Comedia Aquilana revive el Siglo de Oro en Madrid
El Teatro de la Comedia acoge las representaciones de esta obra de Bartolomé de Torres Naharro, que nace de la colaboración entre Nao d'Amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
Comedia Aquilana compone un rompecabezas humano en el que ciertas claves de la comedia latina, según las ejecutó Horacio, son como guías adaptadas a los gustos cardenalicios y palaciegos de la Europa del siglo XVI.
Así pareció concebirla su autor, el extremeño Bartolomé de Torres Naharro, cuando escribió el citado texto para ser representado en una boda de postín, fechada probablemente en torno a 1517.
A través de un entramado marcadamente transalpino, el dramaturgo español ideó un engranaje de humor preciso y caballeresco, en el que los sufrimientos del corazón están mediados por los malentendidos y los disfraces sorpresivos de los protagonistas. Eso sí, con unas reglas de escenificación y desarrollo argumental muy definidas, que la experta directora Ana Zamora ha intentado conservar en todo momento, con la intención de no traicionar la esencia original del libreto.
El vestuario, la música, la iluminación, el decorado… los elementos que conforman esta recuperación de la enérgica historia narrada en Comedia Aquilana consiguen trasladar a los espectadores a los lejanos contornos de un Siglo de Oro en el que Torres Naharro consiguió exportar el teatro peninsular a la elitista corte italiana. Y que hizo de él un hombre demandado por príncipes y altos cargos eclesiásticos, ansiosos de hallar la diversión por medio de sus trabajos.
COMEDIA AQUILANA DESPLIEGA SU FUERZA EN EL ESCENARIO
La trama de Comedia Aquilana sigue las vicisitudes del amor -aparentemente imposible- entre el escudero Aquilino y la princesa Felicina.
El joven cae prendido a los pies de la nobiliaria dama, mientras que ella siente lo mismo por el muchacho. Sin embargo, la diferencia de clase hace que su relación tenga visos de naufragar desde el principio.
Descubiertos en pleno galanteo por los hortelanos Dándaro y Galterio, el rey Bermudo entra en cólera y amenaza con ejecutar al incauto Aquilino, para evitar que su hija malgaste su dote como heredera del territorio con un pelagatos.
No obstante, un giro del destino hará que la situación cambie, no sin antes verse los amantes abocados al miedo de una separación definitiva.
Torres Naharro triunfó con este argumento, que él incluía en la categoría de comedia fantasía. Una obra que define muy bien la influencia del Renacimiento transalpino en el teatro de la época, y del concepto de dramaturgia clásica del periodo romano.
Esto lo tradujo el dramaturgo extremeño en la voluntaria inclusión del final feliz, la división en cinco actos o jornadas, la preservación del decoro en las situaciones planteadas y la limitación del número de personajes a entre 6 y 12.
Ana Zamora potencia estas señas de identidad escénica y conceptual, y las perfecciona con la incorporación de un grupo de piezas musicales (elaboradas y seleccionadas por Alicia Lázaro) que probablemente no son muy diferentes de las que usó Bartolomé de Torres Naharro en las representaciones originales del texto.
El vasto elenco interpretativo (en el que hay nombres como los de Silvia Acosta, Juan Meseguer y Belén Nieto) y la estudiada ambientación contribuyen a hacer de esta Comedia Aquilana un vehículo ideal para imaginar los placeres culturales de un Siglo de Oro que nunca pierde su fulgor.
Nota.- Comedia Aquilana estará en el Teatro de la Comedia de Madrid, entre el 23 de febrero y el 11 de marzo de 2018.
Más información, entradas y horarios en
http://www.teatroclasico.mcu.es