Kaveh Akbar despliega su ingenio en medio de una nación de las barras y estrellas sumida en la persecución de los que se atreven a desafiar el poder mediático y fáctico de la administración comandada por Donald Trump; un presidente empeñado en acabar con la migración de los que considera enemigos del bienestar estadounidense, pese a comandar una tierra de multiculturalidad enriquecedora e innegable desde el punto de vista histórico.
En un mundo polarizado por dirigentes abonados a la violencia verbal y bélica, ¡Mártir! se distingue por ser un texto que implora reflexión y conocimiento, a través de los secretos engranajes que tapizan la realidad en la que se mueven los personajes de este relato coral y deslumbrante; y lo hace con un lenguaje atrayente y apasionado, abonado con palabras y frases que nada tienen que ver con las soflamas publicitarias y graníticas que acampan a sus anchas en las redes sociales.
Finalista del National Book Award, Kaveh Akbar se lanza a la prosa con las experiencias literarias de la poesía en la que alimentó sus primeros pasos en la literatura; algo que muchos maestros de la escritura consideran como un interludio recomendable, y que prepara de manera especial a la hora de afrontar el reto de elaborar tramas atmosféricas y sensitivas.
Blackie Books traduce al español el inteligente recorrido humano que reproduce el debut como novelista del autor nacido en Teherán: un mosaico de conexiones sorpresivas, que lleva el adecuado título de ¡Mártir!
Atrapado en una sutil telaraña afectiva, el protagonista de ¡Mártir! es como un ingenuo y famélico arácnido, el cual tiene que pasar por múltiples encuentros y desencuentros, hasta acercarse a lo que piensa que es el significado de su propia existencia. Una cuestión fundamental para la que no existen respuestas concluyentes, y ante la que resulta imposible aportar un mínimo sentido razonable y común para calmar el ansia de conocimiento.
En un plano mucho más hedonista y casi circense que la novela de Akbar, el grupo Monty Python diseñó en 1983 una película titulada precisamente El sentido de la vida: una obra alimentada por episodios diversos y altamente talentosos, en la que se explicitaba el acomodo cambiante de una frase tan contundente como la que nominaba la movie en cuestión. Un asunto que el personaje principal de ¡Mártir! aclara de manera progresiva.
KAVEH AKBAR SURFEA POR LOS SENTIMIENTOS DE UN JOVEN DIVIDIDO ENTRE DOS MUNDOS
El estilo conceptual de ¡Mártir! puede recordar en algunos pasajes a la rebeldía estimulante descrita en Persépolis, la novela gráfica plena de referencias culturales firmada por Marjane Satrapi; aunque, en el caso de Akbar, los numerosos episodios no tengan una identificación tan clara con respecto a las limitaciones humanas del régimen iraní a finales de los años setenta y principio de los ochenta del pasado siglo XX, como en la narración adolescente de Persépolis.
No obstante, y a pesar de la diferencia mencionada respecto al espacio y al tiempo, el poeta-novelista iraní recrea un universo individualista muy en consonancia con el descrito por Satrapi; pero Kaveh Akbar lo hace sin posibilidades de ser transferido a los demás, con un particularismo voluntario y simbólico muy acerado.
Ante el esquema formal planteado, ¡Mártir! puede ser calificada como una obra coral, en la que el maestro de ceremonias es el joven Cyrus. Este chico, obsesionado con la muerte y los mártires, es quien guía al lector por los caminos sinuosos de una familia de seres increíbles, unidos por un patrón de trágicos destinos y fallecimientos premonitorios.
La acción sitúa a Cyrus en un período de autodestrucción abismal, hundido en múltiples adicciones de alcohol y drogas; mientras se esmera por localizar una causa sobrenatural a la muerte de su madre, quien falleció por la destrucción del avión en el que esta viajaba, torpedeado sin razón aparente.
A partir de la pérdida de su progenitora, Cyrus se pone a analizar la extraña cotidianidad de su padre, y de su trabajo en una granja avícola de Estados Unidos. Unos lazos familiares que llevan al joven a refugiarse en las historias de su tío, cuando este se paseaba por los campos de batalla iraníes disfrazado como ángel de la muerte, solo para dar consuelo en sus últimos instantes a los soldados caídos.
La dama de la guadaña y sus incontables metamorfosis hace que el protagonista alcance una especie de nirvana frente a una pintura que encuentra en una galería de arte en Brooklyn, y que le abre los ojos a las manipulaciones interesadas de la escurridiza realidad que le atenaza desde su nacimiento.
Elocuente y ausente de sobriedad discursiva, la prosa de Kaveh Akbar es un inteligente juego de sugestiones sensibles, en las que subyace la intención de mostrar la esencia volátil de los dogmatismos proclamados desde cualquier instancia de superioridad; y cuya máxima más determinante es la de que no hay verdades únicas e inmutables.
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