John Katzenbach, tras la pista del psicópata
John Katzenbach regresa a los escenarios violentos de Miami en su nuevo trabajo: “El estudiante” (Ediciones B). La trama sigue las vicisitudes de un exalcohólico que busca al culpable del fallecimiento de su tío.
Un asesino acecha en la oscuridad.
En su campo de visión y según el entendimiento desquiciado de este individuo, una víctima inocente reúne en su persona todos los odios del mundo, todos los agravios sufridos, todas las frustraciones asumidas por el homicida.
Este esquema argumental podría servir a la perfección para definir el grueso de las novelas publicadas por John Katzenbach (Estados Unidos, 1950). El hijo del político Nicholas Katzenbach se ha hecho un hueco con honores en los relatos de crímenes, páginas macabras teñidas de rojo que han generado más de una adaptación al cine y numerosos premios para el escritor norteamericano.
“El estudiante” es la obra más reciente de las ideadas por el responsable de “El Psicoanalista“. Un texto traducido al idioma de Cervantes por Ediciones B, que marca algunas novedades respecto al estilo del narrador de Massachusetts. Para empezar, el protagonista es más joven de lo habitual, y se trata de un héroe vulnerable y hasta débil, con muchos defectos que ocultar.
JOHN KATZENBACH Y LOS ESTADOS PSICOLÓGICOS
Los maníacos violentos (como surgidos de los miedos urbanos o de una película setentera) son los denominadores comunes en el currículo del antiguo periodista especializado en juicios. Seres que viven en la nocturnidad, y que solo se hacen visibles cuando el ansia depredadora inunda su horizonte (cual si fueran el tiburón mecánico de Steven Spielberg).
De esta manera se percibe al antagonista desconocido que se materializa progresivamente en “El estudiante“, y lo hace a través de sus maquiavélicos planes. Así es como entra en colisión con el personaje principal de la acción: un universitario sometido a un programa de desintoxicación por alcoholismo, quien se topa directamente con un peligroso cazador de hombres, tras la extraña muerte de un familiar.
Con semejante esquema temático el lector entra en contacto con Timothy Moth Warner: un chico al borde del abismo, que había encontrado en su tío Ed el acicate para renunciar a los infiernos etílicos. Por este especial padrino, el muchacho había regresado a la Universidad de Miami. Pero todo se tuerce cuando Ed aparece muerto en su domicilio, aparentemente por un suicidio que Timothy no se traga como tal.
Con el apoyo de su exnovia Andrea, el joven intentará desvelar el misterio. Aunque para ello tenga que luchar contra una de las mentes más perversas de su entorno más cercano.
Los paisajes de Florida vuelven a impregnar los párrafos de Katzenbach, como ya lo hicieron en “Causa justa“, “La sombra” y “Al calor del verano“. Una atmósfera asfixiante que inspira los deseos más terroríficos de este creador, el cual ha hecho de la muerte el elemento esencial con el que nutrir su prosa directa y adictiva.
Prolífico e intuitivo, el ingeniero literario de “La guerra de Hart” aún se hallaba saboreando la resaca de “Un final perfecto” (versión brillante y contemporánea del cuento de Caperucita Roja), cuando enlazó las ruedas de prensa por “El estudiante“. Es lo que tiene el éxito, que invita a publicar.
A tenor de lo experimentado por este hacedor de best sellers, va ser cierto el lema de Samuel L. Jackson, relativo a que “hay que aprovechar mientras la plancha está caliente”.
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