Edvard Munch y su naturaleza salvaje

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Edvard Munch lleva al escritor noruego Karl Ove Knausgard a codirigir una magna exposición sobre el trabajo del pionero del Expresionismo nórdico, en el museo que lleva el nombre del artista.

Más de cien pinturas y noventa grabados componen el recorrido propuesto, con el que el autor de Mi lucha y el experto en Arte Kari J. Brandtzaeg intentan dar una imagen distinta y renovadora del creador de El grito.

Hacia el bosque es el título de este especial laberinto de texturas y emociones pigmentadas, que estará abierto en la pinacoteca de Oslo hasta el próximo 8 de octubre.

Edvard Munch es mucho más que sus imágenes de angustia existencial/ Foto: Munch Museum
Edvard Munch es mucho más que sus imágenes de angustia existencial/ Foto: Munch Museum

 La soledad no era una musa de paso en las tardes de caballete de Edvard Munch.

Al amparo de esa huidiza y constructiva dama, el expresionista nacido en Loten diseminó un conjunto de piezas cambiantes y altamente enérgicas. Unas telas de trementinas agresivas y colores aguerridos, en las que la naturaleza se alzaba como protagonista absoluta de escenas incandescentes, siempre en estado de continua metamorfosis.

Esa capacidad para evolucionar desde el caos al orden, y de la luminosidad hiriente a la oscuridad apremiante, es precisamente lo que más ha llamado la atención del escritor Karl Ove Knausgard, a la hora de aceptar desplegar su visión sobre uno de los maestros del pincel más atrayentes del arte contemporáneo.

Edvard Munch fue capaz de acercarse a luminosos paisajes a lo largo de su trayectoria/ Foto: Munch Museum
Edvard Munch fue capaz de acercarse a luminosos paisajes a lo largo de su trayectoria/ Foto: Munch Museum

Quiero mostrar pinturas desconocidas, bajo la premisa de que creo que es posible ver a Munch como si todos le observáramos por primera vez. En realidad, fue un artista que nunca encontró la paz interior”, puntualiza el famoso narrador nórdico.

Semejante leitmotiv de novedoso encuentro es una de las constantes de una exhibición en la que faltan muchas de las obras más internacionales del genio de los fiordos, para dejar espacio a otras que nunca han sido exhibidas ante el público.

EDVARD MUNCH ABRE SU MUNDO

La fortaleza salvaje de El Sol da la bienvenida a los visitantes, como la única pieza estelar a nivel mediático de las 143 escogidas. De esta manera, el Astro Rey manda mensajes subliminales acerca del carácter desconcertante de un aventurero de la paleta que se movía por contrastes continuos.

Luz y paisaje es el título de la primera sección de este traslado hacia la claridad y la armonía, a través de la oscuridad y el caos. Una antesala de primaveras enquistadas y jardines floridos, en la que reclaman la atención óleos de recuerdo neoimpresionista y contornos edénicos, como los contenidos en Chicos bañándose y Pintor junto a la pared.

Edvard Munch nunca ocultó la influencia que ejerció Gauguin en su pintura/ Foto: Museo Munch
Edvard Munch nunca ocultó la influencia que ejerció Gauguin en su pintura/ Foto: Museo Munch

Desde este remanso de paz, emanada de la complacencia existencial, el escaparate ideado por el Museo Munch da paso a la parte de El bosque, donde los ocres toman el mando. Un escenario de naturalismos misteriosos (muy en consonancia con las vanguardias francesas), en el que Munch se siente agradecido: solo y aislado, sin congéneres involuntarios que distorsionen la belleza de la Madre Gaia, y con ciertas dosis de erotismo escénico.

Caos y energía compone el tercer capítulo propuesto por la institución. Este decorado enfatiza con magnetismo visceral las peleas interiores que el pintor tuvo que lidiar en el interior de su alma, y que le obligaban a dudar en todo momento del perfeccionismo o idoneidad de sus imágenes.

Edvard Munch guarda muchos puntos oscuros en su biografía/ Foto: Museo Munch
Edvard Munch guarda muchos puntos oscuros en su biografía/ Foto: Museo Munch

Por último, Hacia el bosque ofrece la versión poco explotada de EM como retratista, y sintetizada con el emblema de Los otros. En la retina del nórdico, los rasgos humanos se desbordan a base de tristeza y nostalgia, a través de geografías psicológicas que huyen del encorsetamiento y la simpleza.

Munch fue también un excelente retratista, ya que no sólo reproducía los rasgos físicos de la persona, sino que igualmente capturaba su esencia; justo como lo hacía cuando reflejaba un paisaje o un árbol”, explica Knausgard, sin quitar ojo a las manchas de color que constituyen las personas de aire del inmortal artista noruego.

Nota.- Con motivo de la exposición, Karl Ove Knausgard editará en octubre el libro Tanto dolor, sobre la figura de Edvard Munch.

Edvard Munch también supo refugiarse en el hedonismo/ Foto: Museo Munch
Edvard Munch también supo refugiarse en el hedonismo/ Foto: Museo Munch

Más información, entradas y horarios en

http://www.munchmuseet.no

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