El Parlamento de los objetos abre sus puertas en Londres
¿Cuándo se genera esa extraña sensación que transforma lo meramente seriado en artesanía? El concepto de fábrica se extendió poderosamente tras la irrupción de la Revolución Industrial, asesinando con ello la capacidad de muchos seres humanos para individualizar lo que –según la sociedad- nunca debe diferenciarse. ¿Puede que los términos de globalización y universalidad hayan atentado contra la imaginación que reside en cada ser humano? El Victoria & Albert Museum de Londres está dispuesto a pensar que no. Y no lo hace simplemente basándose en la producción de creadores reconocidos o con experiencia mediada por las aulas, sino a través de personas anónimas que tienen mucho que expresar, sugerir y –por qué no- inventar.
El diseño en todas sus variantes siempre ha constituido una piedra angular de una institución que inexplicablemente goza de menor popularidad mediática que la National o la Tate; pero que con su programa expositivo -y sin olvidar su sorprendente colección- confirma adeptos temporada tras temporada. En este 2011, el centro de Arte de la urbe del Támesis acoge la mencionada apuesta por el disfrute sin medida de la definición de artesano, en la exhibición Power of Making que albergará el histórico inmueble en su interior hasta el próximo 2 de enero, con el patrocinio del Arts Council of England y el V&A and Crafts Council.
El encargado de la selección de las piezas, el veterano comisario Daniel Charny, ha montado la muestra con un centenar de objetos, que se disponen ante los ojos del espectador con total libertad de recorrido, sin imponer norma alguna para acercarse a sus propuestas; simplemente con la recomendación de que el visitante deje la mente sin ataduras, con la capacidad a flor de retina para sentir la corriente de fantasía como mera materia de modelado.
Tres son los vértices en los que se aposenta Power and Making. Estos son los de la adicción de técnicas con conexión entre ellas y combinaciones inexploradas anteriormente; la substracción y reinvención de los materiales existentes en la obra y el de la transformación y manipulación de los elementos gestores de la instalación, escultura o fotografía. Sin embargo, tras estar unos minutos admirando el trabajo expositivo, uno llega a la conclusión de que cualquier intento de limitación fronteriza de tipo creativo queda supeditado al eclecticismo, y a la alternancia constante de coordenadas definitorias.
De esta forma, vistiendo el grandioso espacio reservado para la exhibición, un enorme oso de crochet se da la mano con un vestido de lana; unos labios teñidos de rubio camomila juntan su activismo sensual con un conejo azul acomodado en una caja; unas botellas apiladas se precipitan sobre un zapato cibernético… Muchas son las ideas que fluyen de las paredes y salones del Victoria & Albert Museum, para demostrar que el cerebro de hombres, mujeres y niños no entiende de encorsetamientos generacionales, ni de ningún tipo.
Y, por encima de todo, gravita un conjunto sin más tendencia que la de ser original, abonado indefectiblemente al mensaje de que los materiales son los que dan la clave para hacer de la experiencia artística lo que realmente es: una sensación emocionante y sincera, compleja de explicar en toda su amplitud cuando desborda el espíritu. Esta diosa juguetona toca a todo bicho viviente con su varita en alguna etapa de su existencia, y hace lo mismo con la totalidad de los campos del saber. Con sus influjos hechiceros es como consigue que reverdezca, de vez en cuando, la genialidad.
Charny recuerda que desde la innovación en temas médicos al mero entretenimiento, desde la necesidad de comunicación por medio de redes sociales a lo que es meramente desarrollo plástico; los avances siempre se han producido en el preciso instante en que un individuo se ha salido de la norma vinculante, de esa cadena de montaje que denunció de manera inigualable el maestro Charles Chaplin en su película Tiempos modernos. Porque la artesanía no está reñida con pertenecer al siglo XXI, y tampoco guarda enfrentamiento constante con expresiones como la de la aldea global. Pero la inexistencia de conflictos declarados en el área del comportamiento social no quiere que no haya que batirse el cobre por reivindicar el ingenio, y a esa emoción subyugadora es a la que tributa el museo capitalino su Power of Making.
Más información, entradas y horarios en http://wwww.vam.ac.uk