral o mosaico.
Con estas dos escuetas señas de identidad como brújula, ya puede visitar los diez tenderetes de Turquía en el zoco madrileño; en cuyo interior igualmente hallará mucho trapicheo, venta al por mayor… y algo de plástica de la buena (por lo menos, la supuestamente vendible).
Más información, entradas y horarios en http://www.ifema.es/ferias/arco/default.html
