Night Shyamalan desconcierta

"Tiempo" (Old) es una extraña mixtura entre una fábula de ciencia ficción farmacéutica y un cuento de terror existencial, en la que el cineasta de "El sexto sentido" se muestra incapaz para desarrollar adecuadamente un contexto sometido al misterio y la incertidumbre.

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M. Night Shyamalan
M. Night Shyamalan firma una película irregular y algo decepcionante

M. Night Shyamalan es uno de esos creadores que siempre genera expectación, cada vez que una de sus obras es estrenada (ya sea en las salas de cine o en las plataformas televisivas). Su fórmula para mantener el interés parece heredada del aura mediática del genial Alfred Hitchcock, pero Shyamalan no es desgraciadamente la encarnación del maestro británico del suspense clásico.

Mientras Hitchcock orquestaba misteriosas historias con personajes inolvidables, el responsable de El sexto sentido recurre simplemente a la estrategia del creador de Psicosis basada en no dar muchas pistas sobre el argumento (el mcguffin está en estos casos asumido desde la misma sinopsis), y dejar que el espectador descubra las claves de la película, según la visiona en una sala de proyección. En el caso de Shyamalan, el asunto va bien cuando la tensión y las sorpresas de guion están bien dosificadas (El sexto sentido, El protegido, Múltiple, La visita, Señales); pero semejantes laberintos provocan cansancio y desazón, cuando el relato es redundante y artificial (El bosque, El incidente, After Earth, Glass).

Tiempo (Old) pertenece lamentablemente al segundo grupo de largometrajes, pese a su prometedor comienzo y los magníficos escenarios en los que transcurre la trama. Adaptada libremente de la novela gráfica de Pierre-Oscar Lévy y Frederik Peeters, la cinta se asemeja a los añejos films setenteros sobre conspiraciones científicas, destinadas a acabar con la vida de los incautos humanos que escogen como cobayas.

Según estas coordenadas, Tiempo podría definirse perfectamente como una compota soleada del serial La isla de la fantasía, algunas novelas de Robin Cook, Cocoon en sentido contrario, la filosofía distópica de Las mujeres de Stepford, y los experimentos carentes de toda moral de La isla del doctor Moreau. Un mosaico vintage de obras parcheadas, que conforman el esqueleto artístico de una movie plagada de fugas involuntarias.

M. Night Shyamalan
M. Night Shyamalan no consigue salvar los buenos momentos de “Tiempo”

A pesar de que el planteamiento a lo Perdidos y El lago azul, que hace Shyamalan en los prolegómenos de la película, prometía experiencias más emocionantes que las expuestas finalmente, la evolución temática se queda anclada en un mar de dudas y secuencias redundantes.

A esto se suma la sensación de que, desde el arranque del film, se nota que parte del casting no está escogido adecuadamente. En este terreno, quizá, lo más llamativo sea la falta de química que exhiben Gael García Bernal y Vicky Krieps, como una de las parejas que protagoniza la historia coral.

M. NIGHT SHYAMALAN NO SALE AIROSO DE LA ISLA

Las primeras secuencias de Tiempo sirven para presentar a Prisca (Vicky Krieps), Guy (Gael García Bernal) y a sus hijos Trent (Nolan River) y Maddox (Alexa Swinton). Esta pintoresca familia acude a sus vacaciones en plena crisis conyugal, con una separación de los padres en el horizonte más cercano. El período de relax es una oportunidad para Prisca y Guy, por eso se meten de lleno a disfrutar de un destino extraño y apartado de los paradisíacos entornos turísticos más demandados.

Al llegar al hotel, las sensaciones son estupendas, y la diversión se palpa en el ambiente. Sin embargo, una mañana el mánager del resort sugiere al clan una excursión a una cala secreta, solo para clientes preferentes. Guy y Prisca aceptan la visita; y, junto a otros huéspedes, se trasladan a la selvática playa. Una vez allí, Trent se topa con el cadáver de una mujer, y ya nada vuelve a ser lo mismo. Los incautos veraneantes descubren que cada hora que pasan sobre la arena blanca de este oasis marítimo supone para ellos un envejecimiento considerable. Pero, algo les impide abandonar el sitio, pese a ser conscientes de que les espera la muerte en cuanto amanezca al día siguiente.

M. Night Shyamalan
Tiempo plantea tesis un tanto desacertadas

La teoría del crecimiento acelerado que ilustra Shyamalan en Old queda un tanto inverosímil desde el punto de vista analítico. Tras contemplar como Trent (seis años) y Maddox (once años) se convierten sin más en adultos lleva a preguntarse: ¿la madurez es algo meramente físico, o entran en juego las experiencias vitales y las circunstancias de cada individuo? Una cuestión que el film deja en el aire, sin tomar en serio semejantes diatribas en ningún momento.

Cada década transcurrida en minutos simplemente deja en los personajes un exceso de maquillaje en forma de arrugas, y alteraciones corporales un tanto exageradas. Sin embargo, se obvian temas trascendentales para el crecimiento, como el de la alimentación adecuada (¿se puede desarrollar una osamenta medianamente consistente a base de helados y pasta?), o el de la evolución cerebral al quemar los lustros.

Shyamalan desaprovecha también la adecuada diferenciación entre los personajes encerrados en la paradisíaca isla, y solo aporta pinceladas de su comportamiento, sin profundizar en las distintas motivaciones existenciales que estos acumulan.

Unos lastres que quedan algo diluidos, frente al fácil y decepcionante desenlace; desmontado por una sucesión de acontecimientos demasiado facilones y manidos.

 

 

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