0
0
Green Day regresan a la carretera musical sin canas en la cabellera ni arrugas en las guitarras, con el enérgico Revolution Radio (Reprise Records).
La banda de California reúne doce efervescentes temas, en los que existe una clara tendencia a no perder la pegada casi adolescente de sus protestas a golpe de ripios.
El terceto estadounidense está embarcado en estos momentos en una gira mundial, que les llevará a actuar en el O2 Arena de Londres, el próximo 8 de febrero de 2017.
Los estudios OTIS de Oakland libraron campañas de fuego instrumental, cuando Billie Joe Armstrong y sus muchachos acamparon durante meses para sacar adelante su decimosegundo trabajo.
En las alforjas del viaje, los tres artistas guardaron muchas ideas sobre cómo afrontar una obra en la que pretendían desprenderse de muchos de los remanentes de anteriores discos. Y con esas ansias, por captar un momento de euforia colectiva, confeccionaron Revolution Radio.
Billie Joe, Mike Dirnt y Tré Cool notan ya en sus carnes el cansancio de una carrera que se remonta a 1986, y en la que los altibajos han sido como piedras difíciles de evitar en no pocas ocasiones. De los agasajos de American Idiot o 21st Century Breakdown a las tibias sensaciones de Demolicius, la música de los norteamericanos ha permanecido prácticamente inalterable, aunque en el entorno cambiara la manera en la que el público recibía las propuestas de una formación asentada voluntariamente en un punk contestatario y respondón.
Por las notas de Revolution Radio aún se puede ver la faz sanguínea de los míticos Sex Pistols y de los inolvidables Ramones, pese a que la perfección técnica evidencie la paradoja profesional en la que se encuentran unos tipos que quieren sonar como hace más de treinta años, los cuales intentan repetir un modo de creación que debería estar bastante alejado -por lógica filosófica- de la mercadotecnia activa.
GREEN DAY Y EL ESPÍRITU TEEN
Un leitmotiv de oposición hacia la vacua sociedad de consumo, propia de la nación de las barras y estrellas, decora con figuradas pintadas de rebeldía cada una de las letras de la nueva obra de Armstrong, Dirnt y Cool.
Ya sea desde un posicionamiento personal o desde la denuncia de los comportamientos alienados a escala más universal, este denominador común favorece para que Revolution Radio sea un compacto con significación de estilete, lanzado contra la estupidez manipuladora que suelen efectuar los poderes fácticos para con la masa poblacional.
A partir de unos ecos que recuerdan a las antiguas emisiones radiofónicas, el terceto acomete cada corte con un crescendo vertiginoso, hasta discurrir en una polifonía potente y casi ensordecedora. No obstante, el control clarificador de las melodías hace que la incipiente fuerza pierda enteros progresivamente, siempre en favor de una mejor identificación de las voces y de los instrumentos.
Tal falta de agresividad concuerda con el paso del tiempo, y con la asunción de Armstrong y de sus colegas de que el punk también debe evolucionar hacia fórmulas que no escatimen flirteos con el rock, el pop y hasta con el folk terruño.
Por tal motivo, Green Day no dudan en alterar constantemente el curso de Revolution Radio con giros inesperados de agua fría a agua caliente, nunca congelada ni hirviendo.
En ese paisaje, los californianos elevan un puñado de canciones de agradable paladar rítmico, como Somewhere Now, Bang Bang, Say Goodbye o Still Breathing. Y las mezclan con baladas realmente admirables, del tipo de Outlaws o del de la afectiva Ordinary World.
Sorpresivo y aglutinador de multitudes, el terceto no olvida los mensajes abiertamente belicosos característicos, y que despliegan en cortes de la naturaleza de Too Dumb to Die o Troubled Times. Tracks que adquieren un peso más explosivo si cabe, frente a asuntos de tomados de la escena actual, como el de la candidatura de Donald Trump para la Casa Blanca (no hay que olvidar que American Idiot surgió como alegato contrario a la presidencia de George W. Bush).
Con independencia de críticas respecto a su falta de metamorfosis profunda, Green Day permanecen inalterables a través de las décadas.
Una noticia bastante alentadora, sobre todo cuando se trata de darse un baño de berrinche antisistema con los acordes nostálgicos del punk de antaño, disfrazado con los últimos adelantos de la ingeniería digital propiciados por el genial Chris Dugan.
Audio oficial de Bang Bang, por Green Day
