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Julie Klassen asalta nuevamente las librerías (tanto las físicas como las virtuales) con el segundo volumen de su celebrada saga de Ivy Hill.
The Ladies of Ivy Cottage, título que aparecerá en inglés el próximo 5 de diciembre de 2017, continúa la historia de Jane Bell y su posada, iniciada en The Innkeeper of Ivy Hill.
La escritora estadounidense se confiesa particularmente obsesionada con el período de la Regencia en Inglaterra, lapso que abarca de 1811 a 1820; aunque, según los diferentes estudios, los británicos consideran la citada época de 1795 a 1837 (finalización que coincide con el ascenso al trono de la Reina Victoria).
La época de la Regencia en la tierra del Rey Arturo tiene un especial encanto para expertos y profanos en la materia. Bien por sus elegantes vestuarios, sus arquitecturas agradablemente neoclásicas, sus jardines equipados con la magia de las plantas eternamente florecientes, y sus romances a galope de espuelas y volatilidad de abanicos; las historias transcurridas en ese tiempo de nostálgicos recuerdos han sembrado la literatura con absorbentes relatos, en los que suele imperar la galantería amorosa.
Barbara Cartland, Jane Austen y, en una manera un tanto diferente, Charlotte Brontë contribuyeron con sus narraciones a amueblar unas décadas pletóricas de sentimientos desbordados, siempre mitigados por una sociedad que intentaba amordazar los comportamientos excesivos; aunque las rigideces del exterior normalmente fracasaran a la hora de silenciar las pasiones sinceras.
Julie Klassen no tuvo la fortuna de nacer en la nación donde las mencionadas aventuras del corazón tuvieron lugar, pero eso no ha impedido a la autora estadounidense construir su carrera como writer en torno al cosmos envolvente de los caballeros y las damas que redimían sus penas amorosas al calor de una Regencia de hierro dúctil, y cuyos sufrimientos se desarrollaban entre los paseos a caballo por los jardines de Vauxhall y las curas balnearias en Bath.
“Me confieso una fiel devota de las dos Jane: Jane Austen y Jane Eyre“, confiesa Klassen, en su página web. Una declaración de intenciones que la norteamericana intenta trasladar, con milimétrico apego, a cada una de sus obras.
JULIE KLASSEN RINDE HOMENAJE AL SIGLO XIX
El pasado 18 de julio se cumplieron doscientos años del fallecimiento de Jane Austen. Un acontecimiento que a Julie Klassen le llenó de especial deseo por adentrarse imaginariamente una vez más en los paisajes por los que transitó la responsable de Orgullo y prejuicio.
Con su estilo recatado y cargado de pasión romántica, Austen consiguió atraer a las mujeres de su época a la lectura de novelas; algo que no era especialmente bien visto en un tiempo en que las actividades del género femenino estaban realmente limitadas. Tal reto profesional convirtió a la autora de Sentido y sensibilidad en un referente para miles de seguidoras, que soñaban con cada una de las páginas manuscritas con un mundo enfocado a la felicidad sin restricciones.
Las dos centurias transcurridas desde su muerte no han apagado la llama de la admiración despertada por el inmenso legado de Austen, sino que ha continuado prendiendo palabras de galanteos imposibles en una Gran Bretaña de caballerosidad exquisita y elegantes modales.
Julie Klassen se define a sí misma como una de esas herederas del estilo de JA, y reconoce sin problema alguno que le apasionan los relatos al calor de los amplios salones de la primera mitad del siglo XIX en Inglaterra.
Tales deseos elevados a manual de instrucciones hacen que el nuevo libro de Klassen, The Ladies of Ivy Cottage, siga con devoción la senda figurada de Orgullo y prejuicio; aunque también es posible atisbar mucha influencia del costumbrismo decimonónico incluido en obras como Cranford, de Elizabeth Gaskell.
El argumento de esta esperada secuela regresa a Ivy Hill, el lugar donde Jane Bell intenta sacar adelante la posada que comanda tras la muerte de su marido. Allí, la restauradora tiene que mantener relaciones comerciales con la sorprendente Miss Groves y con el internado de señoritas de la zona. Mientras, la peculiar Rachel Ashford reclama el protagonismo de la novela, tras hacerse cargo de una importante colección de libros, que espera donar a una biblioteca. Un legado que le traerá la revelación de un peligroso misterio, aparte de proporcionarle la posibilidad de hallar el amor romántico que ya había descartado de su perspectiva vital.
Glamurosa y efectiva, la prosa de Klassen se complace en aparentar la pertenencia a un pretérito que la creadora estadounidense añora con fervor, desde el parapeto asumido del siglo XXI.
