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Kate Tempest cocina un caldo con los huesos de la sociedad de consumo, en el disco titulado Let Them Eat Chaos.
La rapera británica deslumbra con su lírica sin paños calientes, alentada por un sentido de la poética urbana realmente admirable.
A punto de cumplir treinta y un años, esta mujer pelirroja del sureste de Londres se ha postulado como la gran promesa isleña de las letras anglosajonas.
Hubo un tiempo en que el rap y el hip-hop eran estilos musicales alimentados por la libertad de pensamiento, y por la capacidad para esgrimir palabras que retrataran con realismo las frustraciones de los ciudadanos de a pie.
Rabia, sudor y saliva candente eran los elementos inherentes a los que lanzaban los puñales orales frente al micrófono, mientras los asistentes se identificaban con los obstáculos vivenciales de los protagonistas de cada una de las canciones.
Pero la pasión, por derrocar los falsos estigmas de los vacíos mercantilistas, cayó en la nebulosa del triunfo a cualquier precio; y el rap y el hip-hop se convirtieron en géneros domesticados por los poderosos sellos de la industria, al tiempo que sus estrellas perdían el filo de la pluma, frente a los relampagueos de los discos de oro y de los contratos millonarios.
En medio de ese crepúsculo de los versos de asfalto, la británica Kate Tempest acudió a la escena internacional, para demostrar que era posible relanzar la vena aguerrida de los discursos percusionados. Así lo exhibió con su estreno a los 16 años en el mítico Deal Real de Carnaby Street, y continúa por la similar senda tres lustros después.
El hip-hop de Tempest no luce la pureza del de compañeros más cercanos a la cuna del movimiento, sino que tiñe sus entrañas de fuego con ciertos alardes de post-punk suburbano, aplicado sobre la base de un matrimonio indisoluble con las literaturas trovadoras del siglo XXI.
Señas de identidad que perviven en cada surco de Let Them Eat Chaos, a través de la ácida voz de esta seguidora confesa de Samuel Beckett y de los neoyorquinos Wu-Tang Clan.
KATE TEMPEST Y LA SOMBRA DE SHAKESPEARE
La confusión generacional, en la que está sumida la mayoría de los humanos del tercer milenio, parece prender hogueras de radioactividad en los trece cortes de los que consta el segundo trabajo de la súbdita de Isabel II.
Como si se tratase de una obra con ánima de barricada sinfónica, la cantauora, rapsoda y dramaturga ejecuta una batería acertada de temas, destinada a abrir los ojos de los hombres, mujeres y niños del mundo: sin importar diferencias culturales, raciales, geográficas o espirituales.
La potencia de los mensajes contenidos entre las estrofas de Don’t Fall In (single que ha precedido el lanzamiento del disco), Tunnel Vision, Perfect Coffee, We Die o Picture a Vaccum revelan la fiebre retadora de una fémina con ganas de señalar los enfermizos fetiches dionisíacos que marcan el pulso de la actualidad.
Un cuadro de brillos difuminados voluntariamente, en el que cobra presencia casi heroica el corte titulado Europe Is Lost, donde Tempest fotografía al Viejo Continente como una tierra baldía y yerma. Un lugar cuyos hilos mueven los comportamientos ajenos a cualquier tipo de solidaridad colectiva. Defectos que la artista inglesa extiende a otras dimensiones del globo terráqueo igualmente perdidas, como Estados Unidos.
Vibrante y sincero, Let Them Eat Chaos lleva a primer plano el abismo rutinario de los que pasean por el llamado primer mundo, sin prestar atención a las tristezas que se acumulan en la otredad (tanto planetaria como vecinal). Y desarrolla la contundente propuesta con la solidez de alguien que confía en sus juiciosas inspiraciones, aunque en el trasfondo cuente con la sabia producción de un tipo tan fogueado en semejantes lides como Dan Carey.
Nota.- Let Them Eat Chaos estará a la venta a partir del próximo 7 de octubre.
Kate Tempest presentará el álbum en la Sala Apolo de Barcelona, el 8 de noviembre de 2016.
Vídeo oficial de Don’t Fall In, por KateTempestVEVO
