La Escuela de Londres pierde a su retratista más famoso

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Lucien Freud falleció el pasado miércoles en su casa de la capital del Reino Unido
Lucian Freud falleció el miércoles en su casa de la capital del Reino Unido

El pasado 20 de julio, a una hora no precisada con exactitud, la mirada acuosa de tonos entre azulados y grises de Lucian Freud (Berlín, Alemania, 1922- Londres, Inglaterra, 2011) echó el cerrojo de la eternidad en su casa de Notting Hill. El sueño sin tregua le llegó en paz, según sendos comunicados emitidos a la prensa por parte de su marchante neoyorquino William Acquevella y su abogada Diana Rawstron; una especie de ironía, si se mira bien, para el reposo obligado de un guerrero que hizo de la pasión creativa su alimento conceptual, suero en vena con el que el artista visitó repetidamente las fronteras de la percepción sensible.

Obras como "Benefits Supervisor Sleeping" (por la que se pagaron más de 30 millones de dólares en una subasta) le otrogaron popularidad y reconocimiento
Obras como "Benefits Supervisor Sleeping" (por la que se pagaron más de 30 millones de dólares en una subasta) le otrogaron popularidad y reconocimiento

Los rostros que conforman la producción de este polémico mosquetero de la irrepetible Escuela de Londres –donde compartió inquietudes con personajes tan celebrados en el concierto internacional como Francis Bacon y Auerbach– son conjuntos de facciones surgidas de las catacumbas del espíritu humano. Duros en esencia, más decrépitos que sensuales y sumamente reveladores, los rasgos de cada uno de los retratos de este calificado maestro de la figuración componen una galería tétrica de profunda y macabra simbología, sin posibilidad de huir de las carnes colgantes y los miembros desnaturalizados. Algo que el propio creador dejó impreso en el autorretrato que compuso de su persona completamente desnuda, trabajo que levantó muchas de las conciencias políticamente correctas tras su exhibición pública en 1993. Aunque consiguió lo que aparentemente pretendía: mostrarse tal cual era, en su belleza y fealdad, en su vulnerabilidad y con sus arrugas, sin ropajes que ocultaran sus defectos ni sus ansias por reclamar su trono en la corte de los hombres sinceros.

El artista se ganó numerosas críticas por este retrato de Isabel II
El artista se ganó numerosas críticas por este retrato de Isabel II

Desde la primera exposición individual que Lucian Freud protagonizó en el panorama mercantilista, ocurrida en la Lefevre Gallery en 1944, los entendidos fueron testigos de la fuerza y energía con la que el entonces joven promesa defendía cada uno de sus lienzos. En concreto, en tal época se habló mucho del estupendo El Cuarto del pintor. En esos años de estertores de los combates de la Segunda Guerra Mundial, el Surrealismo había prendido raíces en la imaginería del veinteañero de sangre germana. Sin embargo, pronto cambió el destino de su producción hacia la técnica del retrato, que adoptó desde 1950.

Los animales también se convirtieron en modelos de sus singulares escenas
Los animales también se convirtieron en modelos de sus singulares escenas

Sus amigos, los tipos a los que admiraba o simplemente los que le causaban alguna clase de sentimiento de atracción (aunque se tratara de individuos totalmente anónimos) fueron los modelos de sus lienzos, en los que expuso cuerpos holgados en carnes o escuálidos hasta la extenuación, en unos ejercicios de descorazonadora asfixia, donde se podía apreciar cierta influencia de la profundidad psicológica con la que realizaba sus piezas el inigualable Oskar Kokoschka; o la inconfundible técnica cromática y la pincelada ancha de su amigo Bacon.

En sus retratos intentó acercarse a la realidad de los individuos a los que pintaba
En sus retratos intentó acercarse a la realidad de los individuos a los que pintaba

No obstante, los cuadros y grabados de Freud no solamente contemplaron la faz más escondida de los seres humanos que representaban; ya que también dedicó su esfuerzo a acercarse al mundo de las mascotas de los mismos. Así, como en una práctica por hallar las similitudes entre dueño y siervo animal, obras como Muchacho y Speck y Eli y David provocaron el interés de los críticos y marchantes por la capacidad de tocar -con las hebras de su pincel- el lado más cavernoso de los herederos de Adán, Eva y Noé. En este terreno, Lucian Freud desplegó su amor incondicional hacia determinadas especies, como la de los equinos. El artista llegó incluso a dormir en las mismas cuadras que sus modelos, todo para lograr reflejar escenas tan sorprendentes como Yegua comiendo heno (2006).

Francis Bacon pintó una imagen de su amigo Lucien Freud
Francis Bacon pintó esta imagen de su amigo Lucian Freud

El nieto de Sigmund Freud nunca se mostró atraído por la amabilidad en su trato con los personajes de la sociedad más valorados, que no cesaban de intentar seducir al creador para que les retratara. Sin embargo, el autor de Reflejo con dos niños no solía aceptar encargo alguno. Y cuando acercó su paleta a alguien de fama internacional, lo cierto es que los resultados de su visión -salvo en casos muy contados como el de Kate Moss– estuvieron a punto de causarle más de un problema. El más sonado desacuerdo lo protagonizó la reina Isabel II, quien no comprendió muy bien que el artista la reprodujera con un aspecto notablemente envejecido y carente de cualquier atractivo juvenil; aunque la cantidad por la que se vendió el lienzo probablemente calmaran su estado de ánimo inicial.

El nieto de Sigmund Freud desplegó una técnica similar a la atesorada por Oscar Kokoschka
El nieto de Sigmund Freud desplegó una técnica similar a la atesorada por Oskar Kokoschka

El Centro Georges Pompidou de París fue la última institución en ofrecer una exposición de Lucian Freud en vida, y lo hizo en 2010. No obstante, los museos de todo el planeta recordarán en este verano, un poco más huérfanos de grises y cromatismo neutro, la figura de un hombre que supo conciliar arte y fortuna (Benefits Supervisor Sleeping alcanzó la cifra de 33,6 millones de dólares en una subasta de Christie’s, en Nueva York). A través de ellos, este alemán nacionalizado británico en 1939 siempre mirará al espectador, con los iris pigmentados de alguno de sus cuadros plagados de emociones sin palabras.

"Guy and Speck" es una de sus imágenes más recordadas
"Guy and Speck" es una de sus imágenes más conocidas
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