Lana del Rey sueña con Woodstock
Lana del Rey cambia de imagen y estilo, para dotar a su quinto álbum de estudio (el desconcertante Lust for Life) de un aura hippy que combina a la perfección con su melancolía de laboratorio.
La cantante y compositora neoyorquina vuelve a confiar en Rick Nowels con el fin de dotar a la obra de un misterio palpitante, emulsionado por una atmósfera protectora que va del hip-hop al rock clásico, de los arreglos orquestales al dream pop.
Entre los invitados a tan sugerente festín de sonidos, Lana se ha rodeado de amigos de la categoría de Stevie Nicks, The Weeknd, Sean Lennon, A$AP Rocky y Playboi Carti.
En apenas cinco años de carrera, Elizabeth Woolridge Grant (más conocida como Lana del Rey) ha pasado de niña mona con aspavientos de diva de pasarela, a colocarse como una de las mujeres con mayor proyección artística del panorama musical estadounidense.
Ya en su disco de inicio (el oscuro e inspirado Born To Die), la joven de la melena sesentera exhibía maneras de talentoso recorrido; algo que ha ido reflejando a lo largo de sus trabajos posteriores, entre los que se encuentran los valerosos y resaltables Ultraviolence y Honeymoon.
La fórmula de Lana del Rey estriba en regalar a su tono austero de contralto -sometido habitualmente a los ritmos modernos de electrónicas laberínticas- un paraíso de letras, alimentadas con la desidia de los espíritus insatisfechos. Un jarabe para los noctámbulos, que casa a la perfección con la dejadez hipster y las filosofías ocasionales del déjà-vu.
Y en ese territorio de los dolores del ánima es donde igualmente se sitúa el imaginativo curso de Lust For Life (Interscope Records/ Polydor); pero lo hace con algo más de candidez que en las cuatro obras anteriores.
Tal postura la ejerce la admiradora de las melodías de The Shangri-Las a través de un puñado de líricas presuntamente optimistas, y hasta luminosas.
LANA DEL REY NO SE ESCONDE
Los juegos de máscaras, en los que es posible interpretar múltiples existencias sin por ello renunciar a nada, le gustan particularmente a esta dama; experta en la trap baroque music y los artificios de atmosféricas consecuencias.
De esta manera, Lana del Rey somete el temperamento de sus seguidores a posicionamientos abiertamente hedonistas y hasta vacuos, para confrontarlos -a vuelta de track– con declaraciones claras y diáfanas, por ejemplo, en contra de la política del presidente de USA: Mr. Donald Trump.
Este mensaje de diamantinas consignas revolucionarias lo exprime la neoyorquina en el corte titulado God Bless America- And All The Beautiful Women In It: un verdadero alegato en favor de las mujeres de la nación de las barras y estrellas, las cuales tuvieron que manifestarse durante las últimas elecciones por las acciones de la campaña de Trump para coartar su libertad de expresión.
Pero este corte es sólo una parte integrante del mosaico que forman las 16 letras de las que consta Lust For Life. Un CD que esconde más de una sorpresa, y que preserva un sello de calidad realmente encomiable.
Semejante obsesión por la hipnosis milimétrica se deja sentir en la irónica Tomorrow Never Came, donde Del Rey monta un ejercicio Beatle con desenlace nostálgico, al lado de Sean Ono Lennon (el hijo pequeño de John); o con la tonada a piano vaporoso que la treintañera construye tras los contornos de Beautiful People. Beautiful Problems, y que interpreta junto a la sobresaliente Stevie Nicks.
En ese escenario de fantasías encubiertas, Lana despliega -con cada una de sus líricas a duermevela- un catálogo de emociones diversas, que cuadran a la perfección con las pesadillas de creadores del estilo de David Lynch o de Charles Perrault.
Decorados surgidos de insinuaciones cómplices, que la autora de Love riega obstinadamente en licores de psicodelias pretéritas.
Vídeo oficial de Love, por LanaDelReyVEVO