Ethan Hawke y el rey del hampa
Ethan Hawke se mete de lleno en el universo de William Shakespeare con “Cymbeline“, la actualizada adaptación de la homónima obra que dirige Michael Almereyda.
Venganza, traición, honores familiares, votos de obediencia consanguínea, amores prohibidos… Todos estos elementos, y muchos más, humedecieron el tintero del bardo de Stratford-upon-Avon, cuando éste diseñó el marco argumental de Cymbeline.
Presentada en 1611, la obra supuso un nuevo episodio creativo en la carrera del dramaturgo inglés. Experiencia que se materializó en un texto avalado por los hechos históricos, relativos a un antiguo monarca existente en la zona cercana al País de Gales, quien fue un vasallo del poder imperialista del César Octavio Augusto.
Pese a ser una de las piezas más desconocidas del escritor isleño, este relato (basado supuestamente en las crónicas de Raphael Holinshed y en La Historia Regum Britanniae, de Geoffrey de Monmouth) ponía sobre el tapete muchas de las obsesiones que nutrieron la carrera del autor de Otelo y Macbeth.
De naturaleza visceral y salvajismo cercano al de Coriolano y Tito Andrónico, los actos que completan la insana correlación de hechos diseñada en Cymbeline siempre ha sido objeto de admiración para el director estadounidense Michael Almereyda.
Un hombre de fuertes convicciones teatrales que ya se atrevió hace catorce años con una particular versión cinematográfica de Hamlet (en la que también contó con Ethan Hawke), y que ahora regresa con una traslación a la época actual del citado fresco de William Shakespeare.
ETHAN HAWKE SE ENFRENTA A LA DECLAMACIÓN EN VERSO
La urbe del Empire State fue el primer escenario escogido por el realizador de La Momia, para iniciar la grabación de Cymbeline.
Allí, entre rascacielos cegadores y asfalto de contemporaneidad latente, el cineasta desplegó su equipo técnico y artístico, con el objetivo de consumar la rompedora visión de una historia que originalmente ocurría en la época del imperio romano.
Moderneces aparte, la trama de la movie transforma el discurso de su modelo isabelino para acomodarlo a una realidad pautada por una familia mafiosa, cuyo patriarca desea acabar con la unión ilícita de su hija y heredera: la cual se ha casado con un tipo que no cumple sus expectativas.
Un argumento que está íntimamente unido al que desplegó Shakespeare en 1611.
Sin cambios en las identificaciones de los personajes, el guion de Almereyda sigue las vicisitudes de Imogen (Dakota Johnson) y Posthumus (Penn Badgley), con ametralladoras y pistolas de por medio.
Aunque, en el fondo, la acción no altera la esencia de su precedente teatral; ya que ésta pivota igualmente en torno a los tejemanejes de un maquiavélico clan, en el que una muchacha intenta preservar sus sentimientos por encima de los intereses de sus violentos parientes.
Dentro de esa big family es posible localizar al mandamás y jefecillo mafioso (Cymbeline/ Ed Harris), a la madrastra empeñada en hacerse con todo el poder de la organización (La reina/ Milla Jovovich) y al amigo de extraño comportamiento y fidelidad ambivalente (Iachino/ Ethan Hawke).
Experimentos como el que ha llevado a cabo Michael Almereyda hablan muy a favor del carácter universal vertido en las palabras de William Shakespeare; un genio de los que ya no quedan, que fue capaz de planear por encima de las centurias a través de las emociones humanas.
Efecto de traslación que viene a incidir en la idea de que los ropajes y los encorsetamientos temporales son simples guías, que difuminan su importancia frente a la intensidad de los diálogos y la carnalidad del cuadro escénico.
Con independencia de estas reflexiones tangenciales, Cymbeline en clave hampona espera la gran oportunidad planetaria para exhibir sus virtudes y defectos. Vida de cartelera y taquilla en la que procurará no dejarse enmudecer por el tejido de las calzas que porta.
Más información en http://www.imdb.com
Avance oficial de “Cymbeline” ofrecido por MillaJovovichRussia1