Cormac McCarthy is on the road

El escritor norteamericano regresa a la actualidad literaria con dos novelas encajadas en un mismo volumen. "El pasajero/ Stella Maris" (Random House) es un díptico consanguíneo y asfixiante, en el que sus protagonistas huyen de la razón, para alojarse en la locura voluntaria. Un texto que exhibe la hábil prosa de este amante del abigarramiento emocional heredado de William Faulkner, que no editaba nada nuevo desde "La carretera" y la obra teatral "The Sunsent Limited".

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Cormac McCarthy
Cormac McCarthy no ha perdido ni un ápice de brillantez, en su estilo directo y reflexivo

Cormac McCarthy es a sus casi noventa años (cuenta con ochenta y nueve aniversarios) uno de los autores más perspicaces y despiertos de la literatura estadounidense en la actualidad. Su enorme capacidad para analizar el mundo que ha vivido, y el que le rodea en este desconcertante y tecnológico siglo XXI, hace de él un creador sorprendente y talentoso, el cual es responsable de una prosa sincera y altamente sensitiva, que se hace fuerte a través de potentes galerías de personajes (normalmente hundidos en realidades infernales y entornos dominados por tormentas inamovibles de desesperación y zozobra) y diálogos tintados con neurosis desatada.

Los tipos que conducen la locomotora humana en las novelas de Cormac McCarthy suelen estar presididos por un aura de autodestrucción programada, que anticipa el apocalipsis existencial al que nos dirigimos los terrícolas, sin frenos fiables para evitar el abismo de sufrimiento compartido que asumimos como propio e inalterable.

Tales paisajes desafiantes y amargados vuelven a ser los escenarios principales en la última obra de este narrador de asperezas inquebrantables y nomadismo beat. Un libro a modo de díptico titulado El pasajero/ Stella Maris (Random House), cuya brújula sigue el GPS enfermizo de un par de hermanos con el destino cubierto por un vasto manto de oscuridad medioambiental.

Cormac McCarthy
Cormac McCarthy no había publicado una novela inédita desde “La carretera” (2006)

A modo de cuaderno de viajes introspectivo, y sin habitaciones con vistas, El pasajero/ Stella Maris reproduce un siniestro book de imágenes electrizantes, especificadas por descripciones sujetas al surrealismo y a las alucinaciones de un laboratorio simbólico y en ocasiones hasta bíblico. Un estudio de transgresiones agresivas, en el que McCarthy somete los rigores de la lógica occidental al cuestionamiento de la cordura y la esquizofrenia, los sueños y las pesadillas, la existencia de Dios y la asfixiante alienación del pragmatismo de las percepciones.

CORMAC McCARTHY TRANSPORTA A LOS LECTORES A UN UNIVERSO CARGADO DE CULPA

Aunque en Estados Unidos el libro ha sido dividido en dos volúmenes separados; en España, la obra se ha editado en un solo producto, como si fuera una bilogía pegada por su obvia relación argumental y humana. Una decisión que habla claro sobre la naturaleza indivisible que reside en las páginas de El pasajero y Stella Maris.

Tras un prólogo corto y magistral, en el que los lectores descubren la muerte por suicidio de una joven llamada Alice; la novela se adentra en la trama laberíntica y conspiratoria de El pasajero. Ambientada en 1980, en la región húmeda y oprimente de Misisipi, esta primera pieza sigue a un tipo nominado Bobby Western: un buzo que se sumerge a las tres de la madrugada en el mar del golfo de México, para encontrar un avión hundido con ocho cadáveres a bordo. Entre las cosas a tener en cuenta del hallazgo destaca el hecho de que han desaparecido la caja negra y el noveno pasajero.

A partir de este descubrimiento, la vida del vividor Bobby comienza a complicarse demasiado, con policías empeñados en buscar las vueltas al buzo, la comparecencia shakespeareana del fantasma de su padre (uno de los científicos que trabajaron en el proyecto Manhattan, y que dio origen a la bomba de Hiroshima), y la constante desolación que siente por su hermana.

Estos ingredientes dan pie a McCarthy para disertar sobre las conexiones entre la ciencia y la moralidad, la sensación del pecado eterno y la impresión de que es imposible escapar de la locura, sobre todo cuando esta se aloja en la conciencia que nos visita durante las noches de insomnio y los días difíciles de soportar.

Cormac McCarthy
Cormac McCarthy saltó a la fama con obras del calibre de “No es país para viejos”

Por su parte, Stella Maris comparece en tras los acordes agitados de El pasajero, para trasladar al lector a la región de Wisconsin, en 1972. En esa época, Alice Western (la hermana de Bobby) se encuentra ingresada en un psiquiátrico, mientras portaba consigo una bolsa con cuarenta mil dólares. La chica está preparando su doctorado en matemáticas, y padece esquizofrenia paranoide; sin embargo, se niega a vivir con su hermano.

Narrada a través de las sesiones psicoanalíticas de Alice, esta segunda obra aprovecha los párrafos, frases y palabras para marcar profundas disquisiciones entre la interacción mantenida por la física y la filosofía. Un recurso estilístico que tiene su antecedente más señero en los diálogos imperecederos de La montaña mágica, de Thomas Mann.

Cormac McCarthy salta, con jugueteos de sala de espejos, entre la realidad y la ficción, lo material y la hipnosis voluntaria; para configurar un libro extraño y vaporoso, en el que se atenúa el apego nostálgico hacia el legado de Faulkner, simplemente para recurrir a una variante a lo Franz Kafka y Don DeLillo, sumergida en las simas de la absurdez punitiva en la que suele colisionar la existencia de los mortales.

Más información en

https://www.penguinrandomhouse.com/

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