Amor Towles es un escritor que no persigue grandes espectáculos narrativos; sino historias pequeñas, protagonizadas por héroes y heroínas que se contentan con salir adelante en el laberinto de los sentimientos desconcertantes.
El creador estadounidense parece sentirse más cómodo en los escenarios controlados por la cercanía, habitados en su mayoría por seres que sangran vulnerabilidades ulcerosas y decepciones atenazadoras.
El universo literario de Towles no aplaude a los triunfadores de foco mediático, sino que se nutre sobre todo de individuos que encajarían a la perfección en una feria de vanidades al estilo de William Makepeace Thackeray, o en uno de los innumerables salones decadentes visitados eternamente por el elitista y autodestructivo William Somerset Maugham.
Estos lugares perfumados con negativas existenciales se han convertido en las estaciones hogareñas elegidas por AT, como si su prosa somnolienta y supuestamente hiperrealista se hiciera fuerte en esos páramos de tristezas envolventes.
Mesa para dos (Editorial Salamandra) discurre con elocuencia reflexiva por esos paisajes alejados de la grandiosidad medioambiental, y eso a pesar de visitar urbes tan cosmopolitas y alienantes como Nueva York.
Con semejantes mimbres artísticos, Towles compone una figurada sinfonía rota en siete actos, episodios donde es posible hallar personas que tienen tiempo para soñar, imaginar, caer en depresiones vitalistas y abrir en canal un reguero de sentimientos ácidos, espoleados por el aroma de las desilusiones aceptadas como norma consustancial al transcurso inevitable de las décadas.
Resulta determinante que las tramas de Mesa para dos ocurran en el lapso del cambio del siglo XX al XXI.
El abismo que suponía asomarse al año 2000 ayuda a que los personajes se enfrenten a sus diferentes realidades, como si plantaran una batalla sin cuartel (aunque con la derrota como emblema) contra la determinación existencial y la aceptación de la insignificancia que predica su anonimato.
Dentro de esta fórmula coral, Towles diseña un efectivo mosaico de comportamientos singulares, que se desarrollan en la intimidad de veladas escasas en invitados a los convites. Aunque en los intervalos situacionales haya espacio para la incorporación de personajes tan conocidos como Paul Auster.
AMOR TOWLES INVITA A LOS LECTORES A DISFRUTAR CON LA INTIMIDAD LITERARIA DE VARIAS VELADAS SOPRENDENTES E INSPIRADORAS
En la soledad de un puñado de parejas, mientras el mundo se prepara para abordar una centuria por descubrir, Amor Towles encuentra el motor perfecto para divagar sobre los problemas afectivos que atenazan a muchos de los hombres y mujeres de esta sociedad dada al consumo rápido de experiencias, y a los neones desamortizadores de la verdadera significancia humana.
La lectura de los seis relatos de Mesa para dos choca con virulencia contra las felicidades impostadas de los alumbrados navideños, y contra las explosiones cegadoras de los fuegos artificiales de fácil evaporación en el recuerdo. Un revulsivo que deslustra los vacuos selfis callejeros, y alerta sobre la necesidad de pensar con profundidad analítica.
La búsqueda de la felicidad (ese enigma intangible que se escapa con suma premura entre los dedos), la falacia del poder del dinero en la asfixiante jungla de asfalto y la posibilidad de revertir los dictámenes de lo políticamente correcto son algunos de los argumentos que alimentan el cuerpo literario de esta obra de Towles, donde el mantel que se supone en el título presenta los lamparones de los lavados imposibles.
Entre los relatos cortos destaca la odisea de unos campesinos rusos, que escapan de su país natal para empezar una esperanzadora vida en Nueva York, o la experiencia de un hombre al que le cambia la vida y su perspectiva de futuro un encuentro fortuito con Paul Auster. Unas narraciones que confluyen en la novela breve titulada Eve en Hollywood, en la que Towles recupera el personaje protagonista de Normas de cortesía: una aspirante a actriz que se traslada a la Babilonia hollywoodiense de 1938.
Lúcida y poliédrica, Mesa para dos dispone de un suculento menú de vivencias teñidas de cotidianeidad, donde lo rutinario se transforma en el elemento principal para transformar el mundo.
Más información en