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Iggy Pop abandera la rebeldía contra el transcurso del tiempo, en Post Pop Depression (Rekords Rekords/Loma Vista/ Caroline International). Un álbum esculpido a partir del atentado terrorista perpetrado el pasado noviembre de 2015 en la sala Bataclan de París, y en el que la garra del artista estadounidense confluye con el talento de Joshua “Queens of the Stone Age” Homme.
La Iguana Blanca es un animal en vías de extinción, el cual aún mantiene su inspiración garajera a golpe de notas robadas a la ansiedad. Tras la reciente muerte en enero de su compañero de decibelios llamado David Bowie, el cantante de Idiot sintió la latente vulnerabilidad solitaria de las estrellas del ya casi inexistente indie glam setentero. Pero la desaparición progresiva de esos talentosos jóvenes enraizados entre el rock psicodélico y el punk de barricada nunca ha sido asunto de silencios orquestados; motivo por el que el artista de Michigan ha producido con inusitada energía una carrera jalonada en diecisiete obras, todas ellas dignas en su papel de ser espejos destinados a reflejar su evolución en los escenarios.
Post Pop Depression es la última de esas fases creativas, en las que se ha involucrado el músico y actor ocasional nacido en Muskegon. Y el resultado ha sido un trabajo a cuatro manos con el productor y guitarrista Joshua Homme (miembro destacado de Queens of the Stone Age), en el que queda expuesto el aliento agresivo y reverencial del Iggy más combativo.
IGGY POP REPARTE HACIA TODOS LOS LADOS
“No tengo nada, salvo mi nombre“, corea en inglés el líder de The Stooges, mientras las cuerdas electrizadas de Homme y Dean Fertita acomodan la confesión en el almohadón de los sueños de realidades latentes. De esta guisa se presenta James Newell Ostenberg, Jr (más conocido como Iggy Pop) en el tema American Valhalla. Una consigna entre la desilusión y el optimismo punzante, que abre huecos reflexivos a través de su hipnotizadora lírica contemporánea.
Estos destellos de insumisión humana son más que comprensibles, a tenor de la gestación de Post Pop Depression. Surgido de una idea de Joshua Homme, relativa a revivir las experiencias que protagonizaron Iggy y David Bowie con los dos álbumes que firmaron conjuntamente; el proyecto tomó forma a partir de comunicaciones por vía del móvil. Y así continuó, hasta que ya tuvieron un conjunto interesante de letras e ideas que pulir en el estudio.
Sin embargo, la aventura sufrió el revés emocional de los atentados de París, y el disco viró su significado hacia el recordatorio de los crímenes ejecutados por los terroristas yihadistas en la sala Bataclan. Precisamente, esa intención de rendir homenaje a las víctimas inocentes y a los que sobrevivieron en esa fatídica noche llevó a la citada pareja a pedir a Troy van Leeuwen (guitarrista ocasional de Eagles of Death Metal, la banda que estaba actuando cuando se produjeron los asesinatos) que colaborara en el compacto.
Al final, y por el contexto en que fue horneado, Post Pop Depression sigue una línea de férreo posicionamiento sobre las grandes cuestiones existenciales, tales como el amor, la tristeza medioambiental y la insoportable levedad del ser. Un cancionero con nueve odas en el que se erige como potente revulsivo la batería de Matt Helders (miembro de Arctic Monkeys) y la guitarra de Dean Fertita (Queens of the Stone Age).
Con esos compañeros de viaje, las palabras cavernosas de Iggy adquieren la solvencia de los estiletes sociales, cuando entona sentencias del tipo de “no tengo planes“, “he disparado mi arma y he usado mi cuchillo“, “este trabajo es una mascarada de recreación“, o “cuando tu enemigo te tenga a su alcance, no mueras“.
Coletillas de comportamiento profundo en la época de la pólvora tecnológica, que quedan desnudas ante el público tras envoltorios trovadorescos del calibre de Chocolate Drops, Paraguay, In The Lobby, Break Into Your Heart o Sunday.
Sunday, por Iggy Pop Official
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