El black power y el arte revolucionario se funden en Londres
El black power a través de la creación plástica es el tema central de la exposición Soul of a Nation, que estará en la Tate Modern londinense hasta el próximo 22 de octubre.
La muestra refleja algunas de las obras más destacadas de los pintores, escultores, fotógrafos y grabadores que participaron con sus propuestas en los movimientos sociales contra la segregación racial en USA.
Entre los lienzos que se pueden contemplar destacan las figuraciones irónicas del ingenioso Barkley L. Hendricks, las geometrías triunfalistas de Alvin Loving o los tótems agresivos de Noah Purifoy.
Cuando Jesse Owens (el atleta que derrotó con sus medallas la propaganda aria del Tercer Reich) regresó a Estados Unidos, él y su esposa tuvieron que pasar por la puerta de servicio del hotel en el que se iba a celebrar su gesta olímpica. El motivo: el oscuro color de su piel.
Parecía irónico o surrealista a ojos del mítico corredor: las políticas de la nación de las barras y estrellas abjuraban del racismo nazi, pero no habían cambiado su actitud excluyente para con sus compatriotas de raza negra, mantenida durante más de cien años de segregación legalizada. De esta manera, los afroamericanos no podían usar los mismos baños que los blancos, las mismas fuentes, las mismas aceras, asistir a las mismas universidades o comprar en las mismas tiendas.
Las décadas de injusticia acumulada a lo largo de multitud de humillaciones permitidas por las autoridades hicieron que la situación estallara en 1963, cuando el reverendo Martin Luther King y los garantes de la lucha por las libertades civiles se plantaron en Washington, con el fin de reclamar lo que se les negaba desde las instituciones.
En ese instante histórico es donde arranca la exhibición Soul of a Nation, que recrea en la Tate Modern las obsesiones y las inspiraciones de los artistas de raza negra, que apoyaron con sus imágenes y figuras los anhelos de sus hermanos de piel.
A través de cuatro lustros, los encargados de la muestra cuelgan visiones de reivindicaciones virulentas (Melvin Edwrad o Dana Chandler), críticas al American Way of Life por medio de la cultura de los cómics (Barkley L. Hendricks), o abstracciones surgidas de una búsqueda constante de las raíces perdidas (Norman Lewis o Alvin Loving).
Un mosaico de maneras con las que el black power de la paleta, el plinto, los lapiceros y los objetivos abordó su paso adelante frente a la vergonzante supremacía blanca, y que ahora son ejemplos de lucha declarada transformados en piezas de alta cotización museística.
EL BLACK POWER Y LA POÉTICA VISUAL
En una de las paredes de la antigua central eléctrica capitalina, un monumental lienzo invita a los espectadores a comprender el comportamiento de una sociedad (la estadounidense) que negaba la igualdad de los ciudadanos negros. Esta pintura refleja a un hombre con peinado a lo afro; el cual porta orgulloso una camiseta de Superman, mientras en el título reza: Superman Never Saved any Black People (Superman nunca salvó a gente negra).
Tal obra, firmada por el prolífico y mediático Barkley L. Hendricks es uno de los ejemplos más claros de la necesidad del arte calificado como black power, para ocupar su lugar en las enciclopedias y en las pinacotecas.
Pero el edificio de la urbe del Támesis también reúne muchas otras creaciones que entendieron la batalla civil y plástica desde perspectivas diferentes y diversas.
Sin embargo, pese a las voces e inspiraciones de carácter heterogéneo; lo que sí se puede convenir es que las artes confluyeron entre los sesenta y los ochenta en un mismo sentimiento de liberación, que se desplegó a través de los diferentes ámbitos de la vida cultural en USA.
Así lo deja marcado con señales inequívocas el recorrido de Soul of a Nation, al acompañar el visionado de las piezas con la música de estrellas de las ondas como John Coltraine, Elaine Brown y Marvin Gaye (a quien Barkley Hendrick utilizó como protagonista para su pintura What’s Going On).
Con los acordes jazzísticos de Coltraine y los seductores acoples de Gaye se entienden mejor, y en su envolvente complejidad, los trabajos del grupo Spiral; la grandeza del mural The Wall of Respect; la ansiedad guerrera del retrato de la habitación de Fred Hampton (inmortalizado por Dana Chandler); o la rabia hiriente de Lynch Fragments, propulsada por la paleta de Melvin Edward.
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