Fortuny se hace grande en el Museo del Prado

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Fortuny padre (don Mariano Fortuny y Marsal) inunda las dos salas principales de la ampliación de la pinacoteca madrileña, con su paleta atmosférica y realista.

169 obras, 67 de ellas nunca expuestas anteriormente en conjunción, se dan cita en Madrid para mostrar el polifacético talento de un hombre que consiguió triunfar en la plástica del siglo XIX, con su romanticismo nervudo y sus aventuras analíticas.

Entre las novedades de esta antológica exhibición, la primera que el Museo del Prado dedica al artista catalán, está la de desvelar la pasión por el coleccionismo que acreditó Fortuny a lo largo de su corta existencia.

Fortuny fue uno de los artistas españoles más famosos en el siglo XIX/ Foto: Museo del Prado
Fortuny fue uno de los artistas españoles más famosos en el siglo XIX/ Foto: Museo del Prado

La luz tiene una textura especial vista a través de un óleo firmado por Mariano Fortuny y Marsal.

Los componentes y pigmentos no son esencialmente diferentes a los de otros colegas de profesión, pero la intensidad y gradación con las que el creador nacido en Reus disolvía los haces de claridad y sombras impactan la retina con seductores compases: cromáticos y simbólicos.

Viajero por naturaleza y retratista de la experiencia por convicción, el trabajo del autor de La odalisca goza de la fuerza escénica de los dramaturgos de caballete y tela, siempre animado por las manifestaciones milimétricas, con respecto a las atmósferas que transitaba con sus óleos, acuarelas, aguafuertes y dibujos.

Los 36 años de vida que le otorgó el injusto azar se los pasó Fortuny desvistiendo ansiedades de anatomías agrietadas (Viejo desnudo al sol), acorazando contiendas de violentos trazos (La batalla de Tetuán), y fantaseando sobre trágicos duelos de sanguinolentas trascendencias (Picador herido).

Fortuny internacionalizó su estilo desde sus inicios/ Foto: Museo del Prado
Fortuny internacionalizó su estilo desde sus inicios/ Foto: Museo del Prado

Tales sensaciones de pinceladas cuidadosas se pueden observar en el Museo del Prado, dentro de una retrospectiva en la que -junto con las piezas que posee la pinacoteca capitalina en sus fondos- hay también telas, acuarelas, dibujos e impresiones pertenecientes a colecciones privadas, nunca integradas en una exhibición de estas características.

MARIANO FORTUNY Y SU PASIÓN POR EL ENTORNO

El recorrido propuesto por la institución de la Villa y Corte revela la figura de un maestro de la plástica nutrido por el encanto de los lugares que visitaba, y que le proporcionaban un sinfín de imágenes y perspectivas con las que avanzar en su concepción del Arte.

El romanticismo desplegado por Fortuny tiene mucho de barroquismo comprensivo, de acercamientos enternecedores hacia las deformidades aparentes del ser humano, tal cual las planteaba Velázquez.

Pero también goza de una compostura luminosa, que acerca su manera de enfocar las pinceladas a percepciones visionarias de futuros neoclasicismos; y hasta de impresionismos esbozados.

Fortuny fue un renovador no muy reconocido por las generaciones posteriores/ Foto: Museo del Prado
Fortuny fue un renovador no muy reconocido por las generaciones posteriores/ Foto: Museo del Prado

Junto a su compañero y amigo Eduardo Rosales, el responsable de Paisaje norteafricano abrió un espacio a las nuevas técnicas plásticas españolas, en cuanto a temas tan demandados por las clases pudientes como el retrato y el paisajismo. A estos géneros, Fortuny les dotó de un modus operandi diferente al de su colega: una huella identificable con las soluciones arriesgadas de alta capacidad hipnótica.

El creador de Reus quería reproducir los elementos inmateriales y sensibles de las imágenes que pasaban por su retina, y fruto de ello surgió su sorprendente serie de secuencias costumbristas y bélicas tomadas en Marruecos: territorio al que acudió por primera vez en 1860, como cronista de guerra.

En el citado grupo de obras, la resolución de las mismas acentúa la existencia de un mundo profundo y exótico; en el que es posible adormilarse con soles imaginados, y alcanzar puntos abismales con los blancos y los grises de tonalidades cambiantes y camaleónicas.

Dentro de la visión integral que el Museo del Prado quiere ofrecer respecto a la figura de Mariano Fortuny, la amplia gama de objetos seleccionados de la colección particular del artista catalán dan un claro significado a esa necesidad por recrear el perfeccionismo natural, que se puede degustar en la totalidad de los lienzos y óleos de MF.

Un apego a la sensibilidad de los pigmentos que el esposo de Cecilia de Madrazo cuidó con el mimo de un orfebre, y que le situó en la órbita de un miniaturista con espíritu de maestro de la pintura.

Nota.- Fortuny (1838-1874) estará en el Museo del Prado hasta el próximo 18 de abril de 2018.

Más información, entradas y horarios en

https://www.museodelprado.es

Fortuny aprovechó la inspiración de maestros como Velázquez para elaborar sus impactantes retratos/ Foto: Museo del Prado
Fortuny aprovechó la inspiración de maestros como Velázquez, para elaborar sus impactantes retratos/ Foto: Museo del Prado

 

 

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